[ENTRELUCHAS] Consecuencias psicológicas del fenómeno salarial en Venezuela

El pasado 12 de enero el Presidente de la República Nicolás Maduro entregaba su memoria y cuenta correspondiente al año 2020. En ella, el mandatario señalaba la necesidad imperiosa de generar mecanismos y herramientas que permitieran recuperar el poder adquisitivo de la clase trabajadora, enmarcado en la intención de generar para este año 2021 la reactivación del aparato productivo venezolano fuertemente afectado por las medidas coercitivas unilaterales o guerra económica. El salario pasaba a ser un elemento fundamental entrampado en los procesos que dinamizarán dicha recuperación. Sin embargo tres meses después del anuncio la realidad económica y salarial venezolana ha revelado un panorama diametralmente opuesto al anuncio.

Según el informe presentado el pasado  mes de enero por el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores, la canasta básica se situaba en 225 dólares $ y el poder adquisitivo del salario mínimo es 0,38% de esa cifra, es decir, 0.8 dólares $.

En un reciente artículo publicado en el portal web del medio informativo ruso Sputnik, titulado El salario mínimo al borde de la desaparición en Venezuela, se afirmaba que para finales del mes de marzo el salario mínimo se aproximaba a 0.8 dólares $ según el cambio oficial del Banco Central de Venezuela, confirmando lo señalado en el informe anteriormente expuesto. En la misma publicación se ponía de manifiesto la existencia de una capa de la población que percibía sueldos en dólares o su equivalente en bolívares, este salario correspondiente al sector privado informal se promediaba en 20 dólares al mes. Sin embargo, se señalaba la total vulnerabilidad a la cual se veía sometida la clase trabajadora al establecerse este convenio laboral al margen de toda regulación institucional. Y, al mismo tiempo, tanto los empleados públicos como los privados e independientes, han denunciado las limitaciones de sus respectivos salarios para solventar sus necesidades  mínimas; esto a pesar de las medidas paliativas que venía ejecutando el ejecutivo nacional.

La política actual de liberación y apertura acelerada de la economía, sumada a la apremiante intención de atraer capitales extranjeros para solventar los efectos financieros de la guerra económica conjugan un escenario volátil y opaco para los procesos reivindicativos de la clase trabajadora, amenazando incluso con despolitizar los procesos de lucha, generando lo que la economista y feminista Cristina Morini denomina precarización subjetiva.

Según la autora,  los procesos de apertura económica al des-regularizado mercado global del trabajo afectan severamente a las fuerzas de trabajadores nacionales, no solo bajo la lógica de precarización que fomenta el sistema capitalista integrado, que podría traducirse en aumento de las horas de trabajo y disminución de la remuneración real; sino también y con mayor gravedad en la propia subjetividad del trabajador, en su calidad psicológica frente a la realidad y su práctica social. 

Problemáticas

Para hablarnos de esto con mayor profundidad conversamos con Benhur Pineda,  psicólogo, estudioso y divulgador del debate sociopolítico, actualmente profesor del Plan Nacional de Formación en Psicología. Benhur, revisará las problemáticas emocionales y afectivas como consecuencia de este fenómeno salarial y de la precarización subjetiva.

Benhur, es notorio que el tema salarial satura las conversaciones cotidianas y parece ser un indicador de la tensión y estrés de las personas ¿Cómo es que el tema salarial afecta la situación anímica y afectiva de la clase obrera?

Para la clase obrera y para toda la clase trabajadora el tema salarial se ha convertido en un elemento de constante preocupación y cavilaciones; esa cuota de sal que todavía se mantiene como definición de pago del trabajar es muy exigua, mínima y limitada, no alcanza para la supervivencia. Eso nos produce a todos variadas  afecciones emocionales.  Estas cavilaciones producen sensaciones como depresiones y ansiedad, sensaciones que nos limitan la parte afectiva y la parte cognitiva.

Reflexionamos y analizamos que indudablemente no nos alcanza el dinero, no nos alcanza para la alimentación mínima, ni para las otras necesidades mínimas. Ni el salario del sector privado y menos aún el salario mínimo del sector público nos alcanzan para la supervivencia. Son graves los problemas que presentamos en la parte afectiva, cognitiva y conductual de la clase trabajadora por este hecho.

¿Podría hablarnos un poco más de los problemas cognitivos típicos que desarrollan las y los trabajadores en este periodo?

En el lado izquierdo del cerebro se desarrollan proceso neuro-químicos emparentado con las dinámicas reflexivas y cognitivas. Claro está, que estas dinámicas son complementadas con una combinación de los procesos culturales que forman en nuestro caso una determinada concepción de la vida, una cosmovisión y  también las posiciones ideológicas heredadas del proceso social en el que nacemos, todos estos elementos hacen parte de la actividad reflexiva y analítica de la realidad.

De acuerdo con la posición o postura ideológica el ejercicio de cognición y reflexión se desarrolla con cierto sistema de creencias. Sistema de creencias que parten de la subjetiva social y de su forma particular de ver la  realidad. En la actualidad, la influencia de los aparatos ideológicos del Estado nos condicionan y nos ponen a pensar según los intereses de las élites que manejan el sistema capitalista, obviamente en el proceso revolucionario actual este aparato ideológico ha sido puesto en cuestionamiento, sin embargo sigue actuando.

En este contexto de la guerra multifactorial, guerra prolongada o guerra psicológica, las emociones que más proliferan son: ansiedad, desesperanza, anomia, rabia y frustración; que es un poco la dirección que la guerra psicológica insta a seguir. Todos los ejércitos al ejecutar operaciones psicológicas buscan crear zozobra y desesperanza, creando una matriz de opinión donde los trabajadores afirman: “La culpa de lo que sucede es de sus dirigentes» creando con ello las condiciones que puedan generar una guerra civil. Esta es la tendencia de las distintas operaciones psicológicas en otros países, manejando la estrategia de convertir a los Estados en  Estados fallidos.

Según datos entregados por el Presidente a inicio de este año en la Asamblea Nacional durante su memoria y cuenta del año 2020, el año pasado se entregaron 517 millones de bonos que beneficiaron a 14,2 millones de personas de manera directa en promedio mensualmente y se transfirieron recursos a los sectores más  vulnerables por el orden de 1.400 millones de dólares. Todo esto con la intención de mitigar el efecto de la guerra económica y de la pandemia sobre el poder adquisitivo de la población, tomando en cuenta esto ¿Cómo valora usted el apoyo del gobierno a la clase trabajadora en medio de esta dinámica salarial?       

Creo que el gobierno nacional hace una labor importante al crear instancias y dispositivos para ayudar a la clase trabajadora, un ejemplo de ello es la bonificación a través del Sistema Patria, sin esa bonificación el problema sería mucho más dramático y complejo. Este método paliativo ayuda medianamente, aliviando un poco la situación; sin embargo sobre la base de todo el problema que tiene que ver con la pandemia, la situación específica socioeconómica y sociopolítica nos sigue afectando muchísimo como nación, y sobre todo como pueblo, la escasez de recursos.

¿Se podría hablar en el caso venezolano que atravesamos un proceso de estrés laboral o precarización subjetiva? 

El salario como principal vehículo para la supervivencia, el confort y el bienestar, al no ser el adecuado para la subsistencia mínima crea un gran estrés en el aparato anímico del individuo. El salario como incentivo juega un papel importante en la vida cotidiana dentro de espacio de la supervivencia, lo justo sería que uno recibiera un salario justo y digno de acuerdo con la función que se desempeña, es decir: a cada quien según su necesidad y a cada quien según su trabajo, sin embargo en la situación económica de nuestro país eso no es posible y casi a nivel internacional el salario siempre está por debajo del proceso inflacionario.

Este es un instrumento del sistema capitalista para extraer plusvalía. A los controladores de la economía mundial les interesa mantener este incentivo para que la gente siga trabajando y produciendo, intentando ganar más a costa de la vida; esa es la lógica de transformar el trabajo en un proceso de estrés, haciendo indiferente  el tiempo libre del tiempo de trabajo; generando precarización subjetiva.

Reflexión final

                El salario se encuentra sometido a un enorme proceso de precarización. En primer lugar por la situación compleja que atraviesa el país debido a  las sanciones unilaterales del gobierno estadounidense. En segundo lugar por las confusas y hasta cierta forma, exiguas medidas que el gobierno ha tomado para mitigar los estragos que afronta la clase trabajadora debido a esta guerra.

                Como afirmo el profesor Benhur, el estrés al cual está expuesto el aparato anímico y afectivo por la dinámica económica, afecta severamente la situación de las y los trabajadores, generando estados anímicos de alteración y violencia en lo cotidiano para con los miembros de su propia clase. Sin duda, esta precarización subjetiva, como señala Cristina Morini, es parte de la nueva dinámica de nuestra  economía, en la cual la clase obrera está siendo parte de manera obligatoria.

Es necesario fomentar la dinámica de debate y organización de la clase trabajadora  frente a esta realidad nueva y desorientadora en la que está inmersa. La forma en que la clase trabajadora sea capaz de entender e interiorizar esta nueva realidad que está surgiendo frente a ella, determinará las nuevas formas de lucha por el salario. Como solía afirmar Karl Marx: «la mayor fuerza revolucionaria, son las fuerzas productivas conscientes porque de ellas es el fruto de su trabajo y la Historia».     

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