[OPINIÓN] ¿Qué veremos tras el Covid-19?

A medida que avanza la pandemia, nuevos temores florecen en nuestra piel, como si se tratara de semillas sembradas en medio del profundo silencio que nos trajo el “confinamiento social”.

No sólo tememos al contagio, o el de nuestros familiares y seres queridos. Tememos también al posible colapso del sistema hospitalario o a las penurias que pasaremos para obtener la vacuna –una vez haya salido- en medio de las sanciones estadounidenses, además a las puertas un proceso electoral que seguramente intensificará la pugna política interna que se verá envuelta en intromisiones extranjeras de todo tipo.

Ahora, también nos preocupa que la pandemia esté siendo utilizada como una suerte de “cortina de humo” que sirve para camuflar o justificar cualquier accionar político en pro, o con la excusa, de lo que algunos han decidido denominar “el bien mayor”.

Por ejemplo, hace pocas semanas, se desalojaron unas residencias estudiantiles ubicadas en Caracas, para transformar las instalaciones en un hospital de campaña para posibles pacientes Covid-19. La medida, justificada bajo la premisa del “bien mayor”, implicó arrojar a la calle abruptamente (a la fuerza) a decenas de jóvenes que si bien no están recibiendo clases presenciales, debido a la cuarentena, poseen sus lugares de trabajo y enseres personas en la ciudad. Todo esto tras un “operativo médico” a medianoche, y llevándose detenido (seis personas) a cualquiera que se opusiera o intentase dialogar.

El hecho suscitó un sinfín de rumores, entre ellos, que varios empresarios tienen sus ojos colocados en los locales comerciales que se encuentran en la parte baja del edificio. De hecho, ya hay un precedente de cuando se entregaron los locales de la planta baja a negocios privados, y “casualmente” se trata de las mismas franquicias que han conquistado, de forma progresiva, los mejores espacios comerciales del casco histórico de la ciudad. 

Pero, en esta misma dirección, los campesinos venezolanos son víctimas de una brutal ola de desalojos, por parte de diversos grupos de poder con sus respectivos contactos gubernamentales, en un momento donde deberían, por el contrario, contar con todo el respaldo estatal para impulsar la producción en medio de la emergencia sanitaria. 

Asimismo, el sistema de justicia, en general, se ha ralentizado (y de por sí ya es bastante lento) “por culpa de la cuarentena”, golpeando con mucha más fuerza a las mujer que son víctimas de violencia de género: “es que, a raíz del coronavirus, el fiscal no está viniendo todos los días”, le dijeron a una amiga. ¿También se debe colocar “el bien mayor” por encima de la vida de esta mujer? ¿Qué es “el bien mayor”? ¿Quién lo decide? ¿El #QuédateEnCasa toma en cuenta que para muchísimas mujeres, alrededor del mundo, su hogar no es un lugar seguro.

Mientras, los colegios privados piden “pagos extras”, para compensar el esfuerzo que hacen los profesores para dar clases a distancia en un país donde el internet se caracteriza por andar despacito y perderse de vez en cuando. Es decir, colocan el peso sobre los hombros de unos padres que también están profundamente jodidos. Esto sin mencionar los pueblos donde la conexión hace años que no existe y pensar en eso que llaman “educación a distancia” es un chiste de mal gusto. 

Asimismo, la policía le cae encima a quien usa mal el tapabocas, incluso han tenido que realizar trabajo social como parte de la multa a pagar, y está bien, pero ni de vaina supervisan las medidas de higiene en las grandes cadenas de supermercados o farmacias. Al contrario, cuando perciben que algo anda mal en estos establecimientos, pues lo resuelven llevándose una bolsa de productos sin tener que pagarla.  

No pretendemos generalizar, pero tampoco podemos ocultar el sinfín de pequeñas injusticias que se van amontonando en tiempos donde no podemos distinguir que tan malo es lo malo, ni que tan bueno es lo bueno.  

Fíjense, en Venezuela, cada vez que se cierra el año judicial, la gente suele criticar el hecho de que “la justicia tome vacaciones” y es cierto: ¿puede la justicia estar en cuarentena? ¿Podemos permitir que un sector se lucre a costa de la desgracia e incertidumbre actual?

No, pero tampoco es una novedad. En casi todos los países de América Latina han estallado protestas porque algún funcionario compró mascarillas o ventiladores con sobreprecio, o trajes de protección a empresas fantasmas.

La vaina es que Venezuela, o mejor dicho, la Revolución Bolivariana, es como el novio de pinga del que una siempre espera un gesto que esté a la altura de cada ocasión, del que nadie (dentro de la izquierda o el progresismo) quisiera tener que decepcionarse jamás.

Pero, realmente, ¿qué cosas veremos cuando nuestros ojos observen más allá de los brotes y rebrotes de Covid-19? ¿Se cumplirá aquel viejo refrán donde “fue peor el remedio que la enfermedad”? ¿O por el contrario veremos que el edificio desalojado si vuelve a ser una residencia estudiantil y sentiremos vergüenza por haber albergado tanta desconfianza? 

La verdad, acá cada vez que algo nos “huele mal” prefeririamos estar equivocados. No es más fácil aceptar que nos equivocamos, antes que tener que asimilar que algo se pudrió. Mientras tanto, confiamos en que las luchas sociales seguirán generando algún tipo de reacción institucional que nos ayude a ganar tiempo para concretar los cambios que anhelamos y aún no hemos podido concretar.

Publicado originalmente en Venezuelanalysis.

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *