[ARTICULITO 01]: ¿Qué relación guarda la economía con la conciencia?

Esta pregunta la sugirió el compa Juancho, y está situada en el orden de los cuadernillos, por allá en el número 22. Pero, frente a lo que estamos viviendo en nuestra Venezuela en esta guerra económica de IV generación, como que vale la pena entromparla de una vez. Y por ello vamos a comenzar por aquí y dejamos el tema de la mercancía para la segunda conversa.

El otro día conversaba con un empleado de un supermercado de los grandes por aquí, que me comentaba que a ellos les estaba durando un día la misma cantidad de harina precocida que antes les duraba 15 días. ¿Qué quiere decir esto, que ahora comemos 15 veces más harina que antes? No, parece que lo que pasa es que ahora compramos 15 veces más harina que antes, simplemente. Uno de los objetivos de la guerra económica es crear en la gente la visión de la inestabilidad para que tenga la sensación de que todo anda mal y modifique sus conductas habituales.

Una amiga de oposición me decía: “pero no me puedes negar que no hay harina precocida, ni de uno ni de otro (quería decir ni la de la empresa privada ni la del gobierno), eso demuestra, seguía diciendo, que no hay producción en Venezuela. La culpa es que no hay divisas porque el gobierno le ha regalado toda la plata a Cuba y aquí estamos sin una locha”. Traté de argumentar el hecho por ejemplo, de que en Colombia, en Aruba y Curazao, en Panamá (para hablar solo de lugares cercanos, hay harina de la de ellos por cantidad y fabricada en Venezuela) y que además sí la empresa que la hace carece de dólares ¿por qué no ha dejado de producir cerveza?. Lo único que logré fue que casi peleamos. No pude hacer que me oyera. Y no la pude convencer con ningún argumento.

Luego cuando estaba solo me puse a pensar en lo que esto significa. No es el problema de existencia o no de un producto, pues si sumamos las dos situaciones descritas tenemos que concluir que es otra cosa lo que pasa. Porque además, si en el supermercado que queda en la plaza van a vender harina, desde la madrugada hay una larga cola de personas (que nadie sabe cómo, adivinaron) que solo se acaba, la cola, cuando se termina la harina. Y la gente paga la harina al precio que se la venda.

Arriba decíamos que uno de los objetivos de la guerra (el más logrado quizá) es el de crear “sensación” de inestabilidad en la gente. No importa si de verdad falta el producto o no. A veces de un momento a otro se forman largas colas en las gasolineras porque “se va acabar la gasolina” cosa que no ocurre. O llega leche en la bodega de la esquina y toda la familia (cada uno con dinero) hace cola para llevar a su casa la mayor cantidad posible de leche, para poder sentirse seguros teniendo harina, leche, papel sanitario acumulado, “para que así no nos falte”. Situación que además de “sensación” de inestabilidad como daño colateral, aumenta la escasez…

Es evidente, entonces que el problema además de material, además de estructural, además de administrativo, además de económico, es por encima de todo ideológico. Es un problema que no solo tiene que ver con el costo de la canasta básica, con la mala distribución de productos, la ineficiencia de ciertos sectores productivos del gobierno, el bachaqueo y la guerra descarada de la oligarquía contra el pueblo y el gobierno. Sino que además tiene que ver esas “sensaciones” que mediáticamente se crean en las personas hasta hacer de la inestabilidad un terremoto social.

Es decir, es inevitable concluir que la “economía” depende fuertemente de la “ideología”, entendida ésta no como “forma de pensamiento” sino más bien como “falsa conciencia”. Mucho de lo que pasa en la “economía” depende de la “conciencia” con la que asumamos la situación.

Más adelante en estas conversas vamos a ver como las personas tienen una relación de dependencia con el concepto de salario. Pues el tener un salario da la “sensación” de estabilidad. La mayoría de las persona no han hecho consciente el hecho de que son explotadas y de que todo cambiaría si desapareciera el trabajo asalariado. Lo mismo pasa con la harina, no importa si el vecino puede comprar o no, lo mismo que yo, pero si puedo lleno el closet de paquetes, así les salga coquitos, pues eso me produce “sensación” de estabilidad.

Es evidente entonces que si desarrolláramos una conciencia que nos permita entender que nos están explotando, que están jugando con nosotros para crear una situación artificial de “inestabilidad”, todo comenzaría a cambiar. Pero eso pasa por cambiar no solo formas de producir, sino transformar patrones culturales y de consumo, pasa por cambiar conductas individuales por conductas comunitarias. Pasa por comenzar a pensar la economía desde la conciencia. Visto así, hacer revolución no es solo cambiar la distribución de la producción o el consumo. Fidel decía que el asunto no está en crear conciencia a partir de la riqueza, sino más bien generar riquezas desde la conciencia. Y ese es otro asunto.

Parece, entonces, que parte de la solución del problema “económico” está en retomar con fuerza la Misión “Tu conciencia bien equipada”

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