[CRÓNICAS RADICALES] Con un guarapo si es necesario

Todo inicia en su casa. Ahí estaba Joana Ramírez, organizando la distribución de huevos a precio justo para su comunidad. Tiene veinte años viviendo en la Aldea  de Caño Guayabo, al norte del municipio Andrés Bello del estado Mérida. En medio de montañas azules y el horizonte marabino comparte la vida junto a su esposo José Luis Altuve y su gordo – así le llama a su hijo- Bengrin Altuve.

Hace 23 años nació Bengrin, uno de sus grandes amores. Una condición especial en su cerebro lo invade desde entonces. Darle un hogar acorde al pequeño, se convirtió en una de las necesidades que sólo una Revolución podía cumplir: “Yo iba a marchas y empecé a vincularme y a ver que el proceso revolucionario era una realidad, que se hacían realidad las cosas que el comandante Chávez le estaba prometiendo al pueblo”.

Chávez, el mismo que aprendió a escuchar el alma del pueblo, marcó con su muerte la vida de Joana. No fue solo un presidente: “para mí ha sido un ser querido, porque gracias a él tengo mi casa que era una necesidad primordial en el grupo familiar y gracias a él muchas personas pudieron tener otras cosas que en su momento validó. Nos dejó un vacío muy grande que nadie lo va a suplementar”.

En el hecho, Joana y su familia cuentan con un espacio físico, tiene un hogar que trasciende al trabajo comunitario. Participa  en el consejo comunal, en el clap y somos venezuela. La casa es un elemento particular en esta historia. Hoy es vocera del comité ejecutivo en el área de vivienda y comenta con fuerza y aire de alegría la hechura de 39 viviendas y el mejoramiento de 17: “La comunidad es nuestro hogar, no es solo el espacio donde vivimos sino que es toda la comunidad, todo el ámbito geográfico de nosotros y nosotras, tenemos que cuidarlo y  quererlo porque cómo nos vamos a sentir bien si nuestra comunidad no está bien. Es el futuro de nuestras generaciones”.

Las convicciones de esta mujer y la de su familia no han sido ni serán piezas fáciles de desplazar, derrotar, detener o matar. Por años este núcleo familiar ha dedicado su vida a la  unidad de producción familiar procesando frutas, pero los embates de la guerra que golpea sin piedad al pueblo venezolano nos los dejó por fuera, haciéndoles perder el acceso a  materiales o  insumos y temporalmente deteniendo su producción. Resolver su día a día se ha hecho cuesta arriba, y ahora solo les queda los ingresos que su esposo puede obtener al trabajar con su carro.


Lo impostergable se transforma, no desvanece. Aun cuando las heridas se profundizan en las y los venezolanos, Joana responde con participación y articulación comunitaria. Si hay otros amores en su vida, son las luchas permanentes por su comunidad “Siempre voy a participar en el consejo comunal porque eso me nace del corazón, lo hago con todo el cariño así no reciba ninguna gratificación monetaria ni gratificación  de las mismas personas, pero  siempre me nace del corazón hacerlo”.

“Pese a todo lo que nos hagan la revolución y el presidente va a contar con los verdaderos chavistas, revolucionarias y  revolucionarios”. Así respondía con una sonrisa de pureza, llena de coraje mientras conversaba sobre la guerra económica. Pero rescataba con mayor fuerza y esperanza de justicia la revisión a todos y todas, “no solo a las instituciones sino también al poder popular”.

Con espíritu irreverente reflexionaba sobre el daño que se le  ha venido haciendo a la patria, las conspiraciones nacionales e internacionales para derrocar una base que se forjo con el comandante Chávez. Afirmaba que ante las circunstancias “nosotros y nosotras  también hemos hecho una guerra, nosotros y nosotras también hemos contribuido a eso porque  no respetamos si le queremos vender a otras personas, se lo revendemos al mil porciento así no nos importe nada”

“Yo he tenido necesidades, porque nosotros a veces si no tenemos con que comer las arepas, con guarapo  nos la comemos, cuál es el problema, y he tenido la necesidad de los medicamentos del niño y a mí no me ha tocado ir – ni lo haré- a vender una plata para ir a comprar la medicina del niño. De alguna manera he buscado la forma de que se consiga, no quedarse estancada diciendo que no puedo y mucho menos decir  que me voy a agarrar la plata y me voy a bachaquear”.

El protagonismo popular que encarna Joana transmite el resultado de la ética revolucionaria que el pueblo ha engranado a lo largo de estos años, una muestra de radicalidad de millones de militantes de la revolución y de la vida, por una causa inquebrantable: El amor a Chávez, el amor indispensable para continuar la batalla por una patria libre y soberana.

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