[MEMORIA LIBRE] ¿Voto nulo?

No. No es propuesta, ni invitación. Es sólo, debe ser, una posibilidad. La máquina debe permitirlo y seguramente lo hace. En medio de todas las alternativas, las y los votantes debemos poder optar por NINGUNA, especialmente en una elección colectiva con cientos de cargos y posiciones en disputa. En esta República Bolivariana, en la que el voto es un derecho, no un deber, podemos votar como queramos y sin temor a reproches o represalias porque el voto es secreto.

Desde luego, los partidos y organizaciones políticas van a rechazar, ridiculizar, ignorar y hasta castigar esa posibilidad que desdice de sus esfuerzos de campaña. Pero un Estado/Nación que pretenda objetivos que trasciendan los intereses partidistas debe ofrecer esa posibilidad a sus electores y electoras.

El mensaje no tiene porqué ser negativo: vine a votar porque estoy de acuerdo con la consulta (de lo que se puede deducir que confía en la institución electoral), pero no encuentro diferencia alguna entre las alternativas que se ofrecen. Parecen ser todas igual de buenas.

Todo eso es bien conocido entre los electores maduros. Pero esta vez hay todavía más razones para tenerlo en cuenta. Hay, inclusive, META-razones (razones sobre las razones). Permítanme comentar sobre una de esas que es sumamente importante en la coyuntura nacional de la Venezuela del 2020.

Las redes sociales se han convertido en un escenario genial para la expresión política. Son mejores que los medios anteriores porque permiten la interacción extendidas entre las partes y, en principio al menos, todas y todos podemos participar. Y los debates, con todo y caóticos, recurren sobre ideas complejas.

Por ejemplo, está esa idea de que cualquiera que diga en línea que no es ni de derecha ni de izquierda es de derecha, porque a la derecha se le atribuye esa estratégica histórica de negar todo compromiso político asumiendo una neutralidad conveniente que, supuestamente, nos libra de las contradicciones, mientras que solo las barre bajo la alfombra. Así es como las y los izquierdistas terminan siendo particularmente contundentes con eso de «estás con nos, o estás en contra».

La dualidad es, probablemente, la más grande de nuestras meta-razones. La usamos para simplificar lo complejo «y entendelo», como diría Virulo, separando una cosa de aquello que no le corresponde en virtud de su esencia: «Un comunista no emprende negocio», «Un chavista no vota por AD», «Un adeco no vota por el PSUV», «Un socialista no apoya el libre mercado», «Si no tiene vagina, no es mujer», «Los machos no lloran», para sólo nombrar unos pocos ejemplos que invitan la discusión.

Como verán, si hacen el ejercicio intuitivo, estas dualidades se pueden reducir a un tipo de dualidad fundamental que concentra todo el esfuerzo de la comunidad científica, con mayor o menor éxito: La dualidad entre VERDAD y MENTIRA. Muchas personas suscriben permanentemente el principio lógico que, desde Aristóteles, llamamos: principio del tercero excluido [1] («en latín principium tertii exclusi (también conocido como tertium non datur o una tercera (cosa) no se da)»):

Es A o NO es A.

Esa es una meta-fórmula en la que la A es una (meta) variable que podemos reemplazar con la categoría, concepto u objeto sobre el que queremos hacer la distinción (comunista o no comunista, chavista o no chavista, adeco o no adeco, socialista o no, mujer o no, macho o no, revolucionario o no, neoliberal o no).

La conexión entre el principio y esa dualidad fundamental es una de las relaciones mas interesantes que ha podido contemplar la humanidad: la relación entre la sintaxis y la semántica de un lenguaje. La conexión entre la forma y el significado. El punto es que si «Es A» es VERDAD, «NO es A» es MENTIRA y viceversa. No hay alternativa.

El problema con esta maravillosa dualidad, uno que ha puesto a sudar a las y los lógicos clásicos desde hace rato, es que nuestra compleja realidad tiene una muy mala costumbre: las cosas (y las relaciones) cambian.

Algo que está cambiando está dejando de ser lo que es para pasar a ser otra cosa pero, ¿dejó ya su esencia? Esa es una pregunta que requiere una observación más cuidadosa y, además, desapasionada, porque sabemos que las pasiones no suelen ser buena compañía para dilucidar la verdad (La justicia es ciega, ¿no?).

El gobierno están siendo interpelado porque la terrible situación del país es atribuida, con la habitual campaña mediática bien financiada, a la revolución. El gobierno responde que no es la esencia de la revolución causar tanto sufrimiendo. Agrega, con otra campaña mediática bien financiada, que es el bloqueo. Pero hay razones para creer que han sido errores del gobierno, que sigue representando formalmente a la revolución, los que han causado al menos parte de los desastres que sufrimos. Permitan un solo ejemplo, en aras del espacio y la salud mental.

La central termoeléctrica Don Luis Zambrano, de El Vigía, sigue paralizada. Es una estructura relativamente reciente, con apenas tres años de haber comenzado a operar. Pero no llegó a 2 años de funcionamiento regular. La obra fue contratada con una empresa China que entregó un proyecto innovador que incorpora el uso de una tercera turbina para aprovechar el gas producido por la operación de otras dos turbinas a gasoil de fabricación alemana, que pueden operar por separado. Es decir, si una turbina falla, la otra puede continuar (aunque, al parecer, la tercera no).

Desde hace más de un año la planta no sirve. Se habla de que hubo sabotaje (sin que se conozca el resultado o los responsables de las correspondientes investigaciones) y el discurso oficial del Protector de Mérida es que Alemania se rehúsa a venderle la turbina a Venezuela a causa de las sanciones por el bloqueo norteamericano. ¿Alguien ha visto evidencia de esa interacción con los alemanes? ¿No sería mejor pedirle a los chinos, que construyeron la planta hace apenas 3 años, que intervengan? Ellos deben tener acceso a la turbina, habiendo adquirido dos en primer lugar y no hace tanto. Reemplazar la turbina debería ser más fácil que construir la planta completa.

Pero pasan los meses y nada ocurre, mientras el calvario eléctrico persiste. ¿Podemos preguntarnos si tenemos las personas adecuadas a cargo de ese proyecto? ¿Podemos preguntarnos alguna otra cosa sobre ese proyecto? ¿Tenemos o no tenemos derecho a saber qué ocurre con el servicio eléctrico?

El bloqueo económico y militar que impone el gobierno de EEUU sobre Venezuela es VERDAD. Tiene efectos reales evidentes y muchos que no son evidentes (como la migración del personal de la termoeléctrica). Pero el bloqueo no determina todo lo que nos ocurre. Prueba de ello ha sido la respuesta a la pandemia que ha sido mejor que la que el propio gobierno de EEUU ha procurado para su población.

El bloqueo no puede seguir sirviendo para excluir cualquier otra posibilidad como causa de los problemas. Hay candidatos del PSUV que han dado muestra clara de no tener idea del compromiso que significa hacer las leyes del país, pues no entienden principios básicos del convivir, menos aún del socialismo que dicen representar. El machismo forzado de Messuti o el clientelismo del repartidor de mortadelas contradicen claramente los principios revolucionarios. Pero van como candidatos del PSUV. ¿Son revolucionarios o no?

Por otro lado, la abstención favorece a la ultra-derecha que se ha venido quedando sin combustible mediático para su campaña de desgobierno. Van a decir que cada abstención es un voto a su favor, sin reparar que muchos y muchas quizás no vayan a votar porque cuidan su salud en medio de la pandemia. Como siempre, poco les importa lo que realmente piense la gente. Ya hay, inclusive, movimientos llamando al voto nulo, probablemente con la misma intención de reinvindicar cualquier expresión de este tipo.

Pero, ¿Cómo corregir los errores?

Tenemos que poder decir que NO aunque nos quedemos sin alternativas. No será por mucho tiempo. Las cosas cambian.

Referencia

[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Principio_del_tercero_excluido

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