[EDITORIAL] Asesinato de Qassem Soleimani: ¿un sangriento acto de campaña electoral?

Las tensiones en Medio Oriente sufrieron una escalada significativa con el asesinato del general iraní Qassem Soleimani en Irak por parte de Estados Unidos. El ataque representa una jugada muy peligrosa por parte de la administración Trump con probables repercusiones en múltiples tableros.

El bombardeo con drones a la caravana donde seguía Soleimani tuvo lugar en las inmediaciones del aeropuerto de Bagdad en la madrugada del 3 de enero. Abu Mahdi al-Muhandis, comandante de las Fuerzas de Movilización Popular, una agrupación de milicias iraquíes apoyada por Irán, y cinco personas más resultaron también asesinadas en el ataque.

El episodio surgió en el contexto de una confrontación creciente, e indirecta, entre EEUU e Irán en territorio iraquí. El 29 de diciembre, fuerzas norteamericanas bombardearon posiciones de la milicia iraquí Kata’ib Hezbolá, apoyada por Irán, en respuesta a un ataque de esta que victimó a un contratista estadounidense. El bombardeo mató a 25 miembros de Kata’ib Hezbolá.

En respuesta, milicias y manifestantes iraquíes cercaron y atacaron el recinto de la embajada norteamericana en Bagdad, la más grande del mundo. Fue una demostración de fuerza que vulneró el territorio de la embajada, y tropas norteamericanas dispararon bombas lacrimógenas para dispersar los manifestantes. La reacción de Washington fue exacerbar tremendamente las tensiones asesinando a Soleimani. 

¿Quién era Qassem Soleimani?

Qassem Soleimani era una figura sumamente importante en el ajedrez geopolítico de la región, considerado por muchos como la segunda figura más importante en Irán, después del Ayatolá Ali Khamenei. Soleimani era el líder de la Fuerza Quds, una fuerza de élite de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, el brazo más importante de las fuerzas armadas iraníes.

Además de trabajo de inteligencia, la Fuerza Quds es también responsable por operaciones extraterritoriales. Qassem Soleimani era considerado un genio militar y un especialista en la guerra no convencional. Su actuación dirigiendo una red de milicias chiíes fue decisiva para detener los avances y luego derrotar el auto-denominado Estado Islámico en Irak, así como frustrar los esfuerzos de EEUU para “estabilizar” este país completamente destruido desde la invasión en 2003.

Soleimani fue también determinante para revertir el destino de la guerra en Siria, derrotando los intentos de EEUU y sus aliados regionales, a través de diferentes actores en el terreno, para tumbar el gobierno de Bashar al-Assad. Mientras el ejército sirio estaba muy mal preparado para una guerra no convencional, las milicias orquestadas por Soleimani, apoyadas por bombardeos rusos y la presencia fundamental de Hezbolá, permitieron a Assad recuperar el control de casi todo el territorio.

El general iraní previamente había dirigido la resistencia de Hezbolá contra la ocupación israelí del sur de Líbano. Y mientras la colaboración iraní con los rebeldes Hutíes en Yemen nunca ha sido comprobada de forma convincente, la prensa y los tanques de pensamiento también insistían en ver la huella de Soleimani. Todo esto lo transformó en el enemigo número uno de EEUU e Israel.

El acto de guerra de EEUU vino precisamente en un momento de inestabilidad política en Irán, un país donde el peso de las sanciones norteamericanas viene golpeando fuertemente la economía. Sin embargo, Soleimani era una figura popular incluso entre opositores del gobierno y de Khamenei, y su asesinato reforzará la unidad nacional frente a los enemigos exteriores.

¿Un acto de campaña?

El descarado asesinato de Soleimani, más allá de una respuesta o contra-respuesta a un conflicto indirecto con Irán en territorio iraquí, representa también una proyección de la política interna norteamericana, y de Trump en particular dentro del escenario internacional.

El actual ocupante de la Casa Blanca venía de sufrir varias derrotas en el plano interno, la última de ellas el impeachment aprobado por el Congreso en diciembre por acusaciones de abuso de su poder y obstrucción al Congreso.

Los opositores de Trump también lo han atacado en el área de la política exterior, criticando por ejemplo la (anunciada) retirada de tropas norteamericanas de Siria. Aunque haya continuado y ampliado políticas como las sanciones contra Venezuela, y aunque haya roto el acuerdo nuclear con Irán, la Casa Blanca seguía percibiendo este flanco como débil, debido al “escándalo” Russiagate, probado como una farsa.

Sin embargo, Trump tiene ahora una carta que coloca a sus opositores demócratas en una posición muy incómoda. Los medios hegemónicos siempre se han prestado para tocar los tambores de guerra en las últimas décadas y el Partido Demócrata no debe nada en términos de “guerrerismo” a su equivalente Republicano. En este contexto, Trump se lanza para la campaña electoral del 2020 como el presidente que eliminó uno de los principales enemigos de EEUU en Medio Oriente, pero también como el presidente que no reculó e impuso el poderío militar estadounidense.

Más allá de una ventaja electoral de corto plazo, la escalada desproporcionada por parte de Washington, que no quedará sin respuesta, abre las puertas a un conflicto con el principal enemigo en una región de suma importancia geoestratégica. Los “halcones” de la política exterior siempre han abogado por una guerra contra Teherán y podrán calcular que este es el momento indicado.

¿Cuáles serán las consecuencias?

Mientras el “cálculo” de la administración Trump probablemente haya sido motivado para asegurar ventaja electoral y buscar demostrar su supremacía política y militar, el asesinato de Soleimani traerá consecuencias en diferentes frentes.

Desde luego, podrá ser el detonante que llevará al final de la presencia estadounidense en Irak tras 17 años de una ocupación fracasada. El acto prepotente de asesinar a Soleimani en territorio iraquí ha generado un rechazo generalizado. Y una dirigencia política iraquí muy objetada en los últimos tiempos por su subordinación a Irán, se ve ahora redimida bajo un deseo común de todos los iraquíes (y habitantes de la región): el retiro de las tropas norteamericanas.

La gran incógnita ahora es la respuesta de Irán. Teherán está “obligado” a responder al asesinato de su figura militar más importante, y frente a esto Khamenei como otros líderes y aliados regionales han prometido “vengar” la muerte de Soleimani. Esta respuesta puede darse en diferentes escenarios.

La respuesta más directa sería atacando bases norteamericanas, que existen por doquier en la región. La quinta flota de EEUU tiene su base en Bahréin a muy corta distancia de Irán. Pero un ataque frontal desencadenaría una confrontación abierta con EEUU. Una alternativa de menor riesgo sería atacar bases militares, o directamente a la embajada norteamericana en Irak a través de las milicias, más aún en un momento donde la presencia norteamericana es menos popular que nunca.

Otra posibilidad sería dirigir la respuesta, directa o indirectamente, hacia los aliados de Washington en la región, como los Emiratos Árabes Unidos y principalmente Arabia Saudita. Como demostraron los Hutíes hace unos meses, las instalaciones petroleras en la península árabe son todo menos invulnerables. Este tipo de acciones, u otras como bloquear el estrecho de Hormuz (por donde pasa alrededor de un tercio del petróleo del mundo), podrían enviar ondas de choque y precipitar una crisis a escala global.

Otro factor a tener en cuenta es (el Estado de Ocupación de) Israel. El primer ministro Benjamin Netanyahu también ha visto su credibilidad bajar a mínimos históricos. Netanyahu ha sido acusado de corrupción y no pudo formar gobierno tras las últimas elecciones. En este contexto podría seguir el guión Trump, que Israel ha usado una y otra vez, abriendo un nuevo conflicto frente a Hezbolá.

El partido libanés igual ha prometido “vengar” la muerte de Soleimani, aunque sea poco probable que promuevan hostilidades en contra del enemigo sionista. No obstante, y en medio de una crisis política en Líbano, puede ser el momento en que Israel reabra este conflicto tras la derrota en 2006 frente a un enemigo ahora más experimentado y mejor armado que en ese entonces.

Al final, la consecuencia del asesinato de Soleimani ha sido el calentamiento de varios fuegos que ya arden en Medio Oriente. Los diferentes actores de la región se van preparando y armando (EEUU ya movilizó y envió más tropas) conforme se espera la respuesta de Irán. Mientras Trump se preocupa por su reelección y su lugar en la historia, la región más volátil del planeta está más peligrosa que nunca.

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *