[EDITORIAL] Sobre amenazas y descontentos

El 22 de enero de 2019, Mike Pence, respondió a la solicitud que días antes hiciera el propio Presidente Maduro a Donald Trump sobre “un diálogo franco, directo, cara a cara, (…) para que usted vea que nosotros somos de verdad y somos gente con la que se puede hablar, negociar, entender y acordar»1. Horas después, la respuesta de Pence fue más que elocuente. Guaidó más adelante se dispone a cumplir el libreto dictado desde el norte, autoproclamándose fraudulentamente como presidente interino. “Los Estados Unidos apoya la valiente decisión de Juan Guaidó, el presidente de la Asamblea Nacional, de defender los poderes constitucionales de ese organismo, declarar a Maduro como usurpador y pedir el establecimiento de un gobierno de transición”2afirmó Pence en su declaración.

La situación se presenta en extremo delicada. Aunque la disputa simbólica que se ha desatado en las redes sociales buscando validar la fraudulenta asunción de Guaidó como interino, redunda en lo absurdo y caricaturesco, la derecha nacional e imperial sigue jugando a una dualidad de poderes que les permita acumular fuerza, ganar reconocimiento y financiamiento foráneo para así propiciar el golpe y disputar el gobierno que encabeza el Presidente Nicolás Maduro; lo que traería consecuencias nefastas para nuestra nación y un precedente peligroso para el resto de los países de la región.

La estrategia Trump aunque luce muchas veces caprichosa y desproporcionada, en este caso se sintoniza con la lógica intervencionista que históricamente ha empleado EEUU. Trump nítidamente lo planteó cuando dijo: “El problema en Venezuela no es que el socialismo haya sido implementado pobremente, sino que el socialismo ha sido implementado fielmente”3 No se trata entonces sólo derrocar el gobierno de Nicolás Maduro lo que se propone la élite imperial, busca adicionalmente enterrar el chavismo como movimiento histórico, como expresión política del pueblo pobre, y torpedear la figura de Chávez desprestigiándolo como referente aglutinador de esta fuerza política. Pero la estrategia imperial busca aún más: borrar la conexión, la identidad del pueblo pobre con el proyecto socialista, endilgarle a éste la crisis actual, y responsabilizarle de todos los males que hoy vive Venezuela, para así proyectarlo como un mal ejemplo para el resto de los pueblos del mundo que luchan contra el capitalismo. Con la narrativa de una Venezuela en ruinas a causa del Socialismo, se pretendería una sentencia a muerte, por lo menos en el plano simbólico, del proyecto socialista, que apenas mostró atisbos de construcción en nuestra Venezuela bolivariana.

La incitación al golpe es la manifestación central de la agresión imperialista, pero no la única. Es una expresión táctica de alta peligrosidad que debe ser derrotada con determinación y gallardía, pero sin perder la perspectiva de la estrategia global de la agresión.

Como ya es lamentablemente conocida la actitud imperialista, estamos obligados a revisar la política revolucionaria, reconocer que la embestida se monta sobre los desaciertos político-económicos del gobierno, que han agudizado sin duda la crisis venezolana y que además de deteriorar de forma alarmante las condiciones de vida del pueblo venezolano, imposibilitan una respuesta favorable y sólida para enfrentar la crisis. ¿Esta crisis por la que atraviesa nuestro país es causada exclusivamente por la agresión norteamericana y su correlato protagonizado por la oligarquía venezolana? ¿Puede un pueblo desmoralizado y confundido dar respuesta contundente contra estas agresiones?

Para muchos fue sencillamente sorprendente la cantidad de personas que acompañaron a la derecha venezolana este 23 de enero en las distintas ciudades del país. Cerrar los ojos y negar esa realidad no serviría de mucho a la hora de analizar a profundidad la coyuntura que atravesamos y definir la política a seguir, sin embargo vale la pena preguntarnos ¿Toda esta gente que participó en las concentraciones atendió el llamado de Pence? ¿Corrieron convencidos ante a la convocatoria del recién llegado y desconocido Guaidó? ¿Constituye esta masa la militancia de apoyo de la derecha venezolana? Sin duda, una parte de las personas asistentes a los eventos, manipulados por la propaganda capitalista, se sintieron más que identificados con el llamamiento de Pence, pero el plus convocado en esta oportunidad, la gran mayoría de los asistentes, simplemente buscó ingenua o concienzudamente, manifestar su descontento creciente frente a la crisis que afecta especialmente a la clase trabajadora, que ve su salario desintegrarse frente a una hiperinflación galopante y un deterioro acelerado en la cobertura de las necesidades básicas. Una crisis que no alcanza a explicarse sólo desde la agresión sino que exige revisar la política del gobierno y su responsabilidad, que hasta ahora tiende a negarse.

Puede resultar difícil aceptar esta realidad, que llevaría necesariamente a rectificar la estrategia política del gobierno en particular y de las fuerzas revolucionarias en general, en tanto la depauperación de las condiciones de vida, el desgaste social y el descontento político constituyen hoy una realidad ineludible en la base social de apoyo chavista.

Lo cierto es que desde aquella amenaza que soltó Trump en agosto de 2017, cuando sentenció que tenían «muchas opciones para Venezuela, incluyendo una posible opción militar»4, esa amenaza latente, viene arrancando con cada vez más fuerza concesiones políticas y económicas que vienen debilitando la existencia misma de la Revolución Bolivariana. Se ha venido cediendo terreno valiosísimo al capital nacional y transnacional en detrimento de la clase trabajadora venezolana, con concesiones importantes en la industria petrolera, la actividad minera, privatizaciones, flexibilización del régimen tributario, abaratamiento de la fuerza de trabajo, incentivos entreguistas para la inversión extranjera que entre otras medidas viene privilegiando el poder del capital, mientras se alimentan velozmente los índices de pobreza que venían retrocediendo en tiempos de Chávez, obligándole a lxs pobres nuevamente pagar la crisis que la propia burguesía nacional y transnacional, con la complicidad de la clase empresarial emergente y vinculada estrechamente con altos funcionarios del gobierno, sin duda han provocado. Es decir, si en términos de guerra hablamos, el ejército con el que dispone el chavismo, su base social de apoyo para enfrentar la agresión multifactorial viene depauperándose a causa de serias contradicciones económicas y políticas gubernamentales que parecen cada vez más, beneficiar a las clases dominantes.

El imperio recrudece su arremetida cuando identifica debilidad en el oponente. Si con cada amenaza la revolución continúa cediendo espacios y hace concesiones, aparentemente en aras de ganar tiempo, por lo menos ha de honrar dichas concesiones fortificando a nuestra base social de apoyo, y debilitando en algún flanco al enemigo. Pero viene ocurriendo justamente lo contrario. La lógica de negociación y concesiones tal como lo ha emprendido el gobierno nos ha traído a la actual situación, que amenaza con acelerar la entrega no sólo en el plano económico sino ahora en su correlato político. Igualmente la construcción discursiva alrededor del antiimperialismo viene desgastándose a causa de la ambigüedad del verbo oficialista, que en momentos juega a la conciliación y la negociación y en otros, a una cada vez más inverosímil transgresión y la radicalización.

Ya parece un lugar común citar la famosa advertencia del Che que alerta que los pueblos revolucionarios del mundo no pueden confiar en el imperialismo ni tantico así. Pero parece que no terminamos de aprender la lección. Igualmente el viejo adagio romano deja muchas lecciones: “la mejor forma de evitar la guerra es preparándose para hacerla”, es decir, es fundamental procurar la disuasión de la agresión, que no sólo se logrará por vía del equipamiento y la fortificación de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, sino especialmente por vía de la organización y movilización popular, decepcionada y desmovilizada ahora, en buena parte por las heridas causadas en esta crisis y por la incapacidad de la dirigencia de dialogar con esa insatisfacción creciente de sus demandas. ¿Cómo castigar a los verdaderos causantes de la crisis y priorizar en las necesidades del pueblo? ¿Cómo re-aglutinar a la fuerza chavista desde la vocación rebelde que nos caracteriza? ¿Cómo recuperar la confianza, enfrentar el descontento, combatir la desesperanza y vincular nuevamente a las mayorías? ¿Cómo repolitizarnos, repolarizarnos y remoralizarnos como pueblo para enfrentar los nuevos escenarios adversos?

Un viraje profundo de la política económica, acompañado de un proceso de repolitización no solo de la base chavista en particular, sino de lxs pobres en general, es urgente. Pero un proceso de repolitización no es un simple cambio de consignas ni de colores. Exige profundidad, honestidad, pedagogía del ejemplo y espíritu combativo. Rectificación. El imperio no duda en arremeter contra pueblos débiles y conciliadores. El chavismo fundado en el combate y la rebeldía no admite traición ni pacto de élites.

Referencias:

1 Maduro invita a Trump a un diálogo «franco y directo» https://actualidad.rt.com/actualidad/302597-maduro-invitar-trump-dialogo-franco

2 https://elpais.com/internacional/2019/01/23/actualidad/1548268265_209183.html

3 “Crisis en Venezuela es por el socialismo que se ha implementado fielmente”: Trump arremete contra Maduro ante la ONU. https://es.panampost.com/sabrina-martin/2017/09/19/rump-arremete-contra-maduro/ 

4 Trump no descarta «una opción militar» en Venezuela https://www.telesurtv.net/news/Trump-no-descarta-una-opcion-militar-en-Venezuela-20170811-0067.html

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