[ENTREVISTA] Micromachismos: Naturalizando un rol pasivo a las mujeres

Alicia, Juana, Isabel, Carolina… Asesinadas, violadas, irrespetadas, invadidas, vulneradas por hombres: jóvenes, viejos, adultos, adolescentes. Van 50 y el contador no se detendrá. Ese es el registro de mujeres asesinadas en lo que va de año, sin contar las que no tienen voz, las que están siendo vulneradas y no lo saben, las que tienen miedo, las que se cansaron del sistema de justicia, las que no consiguieron ayuda. Día a día cientos de mujeres se ven afectadas por la cultura que solapadamente nos ubica en posición inferior, idea que está finamente tejida en chistes, reglas de “cortesía”, roles pre-establecidos.

En la cultura, en nuestro sub-consciente actúan condicionamientos que nos sepultan en armazones a las cuales “debemos” ajustarnos. Todxs ejercemos una carga que perpetua la violencia en acciones “invisibles”. A ese fenómeno se le conoce como micromachismos. Para entender algunos aspectos de este tema, hablamos con la psicóloga Gabriela Malaguera, militante feminista, licenciada en Psicología e integrante de MUDERES.

¿Cómo definiríamos micromachismos?

Micromachismos es un concepto que viene de la psicología. Lo presenta en los años 90 un psicólogo argentino Luis Bonino. Traduciéndolo de manera sencilla, es hablar de la violencia psicológica sobre las mujeres más sutil que pueda existir, es una violencia suavizada que es difícil de percibir. Si ya la violencia en contra de las mujeres, en general, es difícil de descubrir, y la violencia psicológica en particular es difícil de percibir, los micromachismos pasan desapercibidos porque se camuflan en las costumbres cotidianas de la cultura occidental.

Refuerza mediante sutilezas el lugar que tienen las mujeres, su lugar doméstico, del cuidado, por ejemplo en el tema del galanteo. Es una manera de expresar que es el hombre el que ejerce poder, control y dominio a la hora de pagar una cuenta, nunca permitir que una mujer le ceda el paso al salir o entrar de un lugar, no permitir que las mujeres tengan aproximaciones galantes a los hombres. Todo lo que trastoque el lugar de las mujeres que le da el patriarcado en la sociedad, va a ser contrarrestado por los micromachismos.

¿Dónde podemos ver micromachismos operando?

Hay practicas muy generalizadas en nuestra cultura que están destinadas a reforzar el lugar tradicional de las mujeres en la sociedad. Esas prácticas van desde que él bebe o la bebe nace, con los fulanos colores rosado y azul, rosado para niñas, azul para niños, y con ello todo el proceso de socialización.

En el proceso escolar por ejemplo, hay juegos asignados a las niñas y otros a los niños. A las niñas se le asignan juegos que tienen que ver con lo doméstico desde muy pequeñas, mientras que a los niños se le dirige a jugar con todo lo que tenga que ver con juegos violentos, que lo desplazan al espacio público, o juegos que tienen que ver con armas. Se les aleja de lo que tiene que ver con el cuidado de la vida, cosa que a las mujeres nos asignan desde muy pequeñas. Entonces se establece, más que una complementariedad, una división, una oposición, entre los géneros, desde muy temprana edad.

Otro fenómeno, es el del “aprincesamiento”. Esto de que las madres, los padres llaman a sus niñas “princesas”, hay toda una cultura Disney de las princesas. Esos patrones han venido cambiando un poquito dentro del cine y la industria cultural, se han ido adaptando con algunas personajes a los nuevos tiempos. Sin embargo, es muy negativo para el tema de los micromachismos, porque con él, las niñas comienzan a ser desde chiquitas, las princesas que están esperando por el príncipe azul. Es un rol pasivo, mientras el príncipe tiene un rol activo de ir a buscarla y ser el hombre perfecto que la niña va a encontrar para casarse.

Todos esos temas están muy relacionados con los micromachismos porque naturalizan el rol pasivo de las mujeres, también refuerzan las jerarquías familiares, porque entonces si la niña es princesa, el niño es príncipe, mamá y papá son rey y reina. Hay un tema allí de jerarquía y verticalidad que se va viendo desde la infancia, por nombrar un aspecto cultural.

Es oportuno enfatizar la educación como la principal arma contra el patriarcado, contra la violencia, contra los micromachismos, para poder construir un mundo más equitativo e igualitario. También es importante reforzar mucho la autoestima de nuestras niñas, desde muy temprana edad, para que ellas puedan ser lo que quieran ser, y no dedicarse a complacer lo que la sociedad y la cultura imponen para el género femenino.

¿Cuáles ejemplos tenemos de micromachismos con “acento venezolano”?

Un fenómeno, que es también latinoamericano, es el piropo, llamado por las feministas acoso callejero. Hay muchas campañas para visibilizar por qué esto es negativo y por qué es una forma de violencia contra las mujeres. Los piropos en nuestro país están muy generalizados y son formas en las que el varón ejerce poder, control y dominio sobre las mujeres. No se permite a la mujer la libertad de andar en la calle, sin ser invadida por palabras muchas veces subidas de tono, obscenas, incómodas, que la mujer no está pidiendo. La mujer no está en el ánimo de oír y si lo quisiera, tampoco es derecho del hombre ir a decirle cualquier cosa a una mujer que va por la calle.

A veces se acusa a las mujeres de llevar vestidos destapados, ropa con escote, minifaldas, pero al cuestionar a las mujeres por usar este tipo de ropa con este tipo de señalamientos significa que las mujeres no tienen libertad, que tenemos que estar complaciendo cánones moralistas o impuestos por la cultura.

Desde tu experiencia como psicóloga, ¿Qué efectos tienen estas acciones en las mujeres?

Las mujeres que sufren violencias, cualquier tipo, tienen un autoestima muy disminuido, mucho temor de tomar decisiones por si mismas, hay una dependencia afectiva, súper marcada con esa pareja agresora.

Puede haber en los extremos un delito que se llama inducción o ayuda al suicidio. También puede presentarse cuando la violencia psicológica es extrema, porque los hombres utilizan estrategias: el control del silencio, de lo que les permiten o no abordar a las mujeres en una conversación como pareja; el control de las funciones de las mujeres en el hogar, la excusa de que yo no lo sé hacer, a mí no me enseñaron a hacer eso, el cuidado de los niños y las niñas en la casa, entonces, todas las tareas quedan en las mujeres, provocando una gran fatiga. Por supuesto que los micromachismos y la violencia psicológica tienen fuertes consecuencias en la salud mental de las mujeres, he allí que la prevención y la educación sean tan importantes para erradicarla.

No es poca cosa. La violencia psicológica es a la que se le presta menos atención a la hora de una denuncia, porque no hay sangre de por medio, palabras hirientes que muchas veces hacen mayor mella a lo largo de la vida, antes de que se presente cualquier otra forma de violencia como la física. Entonces si es importante esto, para la salud mental de las mujeres.

¿Estamos en el momento de construir una nueva feminidad?

Si, creo que una de las definiciones del feminismo, en la historia, es la construcción de no solo una nueva feminidad, sino muchas nuevas feminidades. El respeto a la diversidad de las feminidades, sin que se pueda hablar de una, sin que se deba hablar de una feminidad hegemónica, de esa feminidad impuesta por el patriarcado.

Estamos desde hace algunos siglos con las primeras pensadoras y luchadoras feministas, tratando de construir nuevas formas de ser mujer, nuevas formas de decir desde las mujeres, de hacer cosas desde las mujeres, que rompan con el molde preestablecido a través de la violencia en sus múltiples formas, incluyendo la sutileza de los micromachismos.

Publicaciones Similares

Un comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *