[OPINIÓN] La Mamá de Guillermo

(A propósito del segundo domingo de mayo)

Carolina y su familia

Carolina es la mamá de Guillermo González y este domingo, día de las madres, no estará con su hijo mayor. Guillermo tiene 25 años y desde los 23 está preso por haber denunciado corrupción en el aeropuerto de Maiquetía. Lleva dos años privado de libertad por un delito que no cometió, con un juicio que avanza poco. Dos años que, para un chamo de 25, equivalen casi al 30 % de su vida adulta. Los corruptos del aeropuerto, haciendo un giro más enredado que el de Immelmann, cambiaron de posición y convirtieron a Memo (que así le dice su mamá), y que era el que había denunciado los hechos ilícitos, en el corrupto.

Memo vive con Carolina; también con Cástulo, su papá y; con Simón, su hermano menor, en Catia. Son una familia de clase media popular. Cástulo es jubilado del Metro, en donde conoció a Nicolás; Carolina trabaja con medidores de servicios domiciliarios y Simón, era periodista de Telesur. Memo siempre se destacó. Fue el primero de su promoción como Controlador Aéreo, fue campeón nacional juvenil de tiro deportivo, es un joven profesional reconocido en la torre de control de Maiquetía, y un buen hijo y hermano. Intentó en la Academia Militar, pero no fue lo suyo. Aunque ahí tampoco pasó desapercibido.

Antes de cambiar al mundo de los aviones, tuvo el honor de ser seleccionado entre los cadetes que llevaron a Fabricio Ojeda al Panteón Nacional. Cástulo también intentó en la Academia Militar, pero tampoco se convenció. Estudió con Diosdado y con Vielma Mora y, por supuesto, conoció a Chávez, a quien se encontró años después, siendo Presidente, y le firmó la Constitución. La lleva siempre consigo. Pero ahora le suenan distintos los artículos 26, 27, 44 y 49, sobre el derecho a la libertad personal y el derecho a la justicia.

Memo es parte de la “Generación de oro” de la que habló el Comandante Chávez. Creció en una sociedad que, hasta 2013, logró importantes avances en materia de inclusión social, de participación democrática y de protagonismo popular. Cuando otros chamos estaban pensando en “irse demasiado”, Memo decidió enlazar su futuro personal al de su país. Hoy debería estar cuidando a viajantes mientras mira al cielo del Caribe y sueña con ser piloto; debería estar amando y aprendiendo más de rutas y del mundo, dándonos felicidad a todos con sus logros deportivos. Pero, en cambio, está cuidando de su vida en El Rodeo, mientras transita una enrevesada ruta judicial.

Torre de (des)control

En febrero del 2020, Guillermo fue contactado vía telefónica por un ex compañero de estudios que le ofreció plata a cambio de no reportar la llegada y salida de unos aviones en Maiquetía. Guillermo reportó inmediatamente a su supervisor, Derbys Rodríguez, y éste, a su vez, reportó a los gerentes del Servicio de Navegación Aérea, el Coronel Wilfredo Gil y el General Carlos Mata Sosa. Dos días después, los gerentes le dijeron a Guillermo que no le respondiera a Luis Alfredo Gómez Ávila (que así se llama el excompañero en la Academia Militar), que ellos ya estaban al tanto de la situación y se hacían cargo. Así fue. Se hicieron cargo, porque tres meses después, el 20.05.20, la DGCIM detiene a Guillermo por una denuncia realizada por sus superiores. La denuncia decía que Guillermo y Derbys estaban facilitando la entrada y salida de un vuelo, sin reportar. Es decir, lo mismo que Guillermo había alertado.

Hurgando en la cotidianidad de la torres de control aparecen rápidamente cuentos de aviones que no son registrados, por órdenes superiores. Salen o llegan por la rampa de Búsqueda y Salvamento, sin plan de vuelo. Como somos un país criminalmente bloqueado y las órdenes de no registrar la dan los jefes militares, podría entenderse que se trata de maniobras para burlar el bloqueo. Ilegales pero, tal vez, legítimas. No obstante, también, podría ocurrir que hay gente con poder de mando enriqueciéndose con negocios ilícitos que necesitan transporte aéreo de mercancía u ocultando las trazas de una vida lujosa, que incluye viajes frecuentes a Los Roques y otras islas del Caribe. No sabemos. Lo que sí sabemos es que el inocente está preso y los corruptos están libres ¿Quién va a abrir la boca para decir que algo está mal en la torre de control, luego de ver el suplicio que vive Guillermo (y Derbys, su jefe directo, que también está preso)? El objetivo pedagógico es claro.

La máquina de triturar pobres

Carolina aprendió en estos dos años a ser la mamá de un preso, a leerse las leyes penales y procesales, a lidiar con custodios, con jueces, con fiscales. Aprendió a ver de frente los dientes de un aparato penal que, como decía el Comandante Chávez en el Plan de la Patria, sigue siendo clasista y racista y está hecho para masticar a los débiles. La detención fue la primera de una larga cadena de violaciones a los derechos de Guillermo. Fue incomunicado en la DGCIM por 4 días; le impidieron ser asistido por su abogado privado en la audiencia de presentación; no pudo acceder a su expediente sino cuatro meses después de la detención; comenzó a recibir visitas de sus padres, en la DGCIM, solo 4 meses después de su detención y, actualmente, en El Rodeo, solo puede visitarlo su madre, porque no permiten visitas de hombres.

Además, la audiencia preliminar se difirió en 9 ocasiones porque no enviaban la boleta de traslado a tiempo o la enviaban a un penal equivocado, porque la jueza estaba atendiendo otros casos o porque no se notificó a tiempo a los abogados. El juicio comenzó pero se han espaciado las audiencias y todos los actores saben que se trata de una representación teatral en donde debe parecer que se aplicará justicia. Tanto el fiscal como la jueza manifestaron de manera extraoficial a los abogados defensores en la audiencia preliminar, que no encontraban pruebas de la comisión de los delitos imputados, pero había órdenes de avanzar en el juicio. Nadie dice quién da las órdenes.

Algo similar ha ocurrido con otros trabajadorxs presos y con otros casos que acompaña el Colectivo Surgentes. Es como si los victimarios quisieran lograr el perdón de sus víctimas, confesando que solo siguen órdenes de otro. Como si dijeran, “solo soy el colmillo que te hace sangrar, no la mandíbula que lo aprieta, no el cerebro que anticipa la mordida”. Pero no es así, es claro que son uno con la mandíbula y el cerebro de la máquina de triturar pobres. Podrían negarse y no lo hacen. Como dice, Benedetti en “Hombre preso que mira a su hijo”: “uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el derecho a no hacer lo que no quiere”.

Pedagogía de la libertad y de la justicia

Carolina aprendió también otras cosas en estos dos años de suplicio. Aprendió a reconocer la injusticia en el caso de otros trabajadores que, como Memo, están presos por denunciar corrupción o por defender derechos. Aprendió a identificar las condiciones estructurales que posibilitan esas injusticias. No hay institución o funcionario de alto rango dentro del Estado, con competencias para reparar el daño que le están causando, que no haya tocado: Nicolás, Diosdado, Jorge, Carreño, Mikel Moreno y su directora Solchi Delgado, Tarek William Saab, entre otros. No hay acera de al frente de institución del aparato penal en donde no haya estado con su pancarta. Ni medio dispuesto a conocer la verdad al que no le haya declarado.

Se organizó con otrxs familiares de trabajadorx presxs y organizaciones de izquierda para empujar la lucha en distintos escenarios y con distintas herramientas. Empujó la campaña #NavidadSinTrabajadorxsPresxs y la campaña #1eroMayoSinTrabajadorxsPresxs, le envió una carta al Presidente, firmada por más de 500 militantes de izquierda que apoyan su causa. Se convirtió en una militante de los derechos humanos, desde el campo popular. Pero su lucha, por ahora, no ha dado los resultados esperados.

“Que lo injusto no nos sea indiferente” es el lema del Comité de Familiares y Amigxs por la Libertad de lxs Trabajadorxs Presxs, tomado de la bella canción de León Gieco. Este domingo, día de las madres, Carolina seguirá siendo la mamá de un hijo injustamente preso. Pero hay menos indiferencia en el ambiente gracias a su acción, gracias a su organización, a su articulación, a su movilización y a que no se quedó mansamente callada. De su lucha, estamos seguros, más temprano que tarde, nacerá de nuevo la libertad de Memo (y el resto de lxs trabajadorxs injustamente presxs) y la justicia reparadora.

Antonio González Plessmann
Surgentes. Colectivo de DDHH

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