[OPINIÓN] La Miseria de la retórica. A propósito de hablar gamelotes

Lo más revolucionario que una persona puede hacer es decir siempre en voz alta lo que realmente está ocurriendo.
Rosa Luxemburgo

Recientemente, el Presidente de la Comisión Permanente de Economía, Finanzas y Desarrollo Nacional de la Asamblea Nacional y Vicepresidente de Economía Productiva del Partido Socialista Unido de Venezuela, Jesús Faría realizó una proposición y defensa de lo qué es llamado “el nuevo modelo económico post-rentista de la nueva etapa de transición al socialismo” enmarcado en las nuevas circunstancias históricas y económicas de Venezuela.

Según el diputado, es necesario apegarse «al análisis concreto de la realidad concreta”. Este análisis, más sosegado y menos gamelistico, permitiría ver con claridad la necesidad imperiosa de desarrollar una mayor apertura de la economía ante el gran capital, donde predomina una postura menos intervencionista y más reguladora del Estado, que permita ventas de porcentajes “ínfimos” de empresas públicas en las bolsas de subasta de valores del país; todo esto con el único objetivo de motorizar las fuerzas productivas y generar la base material para nuestro socialismo.

En resumidas cuentas, la intención sería atravesar el río de capitales y empresarios tocando las puntas del neoliberalismo, pero sin dejarse llevar por la corriente. Bajo este axioma, menciona el diputado, “el mercado se convertiría en un instrumento para la generación de riqueza que inevitablemente se traducirá en bienestar popular” creando la posibilidad de luchar contra el bloqueo y contra la contradicción fundamental de nuestra revolución, el imperialismo.

Hablemos un poco de gamelotes

Como sabrá el compañero Faría por su pasado marxista, las categorías económicas expresan relaciones sociales históricamente determinadas, en tal sentido, decir que el mercado, como categoría abstracta, es parte y además seguirá siendo parte del proceso de desarrollo humano, es un acto retórico y no analítico.

Faría, como Proudhon en su momento, nos habla de una categoría sin el más mínimo intento de explicar su naturaleza, su condición o su proceso, asumiendo que las fuerzas productivas se desarrollan mecánicamente y olvidando las condiciones históricas en las cuales se desarrollan.

El mercado capitalista es constituido por todo el entramado de la división social del trabajo, dirigido por la competencia anárquica y destructora del capitalismo y definido por el sistema de trabajo asalariado, todo lo anterior formula la realidad última del mercado capitalista, el antagonismo de clases.

El mercado moderno capitalista no lo define esencialmente el afán de acumulación, como cree Faría, este afán es simplemente un resultado del antagonismo central, que es la contradicción capital/trabajo.

Si suspendemos esta contradicción fundamental, una noción como la de imperialismo, por ejemplo, se entendería como una simplista relación entre una nación oprimida y una potencia opresora, para desmentir esta visión simplista en el caso de Venezuela cabría recordar, aunque muchos se estén esforzando por olvidarlo, que antes de la llegada del bloqueo de nuestra industria petrolera ya existía una colaboración abierta de nuestra burguesía nacional con los intereses desestabilizadores del norte global. Esa burguesía que nos quería matar de hambre durante el 2016-2019 fue y sigue siendo los tentáculos del imperialismo.

El imperialismo, del mismo modo que las fuerzas productivas y el mercado, no es una categoría abstracta, es una lógica del capitalismo financiero con instancias y relaciones históricamente constituidas, con casas importadoras en nuestro país, con distribuidoras, con patentes, con fondos de inversión, con mecanismo de presión etc. El imperialismo se deja ver en las sanciones, pero también en los empresarios nacionales que explotan a sus trabajadores, que fomentan el monopolio y la fuga de capitales.

En Venezuela, como diría el viejo Domingo Alberto Rangel, se da el caso de un capitalismo que nació viejo y de la mano del capital imperial, donde los intereses son uno y el mismo tanto para la burguesía nacional como para los instrumentos y promotores del imperialismo, basta solo con ver donde tienen resguardados sus recursos los grandes grupos financieros del país. Cabría en esta línea preguntarle al doctor Faría si sabe dónde el Grupo Mistral, nuestros recientes amigos burgueses, resguardan sus ganancias.

Un análisis concreto de la realidad concreta

Como es ya sabido por muchos, actualmente en Venezuela se carecen de datos oficiales que reflejen el comportamiento de los distintos sectores económicos. Hasta el momento la única fuente mínimamente sistemática sobre el sector industrial privado y que conocemos es la Encuesta Cualitativa de Coyuntura Industrial del I Trimestre del  2022, publicada en mayo de este año por la Confederación Venezolana de Industriales (CONINDUSTRIA) al margen de esta encuesta carecemos de información de alguna otra fuente sobre la que podamos inferir tendencias o procesos en el área económica industrial.

1. Venta e inversión

Según la mencionada investigación, el 56% de las empresas encuestadas confirman haber aumentado el volumen de sus ventas con respecto al último trimestre del 2021; sin embargo, solo el 27% de las mismas confirma haber aumentado la inversión en este 2022, 3% menos que en el último trimestre del 2021. Es decir, las empresas están vendiendo más pero invirtiendo menos.

2. Creación de empleo y activación de las fuerzas productivas

En el caso de la creación de empleo, el 53% de las empresas afirma no haber creado nuevos empleos y un 18% incluso confiesa haber tenido que disminuir el volumen de empleo requerido.

Estos dos elementos, la disminución de la inversión y el estancamiento de la creación de empleo, podría explicar la reducción de la velocidad en la reactivación de la capacidad instalada industrial, pasando de 2% entre el III y el IV del 2021 a 0.6% entre el último trimestre del 2021 y el primero del 2022, ubicándose en un en 27.6%.

Un elemento adicional sobre esta realidad es que el 53% de las empresas pequeñas solo tiene el 20% de la capacidad instalada en uso. La inversión en 75 % de las empresas pequeñas y medianas, igual o menor al del anterior trimestre del 2021. Esto último revela una tendencia a la desaparición de estas empresas o a su absorción por las empresas grandes. Para aclarar, vivimos un escenario abierto a la creación de monopolios.

3. importaciones y exportaciones

En el caso de las importaciones, 56% de las empresas consultadas participaron de la compra de mercancías en el extranjero, 11% más que a finales de 2021, por otro lado, 17% de las empresas encuestadas responde haber exportado productos en este primer trimestre de 2022; sin embargo, este número disminuyó con respecto al último tercio de 2021 cuando el 23% de las empresas colocaron productos en el mercado mundial. Tenemos, por lo tanto, más empresas importando y menos exportando.

Cuando las palabras se convierten en gamelotes  

Estos tres indicadores nos demuestran, por lo menos desde los pocos datos a disposición, que la ampliación de las fuerzas productivas gracias a la flexibilización y liberación del mercado no se está llevando a la velocidad ni en el sentido deseado. Por lo menos, en el sector industrial estudiado se revela según los datos una fuerte concentración de la riqueza, disminución progresiva de la inversión, una tendencia al surgimiento y fortalecimiento de los monopolios y una propensión estacionaria de las importaciones. Todo esto, como cualquiera puede observar, pone en peligro el propio sostenimiento del crecimiento.

El problema fundamental radica en imaginar, como muchos esperan, que con la sola reducción de los gastos fiscales, la exoneración de los impuestos de exportaciones, los financiamientos directos, la entrega de cuota de poder y la floreciente atención, cuidado y mimo a los empresarios bastará para que los mismos hagan lo que la clase obrera necesita.

Faría cita muy correctamente el socialismo de mercado chino como modelo de referencia de cara a la nueva etapa de transición; cabe aclarar acá que según las propias palabras del secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China, Xi Jinping, el socialismo de mercado se entiende como “un sistema uniforme caracterizado por la apertura y el orden de la competencia donde se establezcan reglas de mercado justas, abiertas y transparentes”.

Como se ve, no es simplemente la lógica de la oferta y la demanda lo que prima en este modelo; por el contrario, es una armónica combinación entre la mano visible (el Estado) y la mano invisible (el mercado entendido como escenario de intercambios). La tarea del Estado en tal modelo es lograr que ese escenario de intercambio se regule por reglas abiertas y transparentes, donde todos los actores puedan participar en igualdad de condiciones.

Nuestro mercado capitalista actual no tiene ni de cerca estas reglas abiertas, justas y transparentes, basta por ejemplo revisar nuestro Código de Comercio, vigente desde 1955, en el que por ejemplo, no existe un solo artículo dedicado a las actividades económicas comunitarias. En nuestro Código Civil, vigente desde 1982, tampoco en sus 1494 artículos reconoce la propiedad social comunal. Estos dos instrumentos legales en la práctica generan los contornos de nuestro mercado en lo referente al comercio y a la propiedad y, sin embargo, de ellos están excluidas todas las experiencias comunales. Esto significa que nuestra mano visible deja a merced del ejercicio caótico del mercado las esperanzas del proceso comunal.

Por otro lado, la reciente Ley Antibloqueo ha venido otorgándole mayor opacidad a nuestro ya opaco mercado, las compras realizadas a finales del 2021 por parte del fondo Sucre Energy Group, de grandes bloques accionarios en empresas petroleras, con participación de PDVSA bajo los más abrumadores criterios de discrecionalidad generan un precedente preocupante sobre la naturaleza de nuestro mercado petrolero.

La reciente iniciativa de colocar bloques accionarios por parte del gobierno de algunas empresas públicas ha generado cierto revuelo, más allá de que se hable del 5 al 10 % de las mismas, existen escenarios que se presentan imprevisibles precisamente por los precedentes ya mencionados.

En las empresas mixtas de la faja esto se deja ver con mayor claridad, por ejemplo, la Corporación Nacional de Hidrocarburos de Italia, mejor conocida como ENI, actualmente favorecida por una licencia del Departamento del Tesoro de EEUU para comercializar los hidrocarburos venezolanos en Europa, es socia junto a PDVSA de las empresas Petrojunin y Petrobicentenario con el 40% de las acciones en ambos casos. ¿Qué pasaría si comprara un pequeño 10% de las acciones públicas de PDVSA? ¿No cambiaría radicalmente la naturaleza de la alianza económica? ¿No es esto un riesgo a la soberanía que ese mercado opaco fomentado por Faría permite?

Retórica o gamelotes.

La retórica tiende usualmente a justificar la realidad y alienarla, fomenta las medias verdades y llena los vacíos en sus argumentos no con hechos o datos sino con apreciaciones muchas veces construidas desde la emoción y el oportunismo; es definitivamente muy dañina para cualquier revolución porque la ciega con arrogancia y descrédito. Si caer en la incomodidad del gamelotismo permite espantar la retórica que tanto daño le hace al proceso revolucionario, permítaseme el gusto de decir que hablo gamelotes.      

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