[EFEMÉRIDE] Alexandra en la memoria

Una vida de lucha

Alexandra Kollontái, es reconocida como una de las revolucionarias más aguerridas de la Revolución Rusa y como una de las más comprometidas promotoras de los derechos de la mujer proletaria. Fue la primera mujer elegida para el Comité Ejecutivo del Sóviet de Petrogrado en 1917 y  la primera mujer en la historia en formar parte de un gobierno, ocupando el Comisariado del Pueblo para la Salud y el Bienestar Social, desde el que empujó proyectos legislativos y ejecutivos dirigidos a la despenalización del aborto, legalización del divorcio rápido y gratuito a disposición del hombre y de la mujer. También elaboró amplios proyectos para la ejecución de programas de prestaciones sociales en forma de salarios de maternidad, guarderías y hogares infantiles dirigidos a aliviar las cargas de las obreras. 

Nacida en San Petersburgo el 31 de marzo de 1872, desde muy joven, Kollontái fue testigo de los grandes procesos de movilización y agitación obrera desarrollados desde finales del siglo XIX en la ciudad como epicentro del desarrollo industrial de Rusia. Con tan solo 23 años no solo fue testigo de las fuertes condiciones laborales de las obreras textiles, sino que también participó en una de las tantas huelgas de la época, denunciando las jornadas laborales que alcanzaba las 18 horas diarias y las condiciones extremas de explotación, inhumanas e insalubres por lo demás, que impedía que muchas no alcanzaran los 30 años de vida.

Desde 1896 se unió a los grupos revolucionarios de San Petersburgo, involucrándose en las actividades clandestinas de las organizaciones que luchaban contra el zarismo. Esto le permitió entrar en contacto con los círculos marxistas del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), afiliándose al mismo en 1899. Posteriormente será protagonista en el debate que desembocará en la modificación del programa del POSDR, estableciéndose desde 1903 la plena igualdad de derechos entre hombres y mujeres en el partido. 

Tras esta acción, el partido se convirtió en pionero del marxismo en esta cuestión; los socialdemócratas rusos inscribieron en su bandera la lucha contra la opresión de la mujer trabajadora y la necesidad de su liberación. En esta línea sin embargo Kollontái sostuvo la necesidad de no abogar por organizaciones separadas, como pretendieron algunos de sus compañeros, ya que entendía que la emancipación de las mujeres trabajadoras sólo podría ser realizable integrada en la lucha por el socialismo, junto con el resto de la clase obrera. Por eso también insistía en la necesidad de realizar acciones concretas para ganarse a las mujeres de cara a la lucha revolucionaria.

Luego de los acontecimientos de 1905, en los que Kollontái participó activamente, se vio obligada a abandonar el país tras una condena de los tribunales zaristas, estableciéndose por varios años en Alemania, donde participó en la I Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en Stuttgart en 1907, participando como integrante de la delegación rusa.

Durante su exilio estableció dialogo y debate con grandes figuras revolucionarias del momento, como Karl Kautsky, Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Karl Liebknecht, Sofía Liebknecht y Gueorgui Plejánov. También hizo parte de los diversos debates desarrollados en Rusia durante estos años por medio de sus escritos en periódicos y panfletos, siendo este periodo uno de sus más prolíferos desde el punto de vista de la escritura.

Tras el estallido de la primera guerra mundial y las posiciones en defensa de la guerra imperial por las que abogó la mayoría de la socialdemocracia, Kollontái decide inclinarse por la facción bolchevique del partido socialdemócrata y posteriormente participar activamente en el gobierno bolchevique de 1917.

Tras la formulación de la Nueva Política Económica en 1921 Kollontái fue parte del denominado “debate sobre los sindicatos” desarrollado durante el X Congreso del Partido Bolchevique en 1921 como una de la lideresas de la facción sindical obrera u oposición de izquierda. Tras profundos quiebres y una pírrica victoria de Lenin en la controversia, Kollontái terminaría alejándose de los espacios deliberativos del partido e incluso de la palestra pública.

Fallecería el 9 de marzo de 1952, 30 años después de su ostracismo, convertirían en la última Bolchevique miembro del Comité de 1917 en fallecer (sin contar a Stalin). Bajo el silencio del Stalinismo y bajo la sombra de sus purgas el legado de Kollontái se vería silenciado en su propio país.

Legado de Kollontái

Parte del legado de Kollontái ha seguido presente en los debates del marxismo, desde la necesidad de conjugar la lucha por los derechos de la mujer junto a los esfuerzos por reconocer la realidad intricada de su de explotación.

Tanto el reconocimiento del trabajo reproductivo dentro de la teoría marxista, como la condición de praxis que ella contempla de cara a la organización política, son fruto de los primeros debates desarrollados en parte gracias a Kollontái.

Incluso las polémicas entre marxistas y atomistas sobre la naturaleza del valor en el trabajo de reproducción, las nuevas formas de reconstitución de las fuerzas de trabajo, las nuevas funciones del capitalismo cognitivo y las nuevas formas de resistencia entre el Capital-Vida, son gracias al debate planteado por Kollontái.

Hoy el horizonte trazado por Kollontái yace tan agitado como el mar del San Petersburgo que la vio nacer. El mundo sigue repitiendo con su fuerza y potencia: “Una mujer podrá tener igualdad de derechos y ser verdaderamente libre sólo en un mundo de trabajo socializado, de armonía y justicia social y económica”

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