[OPINIÓN] ¿Cuál es la estrategia de Maduro?

El pasado lunes 31 de agosto, el entonces Ministro de Comunicación e Información (ahora candidato a diputado) Jorge Rodríguez, anunció que 110 presos de la derecha venezolana serían liberados por medio de un indulto presidencial. Cuatro días después, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia suspendió la medida cautelar que designaba una junta directiva Ad hoc en el partido opositor Primero Justicia.

Estas acciones no deben verse como hechos aislados ni mucho menos como una actuación independiente de los poderes públicos, sino que deben examinarse como parte de un todo. En este artículo, analizaremos la estrategia detrás de estos movimientos, sus antecedentes y las posibilidades de éxito. 

Legitimar las elecciones para levantar el bloqueo

En los últimos años, el gobierno ha privilegiado las vías administrativas y judiciales como mecanismos para resolver los problemas políticos del Estado. En conjunto con un viraje liberal en sus políticas económicas, esta opción ha surgido como respuesta a las reacciones populares que estas políticas generan, limitando los derechos democráticos tanto de la derecha como de la izquierda. Es decir, entre más liberal se torna la economía y más impopular se vuelve el gobierno, menos democracia.

Todo lo anterior, ha tenido un único fin: sostenerse en el poder. Para el gobierno, eso pasa por alcanzar dos objetivos estratégicos: el reconocimiento internacional y el levantamiento del bloqueo impuesto por el imperialismo norteamericano. Una cosa puede llevar a la otra, o esa es la premisa de la que parten los estrategas de Miraflores. 

En la situación actual, el gobierno posee el control del sistema de partidos. A través del TSJ ha intervenido una y otra vez las direcciones de aquellos que le resulten incómodos nombrando juntas directivas ad hoc que favorezcan al PSUV.  El problema al que se enfrenta con esto, es que cualquier elección que realice va a carecer del aval de la “comunidad internacional”, y difícilmente servirá para levantar el bloqueo. El gobierno entonces necesita una oposición, pero no cualquiera. Necesita una oposición reconocida por las potencias imperialistas de Europa o los EE.UU. 

Perdón y participación

Los diálogos entre el gobierno y sectores de la oposición han sido una constante incluso durante el gobierno de Chávez. La iniciativa pública de diálogo más reciente y que aún se mantiene es la denominada Mesa de Diálogo Nacional instalada en septiembre de 2019. La también conocida como “mesita” tenía entre sus puntos de agenda la reincorporación de los diputados oficialistas al parlamento, la condena por parte de la oposición de las sanciones norteamericanas, la liberación de políticos presos y la elección de un nuevo CNE. 

El gobierno y sectores moderados de la oposición, cuyas figuras más reconocibles son Henri Falcón y Claudio Fermín, han ido avanzando en el cumplimiento de la agenda planteada. El 17 de septiembre, un día después de la instalación de la mesa, el gobierno liberaría a Edgar Zambrano, dirigente de Acción Democrática y entonces primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, quién habría estado involucrado en el intento de golpe de Estado del 30 de abril. 

También como parte de las negociaciones con otros sectores del denominado G4 que se mantuvieron anónimos, se alcanzó un acuerdo para designar nuevos rectores del CNE y aumentar el número de curules de la Asamblea Nacional que serían asignados proporcionalmente. Sin embargo, los acuerdos con esta oposición moderada no le han permitido al gobierno alcanzar el tan anhelado reconocimiento internacional ni avanzar en el levantamiento del bloqueo imperialista. Es en este contexto que debemos entender lo que ha ocurrido durante la semana: los indultos y la suspensión de la medida judicial que pesaba sobre Primero Justicia. El perdón como vía para permitirle a la derecha su participación electoral. 

Estas medidas contrastan con el tratamiento que el gobierno le ha venido dando a las diferencias con la izquierda y el movimiento popular. Mientras se liberan militantes de la derecha involucrados con las guarimbas, intentos de golpe y atentados, y se le dan todas las facilidades electorales (ya no a la oposición moderada sino ahora incluso a la derecha proimperialista), se mantienen tras las rejas o con procesos judiciales a trabajadores, campesinos y comuneros, al mismo tiempo que se mantienen secuestradas judicialmente las tarjetas de varios partidos de izquierda que han apoyado la Revolución Bolivariana. El mensaje es claro, el gobierno no puede tolerar una Alternativa a su izquierda.

Una película familiar

No es la primera vez que el gobierno aplica estas medidas. En el artículo “¿Nuevo Pacto de Puntofijo o Pacto de la Pomarrosa?”, señalábamos el caso de la liberación de Manuel Rosales en 2016 como parte de  acuerdos entre Un Nuevo Tiempo y el PSUV, lo que allanaría el camino para que “el filósofo del Zulia” se presentara un año después como candidato a gobernador en las primarias de la MUD. Otro caso fue el de Edgar Zambrano, de Acción Democrática, mencionado arriba. Pero si hay un caso que vale la pena mencionar ahora es el de Yon Goicochea.

Yon es miembro de la “generación de 2007”, comenzó su militancia en Primero Justicia y luego pasó a formar parte del partido Voluntad Popular. Fue detenido en 2016 por presuntamente cargar explosivos, y puesto en libertad en 2017 para que participara en las elecciones municipales como candidato a alcalde en El Hatillo, en contra de la línea abstencionista de los partidos del G4 (incluyendo su propio partido Voluntad Popular). Sin embargo, recientemente y en referencia a la intención de Capriles de promover la participación en las elecciones parlamentarias, Goicochea señaló que el ex-candidato presidencial debería “abrazar la posición de la unidad”. Más adelante acusaría a Capriles de una “traición” motivada “por ego y por soberbia”. 

Además del caso de Yon, existen otros casos mucho más escandalosos, en los que verdaderos terroristas fueron liberados o “fugados” en operaciones que parecen más bien deliverys al extranjero. Alguno de esos casos los comentamos en el siguiente hilo

Ahora hay que sumar a la lista a Juan Requesens, implicado en el intento de magnicidio del 4 de agosto de 2018, y otros tantos que fueron indultados.

La respuesta del imperialismo

Las potencias imperialistas no tardaron en pronunciarse sobre las medidas del gobierno. Josep Borrell, Representante de la Unión Europea para Política Exterior, calificó los indultos como “una buena noticia y una condición sine qua non para seguir avanzando en la organización de unas elecciones libres, inclusivas y transparentes”. 

La opinión de la UE contrasta con la del Departamento de Estado norteamericano, que sostuvo que “en Venezuela no existen condiciones para unas elecciones libres y justas y la liberación de varios presos políticos no cambia eso”. Además, el encargado de negocios de los EE.UU. para Venezuela James Story ha anunciado un proceso para activar acuerdos con la DEA y designar a las FAES como una organización terrorista mientras se siguen recrudeciendo las sanciones.

Si bien los voceros del imperialismo norteamericano, entre ellos el propio Elliott Abrams, han señalado en varias oportunidades que la vía para la transición en Venezuela al final debe ser electoral (lo que le quita lo “creíble” a su amenaza de intervención militar), no es menos cierto que difícilmente cambien su estrategia de reconocimiento a Guaidó en medio de la campaña electoral de Trump. Así que, por los momentos, la estrategia norteamericana (por demás fracasada) seguirá siendo la combinación de sanciones con el desconocimiento de los procesos electorales.

Con la carta enviada a la Unión Europea para que se envíen observadores a las elecciones, Venezuela parece querer seguir la estrategia iraní, buscando un acercamiento a los europeos mientras se incrementan las sanciones norteamericanas. ¿Cuál es la diferencia? Dos fundamentalmente: la primera es que mientras los EE.UU. ha retrocedido en medio oriente, retirando sus soldados de Irak y Siria, y pactando con los talibanes, su presencia se ha venido reforzando en América. La segunda diferencia es que Irán es, en este momento, una de las principales potencias de su región, por lo que hay muchos buenos negocios para las empresas europeas. En cambio, Venezuela atraviesa una crisis económica que poco tiene de atractiva para los inversionistas.

Otro antecedente es la posición adoptada por la Unión Europea tras el reconocimiento por parte de los EE.UU. a Guaidó. Si bien países como España o Italia mostraron diferencias, terminó por imponerse el criterio de Alemania de hacer lo que Washington diga. 

Toca ver que sucede en este juego del policía bueno y el policía malo, y si la observación europea puede en realidad servir para que se levanten las sanciones contra Venezuela. Como adelanto, o como advertencia, nos quedan las palabras de uno de los indultados, el señor Vasco Da Costa: «Hay que extinguir la revolución bolivariana y la perversión del socialismo del siglo XXI”.

#LiberenALosTrabajadoresPresos

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