[OPINIÓN] El falso dilema.

Venezuela, nuestra patria, es en estos momentos escenario de primera línea de una importante batalla dentro de la lucha de clases entre lo viejo que no termina de morir, representado por una burguesía indefinida e informe, y lo nuevo que apenas intenta comenzar a nacer. Y como decía Gramsci, en el intermedio aparecen todos los fantasmas. Entre ellos aparece el fantasma del falso dilema, que pareciera que todo el mundo está empeñado en que el pueblo, tercero en la disputa, comience a considerarlo cierto.

En que consiste ese falso dilema. Bueno, es algo así: Hay que escoger entre la negociación (llamada cómodamente “diálogo”) y la guerra. O dicho de forma más directa, correr el riesgo cierto de entregar el proceso negociando una cierta paz o entregar el proceso a través de la guerra.

Los dos bandos, gobierno y oposición, han terminado creyendo que el asunto es un problema de manejo económico, un simple asunto de mala administración de recursos y de planes. En eso ha sido terriblemente eficiente el aparato ideológico-comunicativo del poder. Es que el deterioro del poder adquisitivo del común de la gente es tan abrumador que cualquiera, al enfrentarse al día a día no tiene posibilidades de pensar de otra forma.

La gran mayoría de las personas de ambos bandos no entienden nada sobre el mercado, el capital y sus ciclos de circulación, el fetiche del dinero (redundancia innecesaria) y todas esas cosas técnicas. Economistas, algunos serios y otros no tanto, algunos estudiosos y otros advenedizos, proponen mil explicaciones desde sus puntos de vista, pero casi ninguno acierta soluciones. Los de la derecha porque evidentemente no les interesa resolver nada. Esta situación sin resolver, es su caldo de cultivo, su oportunidad de pescar en río revuelto. Los del gobierno andan de un lado para otro detrás, algunos, de propuestas insostenibles como por ejemplo la esperanza del surgimiento de una “burguesía revolucionaria” cosa que es algo así como hablar de un ladrón honrado, lo que convierteen simple eslogan, elementos esenciales del pensamiento del comandante Chávez, aquellos como, “Golpe de Timón”, “Comuna o nada”, “Revisión, Rectificación y Reimpulso”, una política petrolera autónoma, la planificación y desarrollo de la producción desde la base campesina y obrera y mil propuestas-herramientas que se han ido quedando en el vacío.

Lo más grave de este falso dilema se basa en el hecho de que ambas posturas generan y dependen de la existencia de un tercero excluido, asunto en el que, sin mucha sorpresa coinciden, siendo el carácter de esa exclusión el que define la falsedad del nombrado dilema.

Pues ninguna de las posturas, ni la negociación para evitar la guerra, ni la guerra para impedir la negociación, considera el elemento esencial del asunto que viene siendo el sujeto fundamental de todo este lío: el pueblo, especialmente el pueblo chavista que sigue siendo el sujeto colectivo de este proceso.

Necesitamos repetirlo, seguramente en Clausewitz, se podía asegurar que la política es la guerra llevada por otros medios. Pero hoy en día las cosas resultan un tanto más elaboradas y la economía viene a ser la guerra llevada por otros medios, cabronamente mediados por la política(especialmente esa política que desde la conciliación de clases condena al pueblo en el cual debería reposar la soberanía).

La sociedad capitalista, especialmente la globalizada actual, se caracteriza por su carácter fetichista, pues todo lo que en ella se produce se transforma en mercancías destinadas, exclusivamente, a hacer circular el capital en el mercado para producir ganancias al capitalista y hambre al trabajador.

En una sociedad en transición a otra sociedad, el fetichismo tiene que empezar a ser desmontado. El proceso de producción y distribución de la riqueza, que hace que tengamos que pensar, inevitablemente, en que parte de ella se destina al consumo directo, es decir a la satisfacción de las necesidades directas de vida de las personas, y que parte a la acumulación, o sea a los procesos de producción de bienes, servicios y a la reinversión que garanticen la continuidad del proceso productivo, no puede seguir siendo definido, ni por los dueños del capital, pues entonces el proceso no genera riqueza sino explotación (es decir genera riqueza pero solo para el capitalista mientras que el trabajador, único productor de esa riqueza, sigue recibiendo solo migajas). Pero tampoco puede ser determinado por la burocracia reformista que termina usando la distribución de la riqueza con intenciones clientelares y no de justicia.

Todos lo sabemos, el consumo en el capitalismo sigue cumpliendo la premisa de aquella canción de la Republica española, “… que los ricos comen pan y los pobres mierda mierda…” y la acumulación, justificada a través de los aparatos ideológicos, solo aumente “la riqueza” obscena de los capitalistas, especialmente los grandes capitalistas, mientras el pobre sigue muriendo de hambre, como históricamente lo ha hecho.

No existe opción real a nada, mientras el pueblo sea el tercero excluido. La revolución bolivariana tiene su futuro en el verdadero protagonismo del pueblo en cada uno de sus estamentos. Ayer 2 de febrero, el pueblo lo demostró en las calles de Caracas. A pesar de todas las dificultades, el pueblo venezolano sabe para dónde va. ¡Solo así romperemos el falso dilema que nos obliga a escoger entre la oligarquía o el reformismo!

Como tanto repetía nuestro comandante Chávez: La voz del pueblo es la voz de dios, y por ello: ¡Solo el pueblo salva al pueblo!

¡La revolución sin pueblo es mentira!
¡La paz sin justicia y equidad es sumisión!
¡El socialismo no es una esperanza, es una realidad que está por construir!
¡Hasta la victoria siempre!
¡Venceremos! ¡Nosotros los simples, venceremos!

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *