[COLUMNA PRESTES] El monstruo verde arremete nuevamente contra los trabajadores

Ricardo Adrián

El monstruo del dólar arremete nuevamente contra el pueblo trabajador de Venezuela. Su tendencia al alza nos enfrenta como una gran potencia independiente de nuestro control imponiéndonos un período de ajustes y calamidades. Todas las mercancías están ancladas a su poder, con excepción del salario que se desintegra ante las constantes subidas del dólar.

Todos los monetaristas neoclásicos desde la escuela de José Guerra y Hausmann, los neoliberales del Banco Central de Venezuela (BCV) hasta los críticos que abogan por el anclaje del Bolívar al oro exhiben que el problema central es la moneda, que “hay que atraer monedas”. O que se trata de “un ataque a la moneda”. Pero nos enseña el viejo Marx que: “lo que parecen relaciones entre cosas (el dólar contra el bolívar, el dólar sobre las mercancías internas), en realidad son relaciones sociales”.

Ciertamente el dólar, como moneda mundial y en general toda forma de dinero, lejos de revelar el carácter social de los trabajos privados, lo que hace es encubrirlos. Son formas mentales aceptadas por la sociedad, y por tanto presentadas como “objetivas”, en que se expresan las condiciones de este régimen social de producción de mercancías, y en el que la moneda cumple funciones como medio de pago, atesoramiento y moneda mundial. Al respecto nos preguntamos: ¿Qué es lo que encubre la dolarización en Venezuela?

1. El carácter dependiente de nuestra economía

Nuestra economía ha estado organizada por los monopolios transnacionales para, a través del intercambio desigual, extraer plusvalor nacional y realizar en el comercio interno una parte de la superproducción de mercancías (acabadas o no) provenientes de las naciones imperialistas. Esta organización dependiente de las fuerzas productivas se ha cristalizado a través de décadas y ciclos de producción y competencia asimétrica eliminando e inhibiendo cualquier desarrollo de otras industrias en el país.

Este es un dato estructural de la dependencia comercial, industrial y financiera respecto a los monopolios estadounidenses, por lo que en la división internacional del trabajo se nos impone el rol de nación exportadora de petróleo, “especialización” que genera los valores y su conversión en divisa mundial (el dólar) a partir de la cual se efectúan las importaciones de las mercancías que dinamizan los procesos productivos y comerciales internos.

Explica Samir Amin en su texto sobre el desarrollo desigual que “casi un 80% del comercio de las naciones dependientes lo realizan con los países imperialistas o industrializados, mientras que paralelamente los intercambios internos de las naciones imperialistas se desarrollan a un ritmo más rápido, de manera que un 80% del comercio exterior de estas lo realizan consigo mismas.» Venezuela, como nación neo-colonialmente dependiente, no escapa de esta tendencia en su relación de intercambio desigual con Estados Unidos.

No tratamos aquí la relación Bolívar/Dólar como si la primera tuviera poco respaldo de la producción respecto a la segunda como afirman los “economistas”. La moneda dólar emitida desde la Reserva Federal de los Estados Unidos es una moneda inflacionaria que busca valorizarse a través de la producción y los intercambios mundiales, y expresa realmente la tiranía de los monopolios imperialistas sobre la producción, el comercio y las finanzas globales.

2. El papel del estado en el encadenamiento dependiente.

Toda esta penetración transnacional, que organiza nuestra economía para el saqueo de riquezas y de plusvalor en beneficio de las naciones imperialistas, ha sido facilitada por el carácter también dependiente del estado- nación. En épocas de crisis aboga por la política de atracción de inversiones extranjeras, con que reducen o eliminan las tasas arancelarias, contraen el gasto público y los salarios. Se promueve el endeudamiento con el FMI en el pasado, o con fondos y empresas privadas del bloque Chino/Ruso en la actualidad, se abren procesos de privatización de empresas estatales y la participación de inversiones extranjeras en la empresa petrolera y otros extractivismos.

Todas estas maniobras favorecen la prolongación del carácter dependiente de nuestra economía.

3. La llamada dolarización de la economía.

La llamada dolarización de la economía, que expresa el anclaje del dólar a las ganancias privadas y a los precios de las mercancías internas, debe su origen a las perturbaciones que se derivan de la caída de las exportaciones de petróleo, que constituían el 95% del conjunto de las exportaciones, los efectos de las sanciones imperialistas y los endeudamientos externos. Estos hechos conllevaron al estado en declinar en su rol de liquidador de divisas a las empresas y promover una política de incentivos a la importación (condonación del pago de aranceles) y a la exportación (reducción de trámites), liberación del control de cambios.

¿Quiénes necesitan los dólares y para qué? La burguesía industrial requiere importar desde materias primas, repuestos, piezas y partes. La burguesía comercial requiere importar productos acabados, los terratenientes importar insumos agrícolas, repuestos mecanizados, alimentos y vacunas para animales. La banca privada para incrementar sus capitales especulativos y servir de vehículo para la fuga de capitales, hasta el gobierno para mantener ciertos niveles de productividad de sus industrias en especial la petrolera y poder importar alimentos y medicinas.

Pero aunado a este dato, el conjunto de la burguesía, los sectores corruptos, las mafias, incluyendo en menor proporción la pequeña burguesía, usan el dólar para proteger sus ganancias. Aquí vemos este factor encubierto y muy determinante de la dolarización: poner a salvo las ganancias.

Como vemos, el objetivo central que encubre la dolarización es el de proteger las ganancias, la apropiación privada del plusvalor. Estas a su vez, convertidas bajo la forma dólar, se anclan al resto de las mercancías, con excepción al precio de la fuerza laboral (el salario) que expresa la fuerza de trabajo.

Observamos que en el último año el salario se ha devaluado de US $30 mensuales en Agosto de 2018 a 2$ en la actualidad. Concluimos que la devaluación es un mecanismo para arrojar a los trabajadores los costos de preservación de las ganancias y del estancamiento de la producción, ante las dificultades de importación por las sanciones y la escasez de divisas.

Del mismo modo, mientras el dólar sube permanentemente, el salario mínimo legal se encuentra contenido por decisión del Gobierno Nacional, reducido a tímidas subidas programadas (que por la vía del hecho son ajustes). En la asesoría de los neoliberales esto contribuye a crear confianza con los monopolios privados, y por ende a “ralentizar la inflación”.

Este azote que nos imponen los capitales monopólicos transnacionales en el país sólo será superado en tanto “las condiciones de vida diaria, laboriosa y activa representen para la sociedad relaciones claras entre sí y respecto a la naturaleza, es decir cuando el proceso de producción sea obra de hombres y mujeres libremente socializados y puesta bajo su mando consciente” K.Marx, El Capital I.

¿Estamos realmente ganados a las tareas de la liberación nacional, la reorganización de las fuerzas productivas internas, liberar del control de los monopolios transnacionales los principales medios de producción y productos fundamentales que tanto necesita el pueblo trabajador? Controlar la producción interna, y organizarla en función de las potencias contenidas en el trabajo y las principales necesidades sociales, es el control que realmente necesitamos para ejercer una consecuente defensa antiimperialista.

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