[COMUNAS] Tomar el Cielo por Asalto

«Articular históricamente lo pasado no significa conocerlo «tal y como verdaderamente ha sido». Significa adueñarse de un recuerdo tal y como relumbra en el instante de un peligro». Walter Benjamin, Tesis VI, Tesis sobre la filosofía de la historia.

La historia en un escenario de pugna permanente, de rescate y lucha por la memoria desde donde se consolidan las metas y el espíritu revolucionario.

Trotski afirmaba que la narración histórica en períodos revolucionarios ponía al descubierto las relaciones de clase y conducía todos los problemas y contradicciones a su más alto grado de pureza , concluía que durante estos períodos, la lucha de ideas se convertía en el arma más directa de las clases enemigas o de las fracciones de una misma clase.

Este  18 de marzo se conmemoran 150 años de la rebelión popular de 1871 que dio origen a la Comuna de París; hito de profunda importancia dentro de la tradición revolucionaria y sobre todo dentro del proyecto de autogobierno enmarcado en la epopeya comunal venezolana.

Ambos procesos al calor de sus realidades históricas enarbolaron y enarbolan la comuna como medio para materializar y concretar el socialismo, en guerra frontal contra las fuerzas reaccionarias, burguesas e imperiales. Juntas son parte del largo camino de lucha rebelde de los oprimidos para tomar el cielo por asalto.

Por eso  después de 150 años la Comuna de París no resulta ser un mohoso recuerdo del pasado como desean afirmar el burgués y los sujetos reaccionarios, sino el mismo reflejo de nuestra historia y nuestra lucha. Por eso y en este instante de peligro, como señala Benjamín, es desde donde decidimos adueñarnos de ella.   

Una historia breve y parecida.

ProsperOlivier Lissagaray relator y testigo de las acciones populares de París nos narra en su «Historia de la  Comuna de 1871» el proceso de gestación de la insurrección de 1871, así como sus razones y actores.

Según el autor, la comuna nace al calor de la guerra franco-prusiana específicamente durante el asedio prusiano de París, como respuesta a la fuerza imperial que la atacaba y a la traición e ineficiencia del gobierno burgués de turno: «¿Ha cumplido con su misión el gobierno que se ha encargado de la defensa nacional?.. No.. Con su lentitud, su inercia, su indecisión, lo que nos gobiernan nos han conducido al borde del abismo… No han sabido ni administrar ni combatir… La gente se muere de frío, ya casi de hambre… ¡El gobierno ha dado la medida de su capacidad, nos mata… están juzgados…! ¡Paso al pueblo! ¡Paso a la Comuna!” afirmaba una proclama del 6 de enero de 1871. Poco más de dos meses antes de la rebelión, la comuna fue entonces una rebelión contra  un gobierno agotado e injusto, fue el reconocimiento de la base, máxima de autogobierno; fue el empoderamiento y la profundización democrática para la supervivencia del pueblo.

Luego de la defensa organizada por los propios parisinos ante el asedio prusiano de finales 1870, la creación de una guardia nacional fundamentalmente constituida por obreros y  pobres con artillería conseguida y financiada por el mismo pueblo, París resultaba peligrosa para las élites gobernantes refugiadas en Versalles. En plena resistencia heroica de la guardia nacional frente al ejército prusiano y frente al reclamo honesto y claro al gobierno, Versalles respondía con injurias acusando a los agitadores de ser agentes prusianos que socavaron la lucha contra el enemigo extranjero.

Para el 18 de marzo la disputa entre Versalles y París resultó insostenible; Versalles y con ella los burgueses ricos, los monárquicos y el clero reaccionario arremetieron contra París. El día anterior, en plena noche, Adolphe Thiers representante del gobierno de Versalles ordenó requisar los doscientos cincuenta cañones guardados por el pueblo de París ante la inminente insurrección, para de esta forma, a la tres de la mañana del día 18, dar inicio la operación.

A lo largo de todo el día se darían enfrentamientos y revueltas en las calles, mujeres y hombres defendían con la vida los cañones símbolos del poder del pueblo. Como afirmaba Lenin, el período de transición y de derrocamiento de la burguesía, es el  período de las luchas de clases encarnizadas en formas agudas y nunca vistas. París desde 1848 no había visto un vuelco tan masivo y popular en sus calles, con tanto arrojo y valentía propio de un pueblo en penurias.

“A las once de la noche, el pueblo ha dominado la agresión en todos los puntos, ha conservado casi todos sus cañones y se han adueñado de millares de fusiles. Los batallones federados están en pie; en los barrios la gente arranca los adoquines», relata Lissagaray.

Para el 19 en la mañana la bandera roja ondeaba en el Hótel-de-Ville; el ejército, el gobierno y la administración se han evaporado. El Comité Central, instancia ejecutiva de la Comuna, se adueña de la cabeza de París, su principal misión centran en un pensamiento «Devolver el poder a París».    

En pleno 19 de marzo el Comité Central redactó su manifiesto, difundido en los días siguientes por periódicos y decretos:

«Los proletarios de París, en medio de los fracasos y traiciones de las clases dominantes, se han dado cuenta de que ha llegado la hora de salvar la situación tomando en sus manos la dirección de los asuntos públicos. Han comprendido que es su deber imperioso y su derecho indiscutible hacerse dueños de sus propios destinos, tomando el Poder»

Enseñanzas de la comuna de París.

El 17 de abril de 1871 cuando se desarrolla plenamente la lucha por defender la comuna de París, Karl Marx  escribe en una carta a su amigo Kugelman: «Gracias al combate emprendido por París, la lucha de la clase obrera contra la clase capitalista y el Estado capitalista han entrado en una nueva fase. Sea cual sea el final, se ha obtenido un nuevo punto de partida, cuya importancia histórica es universal”.

Más tarde tanto Marx como Engels afirmaron la importancia de la  Comuna de París  para la teoría revolucionaria, esta vez en el Prefacio de la edición alemana del Manifiesto Comunista de 1872 donde afirman: “La Comuna ha demostrado, sobre todo, que «la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal y como está y servirse de ella para sus propios fines… La comuna como antítesis del Estado imperial debía formular su propia maquinaria». Ambos elementos quedaron  revelados en el proceso práctico de la comuna en 1871.

La primera acción de la Comuna fue desmontar todo el Estado  burocrático y el ejército permanente; tanto la policía como el aparato administrativo fueron asumidos por la Comuna. De esta forma todos los miembros de la Comuna debían devengar salarios de obrero, para con esto procurar la desaparición de los intereses creados de los funcionarios y el carácter nobiliario de los puestos políticos. Igualmente, todo funcionario podía ser removido y auditado en todo momento, esto protegía a la comuna del peligro del exceso de poder o de la corrupción de funcionarios y le garantizaba control político y moral.

Todas las instituciones de enseñanza fueron abiertas y gratuitas al pueblo y al mismo tiempo liberadas de toda intromisión de la iglesia y el Estado, lo que le permitió a la Comuna control espiritual de la sociedad.

En cuanto a la institución de la propiedad, queda supeditada a la propiedad individual; los medios de producción fueron entregados a los obreros y el derecho al trabajo se convirtió en inalienable. Por otra parte también se reconoció como vital el acceso del campesino a la tierra y su defensa.

Como lúcidamente resumiría Marx un año después:

“La Comuna pretendía abolir esa propiedad de clase que convierte el trabajo de muchos en la riqueza de unos pocos. La Comuna aspiraba a la expropiación de los expropiadores. Quería convertir la propiedad individual en una realidad, transformando los medios de producción – la tierra y el capital-, que hoy son fundamentalmente medios de esclavización y de explotación del trabajo, en simples instrumentos de trabajo libre y asociado” 

Parafraseando a Antonio Gramsci, era el fondo mismo de la política social construyendo su estructura jurídica y política; las fuerzas productivas conscientes tomando su destino en sus manos por medio de la emancipación de su trabajo.

La comuna de París y Venezuela

El 18 de mayo del 2010 el comandante Chávez en una alocución desde San Francisco en el Estado Zulia, recordaba la Comuna de París y reconocía la vinculación que sostiene el actual proceso comunal con ella, al afirmar “…Reivindico… la Comuna de París, y el socialismo de la Comuna de París… y allí nosotros nos inspiramos para el movimiento comunal venezolano, los comuneros, las comuneras, el nacimiento de nuestras comunas hoy en Venezuela, el socialismo bolivariano.”

También señalaba la cercanía y pertinencia con el programa de la Comuna de París: “el programa de la comuna se sintetizaba de la siguiente manera, leo: “Dar la tierra a los campesinos (lo que estamos haciendo aquí ¿verdad?), dar la tierra a los campesinos, los instrumentos de trabajo a los obreros, y el derecho al trabajo para todos”. Dar la tierra a los campesinos, instrumentos de trabajo a los obreros y el derecho al trabajo para todos; tres consignas elementales.”

No cabe duda que  todo el proceso bolivariano ha girado en torno a premisas profundamente democráticas, el principio constitucional de protagonismo y participación popular lo dejan ver claramente. El proceso comunal en este caso pasa a hacer una profundización de estos principios, esta vez por medio de la formulación de un nuevo sujeto político «El Comunero» y un nuevo escenario de lo político «La Comuna», con la ambición de generar un nuevo sustento material de lo político por medio de la propiedad social y los sistemas de agregación de la geografía viva , en pugna permanentemente con los remanentes del viejo estado burgués, acumulando cada vez más fuerza social y organización popular rumbo al Estado Comunal; esa nueva máquina de la que habla Marx y en concordancia con las lecciones de París.

Actualmente somos atacados, como hace 150 años lo era el pueblo de París, por un asedio imperial y criminal que nos insta a organizarnos como Comuna para defendernos. Junto a eso también estamos obligados a profundizar más la democracia política y económica que hoy vivimos, rememorando nuevamente ese sencillo programa de la Comuna de París: «Dar la tierra a los campesinos, instrumentos de trabajo a los obreros y el derecho al trabajo para todos”.

Por eso en el marco del llamado del presidente Maduro a enarbolar la creación de las 200 ciudades comunales, creemos pertinente concentrar la artillería en profundizar la discusión de las comunas en torno al álgido tema del autogobierno, la necesidad de la propiedad social como medio de sustento material, la naturaleza y condición de los nuevos sistemas de agregación, las nuevas formas de educación emancipadoras y sobre todo la relación con el Estado.

Hoy son nuestras calles las que hierven, somos la esperanza del siglo.  

En tal sentido recordemos a Chávez cuando afirmaba:

“Démonos cuenta de lo que está ocurriendo en Venezuela y en el mundo. Nosotros no podemos fallar, porque en verdad, así como la Comuna de París fue una experiencia, la primera experiencia socialista en el siglo XIX y fracasó, apenas duró dos meses y pocos días y fue cercenada, aquí estamos nosotros, la Revolución Bolivariana podemos llamarla por una parte la última revolución del siglo XX y sobre todo, la primera gran revolución del siglo XXI, la Revolución Socialista.”

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