[AGROECOLOGÍA] Contribución de los campesinos y campesinas: Caso Venezuela

Históricamente, las corporaciones agrícolas, químicas y alimentarias, en complicidad con los gobiernos regionales en diferentes niveles, han modelado e implementado diferentes tácticas para dejar de lado a los campesinos, campesinas e indígenas: desalojos de grandes cantidades de sus tierras originales, guerras, acciones terroristas promovidas por las oligarquías. La influencia de las corporaciones trasnacionales y la corrupción gubernamental son solo algunas de las fuerzas que no permiten a nuestros campesinos su estabilidad social y política.

A pesar de estas condiciones existentes, dificultades y de los riesgos asumidos, nuestras campesinas y campesinos continúan produciendo la mayoría de los alimentos del mundo. Destacamos el caso de Venezuela, un país que vive la aplicación de centenares de sanciones y medidas coercitivas unilaterales, las cuales han generado un bloqueo económico y financiero, pretendiendo asfixiar el pueblo venezolano, el que ha respondido con una significativa producción agroalimentaria.

Los campesinos al nivel global

A nivel global, nuestros campesinos y campesinas producen aproximadamente entre el 55 por ciento y el 75 por ciento de los alimentos básicos del mundo.1 Otro informe actualizado confirma que son los campesinos y campesinas—no las corporaciones alimentarias—quienes alimentan al mundo. El 70 por ciento de la población mundial se alimenta de la red alimentaria campesina.2 Además, en comparación con la agricultura corporativa, utilizan solo el 25 por ciento de los recursos hídricos y energéticos.

Estas cifras de producción primaria de alimentos de nuestros campesinos y campesinas reflejan un espacio socio-productivo donde la producción agroecológica de alimentos se hace notar y avanzar. Resaltamos el hecho de que al menos el 75 por ciento de los 1.500 millones de campesinos, campesinas e indígenas cultivan sus alimentos sin agroquímicos.3

Progresivamente la agroecología se consolida como una ciencia emergente agrícola que nos está presentando reales opciones técnicas para contener los embates provocados por las consecuencias del cambio climático y la pandemia del Covid-19, secuela de la crisis eco-social mundial. Frente a esta extrema y actual condición eco-sanitaria global, la agroecología es la única opción científica y viable productivamente. Nos brinda dos condiciones vitales: el alimentarnos diariamente y sanamente, y el mantener una salud óptima. Estos dos procesos no pueden detenerse en nuestras vidas, son necesarios para mantener una salud equilibrada, alimentándonos de forma segura, sana y nutritivamente.

A nivel mundial, la agroecología se ha ido posicionando como una herramienta importante en universidades e institutos de investigación. Algunas de las organizaciones que reconocen la vigencia de sus postulados científicos incluyan IPES-Food (International Panel on Sustainable Food Systems), IFOAM (Organics International), y Agroecology in Europe.4 Como lo han expresado estas instituciones, debemos centrar las políticas alimentarias y agrícolas en la agroecología como estrategia principal, para lograr autonomía y resiliencia, poder transformar rápidamente las formas en que producimos y consumimos alimentos, y al mismo tiempo abordar los desafíos globales, incluido el cambio climático.5

Desde nuestro entender, la ciencia agroecológica es una matriz que unifica todos los saberes: los agrícolas originarios, los indígenas, campesinos-familiar, afrodescendientes y nos permite reafirmar, que la agroecología, nace del saber popular y tiende a fortalecer las distintas tendencias científicas agrícolas con el saber con ciencia campesino.

Saber con ciencia

Es evidente que las reflexiones sobre las modalidades en los distintos paisajes agrícolas de trabajo de nuestros campesinos y campesinas—las múltiples funciones, estrategias y prácticas agrícolas ejecutadas—nos están generando una serie de conocimientos y sabidurías que debemos tomar en cuenta. Aprendizajes, que apuntan a soluciones de problemas productivos específicos, a la diversidad de agro-alimentaria que se produce entre sus asociaciones de cultivos y sus necesidades nutricionales y gastronómicas. Todas estas acciones que todavía encontramos en nuestra vida campesina, son un buen caudal y sumas de conocimientos, que combinan diversos saberes surgidos de una sabiduría popular, comunitaria, social y cultural.

Esto en parte es lo que abarca el conocimiento de lo que ocurre en el día a día de nuestros campesinos y campesinas. Allí surge lo que siempre se ha denominado saber empírico, es decir, basado en la experiencia y en los hechos; es esa sabiduría andante, la que se ha venido transmitiendo socialmente.

No ha podido existir una co-evolución de nuestras agriculturas originarias sin las relaciones de lo social con lo ecológico y lo ecológico con lo social.

Por lo cual entendemos el saber con ciencia de nuestros campesinos y campesinas; como los procesos de permanente creación de conocimientos que vienen interpretándose en su propia y particular manera, en la imaginación teórica integrada con la práctica. Es una especie de sabiduría andante, donde se conjugan los modos tradicionales en que los seres humanos han vivido y se han sostenido durante siglos, con las apropiaciones adecuadas de las innovaciones tecnológicas, para recrear sus sistemas vitales e integrarlos a los distintos valores de nuestra interculturalidad. Este saber con ciencia agrícola surge como respuesta a las demandas de la producción territorial, comunitaria y local que fortalece los valores culturales y comunitarios, cumpliendo y llenando las múltiples necesidades de vida con la trascendencia espiritual de la familia campesina.

Agroalimentación y agrobiodiversidad

Este saber con ciencia de nuestros campesinos y campesinas se expresa en las centenares de prácticas agrícolas que se han sustentado sobre las bases de nuestras sociedades y sus interacciones con sus ambientes específicos. No ha podido existir una co-evolución de nuestras agriculturas originarias sin las relaciones de lo social con lo ecológico y lo ecológico con lo social. Las prácticas agrícolas tradicionales igualmente alimentan, y se alimentan de, diferentes prácticas culturales. La diversidad de diferentes manifestaciones culturales (religiosas, danzas, artesanías) constituye en la máxima expresión ideológica y cultural de nuestros pueblos. La diversidad cultural latinoamericana se ha legitimado por la diversidad de prácticas originarias agrícolas que todavía tenemos en nuestras regiones y que las encontramos en nuestras asociaciones de cultivos o policultivos.

En las agriculturas mexicanas y centroamericanas, las chinampas y milpas; en las andinas, las chacras; en el Caribe tropical, los konucos, de morichal o pantano, de vega o de playón, y sus diferentes expresiones productivas de los llanos, las sabanas. En la zona del Amazonas en las tantas etnias indígenas, todavía se encuentran las agriculturas de roza, migratoria, e intensivas y de subsistencia.

Entre estas modalidades se destacan las expresiones y arreglos de la asociación de cultivos, dando testimonio de esta diversidad agroalimentaria y de las prácticas agrícolas de nuestros campesinas y campesinos, las cuales se adaptan a recursos naturales y agroecosistemas específicos.

Chinampas: espacios de terreno de poca extensión con una estructura de o superposición de piedras, cañas, bambú, y otras de tierra donde se cultivan principalmente vegetales y flores, proviniendo de las culturas azteca y maya. Milpas: agroecosistema mesoamericano y centroamericano de las culturas mayas, aztecas, toltecas y otras, donde se destacan por asociar los cultivos de maíz, auyama, frijoles, chiles y la incorporación progresiva de otros cultivos permanentes y semi-permanentes, como tubérculos, frutales, plantas medicinales y aromáticas. Chacras: granjas o espacios con arados y sistemas de riegos apropiados, para establecer una intensiva asociación de cultivos o policultivos de maíz, quinua, frijoles, ajíes, la diversidad de tubérculos, hortalizas, frutales, medicinales y aromáticas, proviniendo de la cultura quechua. Konucos: espacios de la familia campesina caribeña, andina, llanera, y amazónica, donde se prepara el terreno, con el uso y manejo de las eco-tecnologías, para la siembra de cultivos asociados o policultivos, liderizados por el maíz, frijoles y auyama, y de acuerdo a las condiciones climatológicas.

Los campesinos y la agrobiodiversidad en Venezuela

En Venezuela registramos 462 plantas y especies agroalimentarias (entre plantas aromáticas, cereales, colorantes, condimentos, cortezas, especias, estimulantes, frutas, hortalizas, legumbres, granos, semillas y raíces y tubérculos) que las otorgan al país una gran biodiversidad territorial en condiciones edafo-climatológicas (suelos-climas) la segunda en América Latina después de Colombia.6 Situación geo-política, la cual le confiere a Venezuela una variabilidad de suelos, que favorece la producción de diferentes productos agrícolas en diferentes épocas del año.

Entre nuestras montañas y en los diferentes pisos altitudinales encontramos andenes, prácticas de terraceo, y aterrazamientos de los suelos en nuestros konucos andinos. Así mismo, los konucos se encuentran en laderas, en el fondo de los valles, en planicies con actividades agrícolas en tierras inundables, características de sabanas extensas, planas, llaneras y de selvas, donde percibimos las prácticas de agroforestería y de agricultura mixta con ganadería vacuna y huertos frutales extensos. En todas estas modalidades se han utilizado diversas prácticas tales como: cultivos de coberturas, abonos verdes, asociación de cultivos o policultivos, rotación de cultivos, prácticas de cosechas de agua, y de conservar suelos y otras tecnologías populares y apropiadas.

Estas tantas enseñanzas están vinculadas a diversas formas de arar y trabajar la tierra, con el uso o no de animales; el uso óptimo de las pendientes; el aprovechar la especial condición del territorio, sus microclimas y la mejor distribución de agua; el mejoramiento genético y la adaptabilidad de las semillas; asociación y arreglos de cultivos más adecuados; uso de las fases de la luna; know-how sobre regímenes de precipitación; aplicación de técnicas específicas y sus limitaciones; uso de plantas para curar otras plantas; y el mutualismo biológico entre las raíces. Todos estos conocimientos tienen sólidos fundamentos científicos, sin embargo, han sido subestimados por la academia e instituciones afines, y no se valoran lo suficiente.

La histórica alianza científico-campesina se orienta y promueve el saber con ciencia, como respuesta a las demandas de la producción agrícola territorial, comunal y local.

Estos saberes y prácticas agrícolas merecen ser debidamente reconocidos, ya que han fortalecido muchos conocimientos, principalmente el manejo de policultivos y asociaciones de cultivos, abarcando áreas de la agroecología, como la recuperación de suelos; manejo integrado holístico de plagas y enfermedades de los cultivos; selección y siembra de semillas; y diferentes procesos de resiliencia ante la crisis climática, entre otros. Todo este conocimiento integrado es bien dinamizado por los distintos arreglos de las asociaciones de cultivos, las cuales nos demuestran los nexos y relaciones existentes entre los diferentes entes y fenómenos biológicos, químicos y físicos, los cuales sirven de fundamento para que ambos saberes (empírico y científico) se integren e irrumpan un nuevo devenir en la ciencia agrícola nacional.

Nuestros millones de campesinas y campesinos, siguen haciendo agricultura en diferentes modalidades y estilos, sin el uso de agroquímicos porque han estado aplicando principios y estrategias agroecológicas. Estamos obligados a conocer cómo abordar, sistematizar sus prácticas y verlas aplicadas en nuestros espacios de trabajo. Allí encontramos sabidurías y conocimientos, que nos han proporcionado toda una serie de consideraciones científicas, las cuales fortalecen y vinculan el conocimiento de los agricultores con la ciencias agrícolas, demostrándonos contribuciones justas, oportunas y valiosas para los procesos agrícolas y productivos.

Saber con ciencia en Venezuela

El Ministerio para Ciencia y Tecnología de Venezuela promueve la alianza entre el mundo científico formal y el campesino y la campesina. La ministra, Gabriela Jiménez, ha presentado una propuesta de «comunalización» de la ciencia, es decir, llevar la ciencia formal directamente a las comunidades y organizaciones populares.7

La Ministra Jiménez impulsa una alianza científica-campesina, la cual está agilizando y desarrollando iniciativas y prácticas que mejorarán no solo la producción agrícola, sino también las formas de producción de semillas y distintos cultivos. La idea principal de esta alianza es que tanto los procesos productivos formales como los informales, se alimentan entre sí y también comiencen a aprender unos de otros.

Al día de hoy, más de 3500 familias, como parte de 124 núcleos, forman parte de la alianza científico-campesina en Venezuela. Están ubicados en trece de los veinticuatro estados venezolanos. Hasta el momento han logrado avances sustanciales en la producción de semillas de estos cultivos, en la aplicación de principios agroecológicos y en lograr que las poblaciones circundantes sean autosuficientes con estos alimentos básicos.

La histórica alianza científico-campesina se orienta y promueve el saber con ciencia, como respuesta a las demandas de la producción agrícola territorial, comunal y local. Además de la principal demanda de transferir las tecnologías y propiciar el intercambio de semillas entre konuqueros y comunidades, se plantean avanzar en los procesos de transición de la producción agroecológica nacional. Para ello, se da seguimiento y participación activa en varias acciones estratégicas referidas al impulso del plan konuco y de la agroecología, de la Gran Misión Agrícola de Venezuela.8 Al momento de elaborar estas reflexiones, los investigadores del Observatorio Venezolano de Economías Populares nos refieren a varias investigaciones en trece estados; beneficiándose 287.241 familias, quienes han logrado producir 189.866 toneladas de alimentos.9 Para finales del 2019, El Programa Todas las Manos a la Siembra en 22 estados venezolanos había logrado organizar 14.403 konucos escolares; entre 1.359 instituciones educativas y formando 86.964 personas.

Nuestros campesinos y campesinas nos ayudan a transitar hacia una nueva agricultura, donde se promueve el cambio de paradigma de conocimientos agrícolas impuestos, como parte de los procesos de descolonización que hoy día estamos confrontando.

Por otra parte, Venezuela cuenta con más de 100.000 Ha cultivadas agroecológicamente.10 Muchas de estas hectáreas derivan de experiencias de konucos agrícolas socioproductivos urbanos y familiares. Resaltamos otra significante experiencia venezolana de la organización Pueblo a Pueblo, quienes por seis años consecutivos, vienen suministrando a 170 familias 3500 Toneladas de alimentos sanos, frescos y a precios por debajo del mercado.11

Conclusiones

Para nadie es un secreto que nuestra querida Venezuela, en los últimos seis años, viene confrontando una compleja situación de guerra proxy no convencional e híbrida con atentados terroristas y agresiones de todo tipo, donde nos han aplicado medidas coercitivas y bloqueos financieros internacionales (incluyendo a empresas privadas) lo cual ha contribuido a una desestabilización de la economía. A ello agregamos las distintas precariedades que nos ha traído la pandemia del Covid-19. Con todo, lo que más podemos argumentar, es que el pueblo venezolano le ha demostrado al mundo su capacidad de resistencia, en defensa de la soberanía nacional y su manera digna de persistir y avanzar en diferentes frentes socio-productivos.

Uno de nuestros sectores más importantes es la producción primaria de alimentos, que no se ha detenido durante la pandemia. Reafirmamos que más del 75 por ciento de los alimentos que se producen en Venezuela son consumidos por los venezolanos, lo cual representa una extraordinaria ventaja, pues significa que en las severas condiciones de guerra híbrida en la que nos encontramos, la producción de alimentos no se detiene, ni desiste en continuar avanzando y mejorando. Estas condiciones de la producción campesina de alimentos se perciben como naturales, adecuadas y fundamentales, estratégicamente, para la guerra de resistencia y el enfrentamiento con las diferentes contingencias.

Todo lo anteriormente expuesto nos indica que nuestro sector campesino nacional, además de proveer nuestros alimentos de la dieta básica nacional, también nos provee de todo un cúmulo de saberes en ese saber conciencia que anteriormente hemos descrito.

Nuestro saber conciencia nos ayuda, alienta y enseña a liberarnos de las secuelas ideológico-político-científicas colonialistas agrícolas que nos han querido imponer. Hoy día, con dignidad y decoro, nuestros campesinos y campesinas nos ayudan a transitar hacia una nueva agricultura, donde se promueve el cambio de paradigma de conocimientos agrícolas impuestos, como parte de los procesos de descolonización que hoy día estamos confrontando.

Ha llegado el momento de comenzar a reconocer, resignificar, revalorizar y validar los múltiples aportes que nuestros campesinos y campesinas le siguen brindando al mundo, para la construcción de otra civilización posible.

Miguel Ángel Núñez: venezolano, agroecólogo, escritor, docente e investigador en varias universidades nacionales. Fue asesor del Despacho del Presidente Hugo Chavéz, por el período 2004-2007 y de varios Ministros del Gobierno en mención. Actualmente asesor de la Ministra de Ciencia y Tecnología. @17MiguelAngel | @Ecoagro2020


Bibliografía

  1. “¿Quién nos alimentará? – Preguntas sobre la crisis climática y alimentaria, 2009,” Grupo ETC, November 16, 2009, https://www.etcgroup.org/es/content/%C2%BFqui%C3%A9n-nos-alimentar%C3%A1.
  2. “Who Will Feed Us?,” ETC Group, October 15, 2017, https://etcgroup.org/whowillfeedus.
  3. “¿Quién nos alimentará?”
  4. See “Agroecology Definitions,” Agroecology Info Pool, accessed April 25, 2022, https://www.agroecology-pool.org/agroecology/definitions/.
  5. Miguel A. Altieri and Clara Nicholls, “Agroecology: Challenges and Opportunities for Farming in the Anthropocene,” International Journal of Agriculture and Natural Resources 47, no. 3 (December 29, 2020): 204–15.
  6. Hernán Cano, “‘Pueblo a Pueblo’: el plan popular para combatir la falta de alimentos en Venezuela,” Sputnik Mundo, 2021, https://mundo.sputniknews.com/20210811/pueblo-a-pueblo-el-plan-popular-para-combatir-la-falta-de-alimentos-en-venezuela-1114995100.html.
  7. “Ministra de Ciencia: Promover el conocimiento materno es una forma de construir paz,” Gobierno Bolivariano de Venezuela, Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología, 18 marzo, 2022, https://www.mincyt.gob.ve/tag/alianza-cientifico-campesina/.
  8. Gobierno Bolivariano de Venezuela, Gran Misión AgroVenezuela (Caracas, Septiembre 2020), https://www.vtv.gob.ve/wp-content/uploads/2020/09/RESUMENEJECUTIVO-1-1.pdf.
  9. Consulta personal al Dr. Mario Sanoja, Caracas, Venezuela.
  10. “ONCTI – Noticias,” accessed April 26, 2022, http://www.oncti.gob.ve/noticiaONCTI79.html.
  11. Cano, “‘Pueblo a Pueblo’”.

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