[EDITORIAL] Chávez en disputa

El Comandante Chávez es una figura en disputa. Las distintas corrientes que constituyen la diversidad orgánica y conflictiva del chavismo, a menudo acuden a él para validar y justificar su proyecto político y económico. Hay quienes plantean incluso que Chávez ideológicamente da para todo: permite sostener desde posiciones de izquierda radical hasta la posibilidad de justificar alianzas estratégicas con la burguesía. Ni siquiera la propia derecha ha podido desprenderse de su influencia que todavía los obliga a tenerle en cuenta a la hora de definir su rumbo.

Mucha gente ha atacado nuestra serie audiovisual Chávez Radical, argumentando que así como el Comandante efectivamente sostuvo las posiciones radicales que la serie retrata, no es menos cierto que en múltiples ocasiones adoptó posiciones reformistas y de colaboración de clases que llegaron a contradecir el espíritu revolucionario del proyecto chavista. Sin embargo, tampoco es menos cierto que sectores del chavismo, con poder y capacidad propagandística prefieren el uso deliberado e interesado de un Chávez editado, moderado, ambiguo, conciliador y separado de su contexto que no contradiga muchas de las políticas que hoy se ejecutan en su nombre y atentan contra la integridad política del chavismo y contra su base social.

No negamos los errores en los que incurrió el Comandante, los desaciertos, contradicciones y las decisiones cuestionables que muchas veces tomó; solo no yerra quien no actúa, y en la posición que asumió el Comandante, no solo como jefe de gobierno sino como referente mundial revolucionario, la posibilidad de errar estaba a la luz del día.

Si consideramos, que a pesar de los distintos episodios de contradicciones menores o mayores que protagonizó el Comandante Chávez, en el contexto de una revolución que intentó abrir paso entre el constreñido y complejo entramado que ha impuesto la democracia burguesa, que obliga muchas veces a repliegues tácticos y concesiones coyunturales, la tendencia clara y determinante del Comandante se centra en la radicalización de su pensamiento político y por ende de su ejercicio revolucionario. La radicalidad en Chávez no es un atributo adicional, es la esencia de su praxis (teoría y práctica) política, es la columna vertebral de su visión de mundo como revolucionario.

El Comandante además evocaba abierta y explícitamente el concepto: “Hay que ser radicales, porque tenemos que ir a nuestras propias raíces, radicales. Esa palabra la han satanizado: ‘…este es un radical’, y la han asimilado como el ‘loco’, no, no, radical no es loco, yo soy un radical, radical, vamos a ser radicales, radicales en nuestros principios, bien enraizados, de ahí viene la palabra, de la raíz: radical, ¡radicalmente revolucionario! ¡Radicalmente humanista! ¡Radicalmente patriotas, de la Patria grande! ¡Radicalmente comprometidos con la vida y con los pueblos!, ¡cada día más radicales!”1

La propia evolución política del Comandante Chávez sigue la ruta de la radicalización, iniciando con posiciones meramente nacionalistas en los años 90, abrazando posteriormente la tesis de la tercera vía de Giddens y Blair y la posibilidad de un capitalismo humano una vez asumido el gobierno. Luego de los convulsos episodios de abril de 2002 y el paro sabotaje petrolero de 2002-2003, la propia realidad dictó la pauta, y aprovechando el quiebre provocado por la oligarquía inicia un viraje radical, con la declaración del carácter antiimperialista de la Revolución y posteriormente en 2005, del carácter socialista de la Revolución, el Comandante delinea con mayor claridad los contornos del proyecto histórico en el que se encausaría la Revolución Bolivariana.

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