[OPINIÓN] Restauración neoliberal y estrategias de la izquierda venezolana

Como hemos señalado en trabajos anteriores, hay un debate estratégico abierto en la izquierda venezolana. Es un debate que se ha venido dando a diferentes ritmos y sobre todo como una respuesta ante el viraje hacia la derecha en las políticas económicas, políticas y sociales del gobierno. Las reacciones ante cada coyuntura permiten evaluar los resultados de estos debates: la adaptación a las políticas gubernamentales, los intentos de generar cambios desde dentro del PSUV (estrategia de “volver a Chávez” sin romper con el gobierno), deslindes (como el de la Alternativa Popular Revolucionaria), o el sostener una lucha independiente del chavismo.

Este artículo busca delimitar algunas de estas estrategias, sus objetivos y consecuencias para la lucha desde la izquierda. Sin embargo, debemos advertir que quién escribe estas líneas no es un analista desinteresado, sino un militante involucrado en estos debates, cofundador de la Alternativa Popular Revolucionaria (APR) y actualmente miembro del equipo promotor de la organización enComún.

Por último, y entendiendo que la realidad es cambiante, dejaremos planteados algunos escenarios e hipótesis estratégicas, que se podrán someter a la prueba de la realidad en la medida en que las izquierdas puedan encontrarse en espacios de lucha y reagruparse.

PARTE I: ANÁLISIS DE LA COYUNTURA

Sobre qué terreno nos movemos

El campo de acción de la estrategia es la realidad sobre la que se desea actuar. Si el análisis de la realidad es malo, la estrategia tendrá muy pocas o nulas oportunidades de éxito. Si por el contrario el análisis parte de premisas que se ajusten a la realidad, entonces la estrategia podrá ser cuando menos correcta -lo que no implica que su ejecución garantice la consecución de los objetivos planteados-.

En Venezuela, la tarea de realizar un buen análisis de la realidad se enfrenta a los continuos cambios que ha promovido el gobierno, a la reconfiguración de las alianzas, la emergencia de nuevos actores económicos y la expresión política de éstos, además de un apagón estadístico generalizado. Estos escenarios, crean coyunturas que pueden desactualizar un determinado análisis y hacer necesarios virajes tácticos y ajustes estratégicos. Sin embargo, estos serán menores si hemos logrado aprehender las tendencias generales del desarrollo de una determinada situación.

En el caso práctico que nos ocupa, podemos decir que al menos desde 2015 el gobierno venezolano -encabezado por Maduro desde 2013- comenzó un viraje hacia la derecha en sus políticas. Enfrentando la crisis, que se agravaba por las sanciones y el bloqueo financiero del imperialismo norteamericano y sus socios europeos, el gobierno optó por la desregulación y liberalización de una economía sobre la cual el Estado ya no tenía el control. En 2018, el gobierno pisa el acelerador con la aplicación de otro paquete de medidas (esta vez de corte neoliberal), que le permitieron luego de algún tiempo ahogar la hiperinflación y desacelerar la caída del PIB, aunque todo a costa del ingreso de miles de trabajadores. Pero, ¿en qué ha consistido este viraje?

En principio, las medidas del gobierno buscaban generar confianza en el sector privado, bajando las tensiones que se mantuvieron en los tiempos de Chávez. De esta manera cesaron las expropiaciones, y en casos excepcionales, las empresas cerradas ilegalmente por los capitalistas pasaron a un régimen de ocupación bajo control burocrático, pero manteniéndose legalmente la propiedad en manos privadas[1]. Así mismo, comenzó una desregulación en los precios de productos de primera necesidad, y aunque todavía se encontraba vigente la Ley de Precios Justos (luego sustituida por la Ley de Precios Acordados), los controles fueron definitivamente levantados en favor de los capitalistas. También el control de cambios fue progresivamente liberalizado hasta ser completamente levantado.

En materia de derechos laborales, el gobierno emprendió una política de flexibilización laboral de facto entre 2015 y 2018 permitiendo el despido de miles de trabajadores. Luego, pasó a una política de contención salarial y violación sistemática de las contradicciones colectivas con la aplicación del memorándum 2792[2]. Todo esto, como señalamos antes, con el único fin de generar confianza entre los capitalistas y demostrar que la «revolución bolivariana» ya no representaba ningún peligro para sus intereses.

En el campo, la relación y dependencia de los campesinos con la tierra ha hecho que los conflictos sean mucho más intensos. Como señalamos en el artículo 20 años de lucha campesina en Venezuela: de la Ley de Tierras al reencuentro con Fedenaga[3], durante el gobierno de Maduro no solo se rescataron significativamente menos tierras[4], sino que se permitió el desalojo de familias campesinas, y en muchos casos, éstos se hicieron con el acompañamiento de autoridades del Instituto Nacional de Tierras (INTI) y miembros de cuerpos policiales y militares. Asimismo, y en vista del respaldo institucional, los terratenientes han emprendido una ofensiva que ha incluido sicariatos y torturas de campesinos para amedrentarlos y hacerlos salir de tierras ocupadas, quedando en la mayoría de los casos estos crímenes impunes.

El gobierno ciertamente ha asumido el programa de la derecha. Uno de los ejemplos más flagrantes es la política de privatizaciones, encubiertas en la mayoría de los casos como «alianzas estratégicas» con el sector privado, ahora amparadas bajo la Ley Antibloqueo y el proyecto de Ley Orgánica de Zonas Económicas Especiales, que busca instalar en el país una economía de maquilas.

Las medidas han sido reconocidas por la burguesía y sus voceros, aunque la inversión extranjera que anhela el gobierno siga detenida por las sanciones. Al mismo tiempo, los capitalistas exigen más flexibilización laboral con la eliminación de la inamovilidad laboral (que no se aplica), y la reforma o derogación de la Ley Orgánica del Trabajo, los trabajadores y las trabajadoras (LOTTT), más precarización, menos impuestos y más privatizaciones[5]. En este último sentido, piden:

Reactivación de empresas en manos del Estado, mediante incorporación del sector privado: i) por devolución, de ser viable, a antiguos propietarios en caso de no perfeccionamiento de compra estatal o expropiación; o ii) resarcimiento de daños; o iii) venta de acciones a inversionistas privados bajo mecanismos públicos y transparentes.

Una reconfiguración del tablero

El viraje en lo económico ha tenido un correlato en lo político, y si el gobierno había venido trabajando una ruptura de la oposición a través del acercamiento y otorgamiento de concesiones democráticas a sectores socialdemócratas y «moderados» de la derecha[6], ahora ha ampliado las concesiones a sectores de la derecha proimperialista. Esto, que ya se venía adelantando con gestos de «buena voluntad» como la liberación de presos relacionados con partidos de derecha[7], ahora queda más claro con la instalación de la nueva mesa de Diálogo en México, de la que han sido excluidos los sectores moderados de la oposición y las organizaciones a la izquierda del PSUV.

Ahora, el ejecutivo cuenta con una oposición leal conformada por sectores moderados y los llamados «alacranes» (partidos formados de forma exprés y otorgados a miembros disidentes del G4 para que participaran en elecciones), todos agrupados en la Alianza Democrática. Y por otro lado, la recién formada Plataforma Unitaria, que agrupa a la derecha proimperialista y que ha acordado en larga medida participar en las venideras elecciones del 21 de noviembre.

Pero mientras a la derecha se le dan todas estas ventajas, el gobierno ha aumentado la represión contra actores del campo popular y revolucionario. Esto ha sido bien detallado por el colectivo Surgentes en su trabajo Giro a la derecha y represión a la izquierda: Violaciones a los derechos humanos en el campo popular venezolano (2015-2020)[8]. El informe, entre otras cosas, logra sistematizar los casos de criminalización de las luchas. Según Surgentes,

… De un total de 51 casos de criminalización que involucraron a 138 trabajadores. En dos de los casos hubo un número no determinado de afectados. Los casos abarcaron a 124 hombres (90%) y 14 mujeres (10%).

La mayoría de los casos corresponde a trabajadores y trabajadoras de empresas del ámbito público [92%]; y dentro de estas, a dos sectores fundamentales para la vida económica del país: la estatal petrolera Petróleos de Venezuela (PDVSA) y la empresa Ferrominera del Orinoco, que forma parte de las empresas básicas del Estado del sector siderúrgico, ubicada en la región de Guayana (estado Bolívar).

Además, el documento detalla que el 84% de los casos «se concentra entre los años 2018 y 2020», lo que evidencia que el ajuste neoliberal implementado a partir de 2018 (con antecedentes desde al menos 2015), ha requerido de la violencia del Estado para su ejecución.

PARTE II: ANÁLISIS ESTRATÉGICO

¿Cuál ha sido la respuesta la de la izquierda?

El viraje a la derecha del gobierno no ha pasado inadvertido para las fuerzas de izquierda, y como señalamos al comienzo, ha generado todo un debate al interior de las organizaciones que acompañan al proceso bolivariano. Estos debates se han desarrollado de forma irregular, a distintos ritmos y con conclusiones también distintas que se expresan en cursos de acción estratégicos diferenciados.

Asimismo, podemos decir que estos debates han sido influenciados por el grado de dependencia del gobierno que a lo largo de los años han desarrollado las organizaciones de izquierda. Rafael Uzcátegui, secretario general del partido Patria Para Todos (y cofundador de la APR), reconoció este hecho en una entrevista concedida al medio oficialista Ciudad Caracas:

El drama de la izquierda venezolana es el drama del país: su dependencia. El país por su modelo rentista y extractivista que lo hace dependiente de los precios del petróleo (y ahora también de minerales como el oro), y la izquierda porque se hizo dependiente del Gobierno durante la revolución bolivariana. Sin embargo, ahora se está dando un proceso interesante dentro de la izquierda venezolana, hay una lucha por conquistar su independencia. Este proceso es dialéctico, con avances y retrocesos, pero es actualmente una tendencia general que se acelera por las propias políticas económicas del ejecutivo. El pacto basado en la distribución de la renta se rompió y la izquierda comienza a reconocerse, a moverse y a ponerse del lado de las luchas del pueblo[9].

Sin embargo, podemos decir a un año y medio de haberse escrito estas líneas, que la respuesta de la izquierda no ha sido proporcional al viraje dado por el gobierno. Algunas organizaciones se han adaptado para permanecer aliadas al PSUV, mientras que otras han dado marcha atrás en su proceso de deslinde. Por su parte, las organizaciones que sí se han deslindado del gobierno (o que nunca lo apoyaron), y que confrontan su programa neoliberal, aún sostienen estrategias muy diferenciadas que suelen impedir la articulación de luchas concretas.

¿Qué táctica para qué estrategia?

Para conocer la estrategia de aliados o adversarios solo contamos con dos recursos: O nos fiamos de lo que ellos dicen de sí mismo, y la obtenemos leyendo sus documentos programáticos (si éstos contienen orientaciones de este tipo); o de forma inversa, la obtenemos a partir de lo que nos va arrojando el despliegue táctico en cada coyuntura concreta. Esto último es posible ya que táctica y estrategia están estrechamente vinculadas. Así lo plantea Clausewitz,

La Dirección de la Guerra es […] la disposición y dirección de la lucha. Si esta lucha se desarrollase en un solo acto, no habría razón que justificase la división de aquella; pero la lucha consiste en un número mayor o menor de hechos aislados, cerrados en sí mismos, que llamamos combates […] De aquí se deduce la existencia de dos acciones completamente distintas: la disposición y dirección de estos combates y el ligarlos entre sí para el fin de la guerra. La primera constituye la Táctica, a la segunda la llamamos Estrategia[10].

Para los fines que nos proponemos, emplearemos preferencialmente el segundo método para aproximarnos a las distintas estrategias empleadas por la izquierda, y en los casos en los que planteemos los objetivos estratégicos expresados por una determinada organización o frente, será para contrastar si la práctica se corresponde con los fines estratégicos.

Adaptación: la estrategia de construir franquicias del PSUV y la bancarrota del Gran Polo Patriótico.

Por un lado, tenemos organizaciones que se han adaptado para mantener su apoyo al gobierno. Entre ellas, tenemos a los partidos que pertenecen al Gran Polo Patriótico (por decisión propia o por intervención judicial), y a organizaciones que hacen vida dentro del PSUV sin el fin de generar cambios en la orientación.

La principal justificación de estos grupos, es que hay que mantener la unidad con el gobierno frente al asedio imperialista, olvidando muy convenientemente que las políticas empleadas golpean especialmente a la base social del proceso bolivariano y fortalecen a sus enemigos históricos. Otros, señalan que romper con el gobierno les puede hacer perder puestos estratégicos para impulsar cambios “desde adentro”.

Un ejemplo de esto son los Gayones[11], quienes defienden que su línea política es la de «apoyo crítico con exigencias al gobierno». Pero, ¿cómo puede una organización que se reivindica obrera y marxista-leninista apoyar «críticamente» la política de contención salarial, los despidos masivos, las violaciones de contrataciones colectivas, el memorándum 2792, los desalojos campesinos, las privatizaciones y el proyecto de ZEE? ¿Cuáles son las «críticas» que ha hecho a alguna de estas políticas? Lo que se observa, por el contrario, es un silencio cómplice con el fin de mantener puestos burocráticos o ganar otros nuevos.

El afán de puestos llega a tal punto, que ante la victoria del comunero Ángel Prado en las elecciones municipales de 2017 para la alcaldía de Simón Planas, el CNE adjudicó la victoria al candidato del PSUV (y miembro del movimiento Gayones) Jean Ortiz. ¿Estás tácticas acaso permitieron a los Gayones impulsar políticas revolucionarias, organizar a la clase obrera, los campesinos y comuneros para resistir a las políticas regresivas del gobierno? Todo lo contrario.

Este mismo afán de cargos que mueve a los Gayones fue el que llevó a una fracción minoritaria de la dirección del PPT, encabezada por Ilenia Medina, a solicitar una intervención judicial del partido en 2020[12]. Entonces, el gobierno necesitaba dividir al PPT para debilitar a la naciente Alternativa Popular Revolucionaria, y la fracción oportunista de Medina necesitaba la alianza con el PSUV para conservar unos cuantos curules en la Asamblea Nacional. Ahora, las pugnas entre Ilenia Medina y Willian Rodríguez son por el control de la tarjeta azul y el reparto de las cuotas y cargos.

Definitivamente, la estrategia de convertirse en franquicias del PSUV plantea una contradicción que sus ejecutores no han logrado resolver: Por un lado, el fin estratégico que persiguen es la de obtener cargos burocráticos en alianzas con el PSUV, pero por el otro, el perder la independencia y dejar de criticar al gobierno hace que estos partidos se vacíen en votos y militancia. Así, cada vez son menos los puestos que se pueden negociar, porque cada vez será menor la importancia de la franquicia para garantizar el triunfo del PSUV. 

La izquierda del PSUV: «volver a Chávez» sin romper con Maduro

A diferencia de la estrategia de construir franquicias, la izquierda del PSUV sí se propone un viraje programático desde dentro del partido. Uno de los principales referentes de esta estrategia es Elías Jaua, quién ha planteado en distintas oportunidades la existencia de tendencias liberales y sus diferencias con ellas.

Programáticamente, defienden un retorno a las políticas chavistas, a la economía mixta con preferencia del sector público, el cese de las privatizaciones, la recuperación y entrega de tierras, la conformación de comunas, la democracia participativa, entre otras medidas progresistas de los gobiernos de Chávez. Sin embargo, aunque casi todos los militantes de esta estrategia están de acuerdo en estos puntos generales, individualmente no defienden un programa común, sino uno limitado a sus vivencias locales. De este modo se evitan las confrontaciones estratégicas con la dirección del partido y se pone el enfoque tácticamente en luchas defensivas en casos en los que la política gubernamental los afecte directamente.

Durante la reciente campaña para las elecciones primarias del PSUV, la mayoría de sus candidatos elevaron la consigna de «volver a Chávez», pero no se detuvieron a explicar por qué hay que “volver” ya esto los llevaría a romper con Maduro. No explican que ha habido un viraje neoliberal, ni llaman a la militancia de izquierda a agruparse para enfrentarlo. Su campaña, enfocada sólo en la imagen de Chávez, demostró que el PSUV dejó de ser un partido chavista (en esta concepción del chavismo), para convertirse en un partido de gobierno que es funcional al poder establecido.

La contienda demostró la debilidad de la izquierda en el PSUV y su incapacidad para hacer frente a la maquinaria del partido y sus sectores hegemónicos. Y esto no es casual, pues la dirección lleva años impulsando políticas antipopulares, pero además una marginalización de la disidencia de izquierda a través de la coerción o cooptación. El hecho de negar la participación de Elías Jaua, después de que este fue postulado por las UBCh mirandinas, y que la izquierda no haya podido defender su derecho a participar, es algo que sin duda generará consecuencias a aquellos que lo apoyaron y que ahora están al descubierto.

A diferencia de Aurora Morales (Miranda), Juan Contreras (Distrito Capital) y Yoel Pérez Marcano (Carabobo), el único candidato de la izquierda chavista de alto perfil que logró una victoria fue Ángel Prado (vocero de la Comuna El Maizal candidato a la alcaldía de Simón Planas, Edo. Lara). Sin embargo, aunque actualmente podemos incluir a Prado dentro de esta estrategia, la fuerza con la que logró imponer su candidatura no ha sido construida a lo interno del PSUV, sino que es la Comuna El Maizal. Esto se corrobora si observamos los resultados electorales de las elecciones a la alcaldía del año 2017, en la que Ángel Prado logró el triunfo, pero con la tarjeta de Patria Para Todos.

Al igual que en caso anterior, debemos preguntarnos si las tácticas empleadas por estos compañeros y compañeras sirven para lograr los fines estratégicos que se han planteado: lograr un viraje programático y «volver a Chávez». ¿Es el PSUV actualmente un partido que permita la democracia interna y el debate democrático de ideas? ¿O, por el contrario, el bloqueo a la candidatura de Elías Jaua demuestra que se puede ser tan irreverente como la dirección del PSUV decida? ¿La campaña de «volver a Chávez», sin denunciar la restauración neoliberal en marcha y combatirla a través de la movilización, ayuda a la militancia a sacar conclusiones revolucionarias? ¿O por el contrario, siembra ilusiones en una reforma a largo plazo del gobierno? ¿Y mientras tanto? ¿Perdemos el resto de las conquistas históricas incluso anteriores a la llegada de Chávez?

Finalmente, la política de “volver a Chávez” sin romper con la dirigencia que lleva adelante la restauración neoliberal es un arma de doble filo contra cualquier proyecto socialista. Por un lado, el gobierno aprovecha la legitimidad de las experiencias y liderazgos de izquierda para presentarse nacional e internacionalmente como un gobierno progresista y de los movimientos sociales. Y por otro, esta estrategia le brinda una excusa perfecta a carreristas que desean mantener prebendas del gobierno sin tener que abandonar el campo de la izquierda, ya que supuestamente no serían ellos responsables de las políticas neoliberales del gobierno al estar apoyando experiencias socialistas.

Recomendaciones al gobierno: la apuesta de los intelectuales inorgánicos

Una propuesta estratégica similar a la anterior, pero mucho menos orgánica, es la de un grupo de intelectuales que han venido ofreciendo propuestas a los problemas del país desde la izquierda. Pasqualina Curcio, Toni Boza y Juan Carlos Valdez, coinciden en que el gobierno debería indexar el salario al Petro (a su vez indexado al dólar) con el fin de proteger el ingreso de las trabajadoras y trabajadores del país ante los «ataques al tipo de cambio».

El problema de dicha propuesta, más allá de las diferencias que podamos tener con el diagnóstico y con la indexación salarial específicamente al Petro -otros sectores de izquierda hemos venido proponiendo una escala móvil de salarios con base al costo de la canasta básica en concordancia con el artículo 91 de la Constitución-, es que la compañera y los compañeros no dicen cómo lograr el objetivo planteado, es decir, carecen propiamente de una estrategia.

Hasta ahora, los tres han sostenido su apoyo al gobierno venezolano, Tony Boza por ejemplo integra la comisión de economía de la Asamblea Nacional. Incluso Juan Carlos Valdez señaló hace poco a través de su cuenta Twitter (@jcvgvaliente):

Es sospechoso que «camaradas» distorsionen nuestro mensaje, queriendo hacer ver que nosotros atacamos al Gobierno. Nuestra intención ha sido, es y será, ayudar a resolver algunos problemas que afecten a la Revolución, con propuestas bien estudiadas. ¿Qué habrá detrás de eso?[13]

Una pregunta obligada para Valdez sería: ¿Puede acaso el gobierno aplicar medidas que se oponen al conjunto de su programa económico?

Alfredo Maneiro, en referencia a los nacional-reformistas, dejó planteada una crítica que es totalmente válida en este contexto.

… La evidencia del fracaso de las ‘posibilidades’ del nacional-reformismo es tan rotunda o, dicho de otra manera, los resultados de la práctica hacen tan definitiva la pérdida de validez ideológica de esa posición que la insistencia en mantenerla por partidos, sectores e individuos autocalificados de izquierda y de progresistas hace mucho que no deja lugar a dudas sobre la ausencia de ilusiones o errores de juicios en ellos. […] No es descartable que en alguna época éstas fueran ilusiones que estos grupos y personas tuvieran, pero ahora son ilusiones que, simplemente, intentan sembrar[14].

En nuestro caso, consideramos que las propuestas de indexación salarial o la exigencia de un salario que cubra la canasta básica son necesarias y las hemos venido defendiendo. La cuestión está en creer a estas alturas del partido, que el gobierno que ha aplicado un ajuste que supera con creces el de Carlos Andrés Pérez II va a dar marcha atrás (sobre todo cuando su programa ha logrado estabilizar la economía, aunque sobre la base de la precarización y la sobreexplotación). Es allí donde podemos decir, citando a Maneiro, que «no es descartable que en alguna época éstas fueran ilusiones que estos grupos y personas tuvieran, pero ahora son ilusiones que, simplemente, intentan sembrar». Y esto lamentablemente termina jugando a favor de quienes aplican la contención salarial.

¿Alternativa u opción electoral?

A mediados de 2020, un grupo de partidos y organizaciones de izquierda decidieron deslindarse electoralmente del PSUV y conformar la Alternativa Popular Revolucionaria[15] (APR). En su primer comunicado, la alianza se planteó «proporcionar un nuevo referente de izquierda para las venezolanas y los venezolanos»[16], y aunque nacía en una coyuntura electoral, reconocía que «sólo la organización y la movilización de las mayorías trabajadoras, campesinas y bases populares abrirán caminos a un mejor mañana». He ahí su objetivo estratégico y cómo lograrlo.

El deslinde electoral fue un paso significativo para la izquierda proveniente del chavismo[17], pero un paso no es suficiente para andar todo el camino hasta convertirse en una verdadera Alternativa. Sin embargo, es importante reconocer de forma autocrítica que no se ha logrado «trascender lo electoral» para convertir a la APR en una organización de luchadoras y luchadores.

Pero también el contexto electoral ha despertado nuevas diferencias sobre la táctica y sus consecuencias estratégicas:

Por un lado, estamos quienes proponemos que los candidatos de la APR deben ser compañeros y compañeras militantes de la izquierda, que estén involucrados en luchas concretas o que surjan al calor de las luchas mismas contra las políticas neoliberales del gobierno y la agresión imperialista, pero que además expresen los intereses de las masas explotadas y oprimidas de la sociedad. El objetivo estratégico tras esta propuesta es vincular la lucha social reivindicativa con los combates políticos, aprovechar el escenario electoral para visibilizar a quienes están enfrentando el ajuste neoliberal y potenciar la creación de nuestros propios referentes. 

Por otro lado, están quienes proponen que los candidatos sean «notables», o independientes que cuenten con recursos y capacidad para movilizar masivamente el voto. La táctica consiste en lanzar a estos candidatos mediáticos a puestos ejecutivos (gobernaciones o alcaldías), para que detrás, colocados estratégicamente en las cabezas de las listas a concejalías o diputaciones regionales, puedan llegar los «cuadros» de los partidos.

El objetivo estratégico (no declarado) detrás de esta visión, es el de ocupar puestos de elección popular. Pero ¿qué puede hacer un concejal o un diputado regional en minoría, si no existe el respaldo de un gran movimiento popular que reclame y haga valer sus derechos? Si estos candidatos no provienen de las luchas, el puesto que ocupen (si es que lo logran bajo las condiciones actuales), no será jamás la expresión de la fuerza acumulada, sino de la popularidad del notable que los llevó al cargo. Nuevamente, lo que sale a flote son las aspiraciones a cargos públicos y la vana ilusión de que se puede hacer algo desde esos puestos sin tener que luchar decididamente.

De fondo, aunque el debate actualmente se ha centrado en la táctica electoral, hay dos visiones de lo que deben ser los métodos de lucha de la Alternativa: los que apuestan a mecanismos institucionales y electoralistas, y los que apostamos por la movilización permanente, por convertir a la APR en un puente que vincule las luchas sociales con las luchas políticas. Trascender lo electoral sigue siendo una condición indispensable para que la APR se convierta en una verdadera Alternativa, y para ello, debe abrirse un debate que vaya más allá de su comisión política, debe darse un congreso verdaderamente democrático y debe hacerse pronto. 

Trotskismos

Por último, están las estrategias planteadas por las organizaciones que se reivindican trotskistas -y que están fuera de la APR-. Si bien estas organizaciones apuestan a la movilización y a articular diversos espacios de lucha (uno de ellos fue la movilización del 22 de julio por la Libertad de Lxs Trabajadorxs Presxs y #Rodney Inocente[18]), su relación con el chavismo de izquierda es bastante problemática.

Este fenómeno lo podemos encontrar en los titulares del Partido Socialismo y Libertad (PSL), titulares abiertamente antichavistas en el que se califican acciones del gobierno de Maduro que van en la dirección contraria a políticas chavistas como si representasen una continuidad. Por ejemplo, el titular «Regresa al Ministerio del Trabajo uno de los ministros más antiobreros de Chávez», en ocasión a la designación de José Ramón Rivero como nuevo ministro del Trabajo, cuando precisamente fue Chávez quien retiró a Rivero del ministerio tras jugar un papel antiobrero en las negociaciones entre los trabajadores de Sidor y los patronos.

Está también su percepción de la «unidad de acción» con sectores sindicales de derecha, una cuestión que nada tiene que ver con el frente único, y que impidió que se avanzara en la conformación del frente Trabajadores en Lucha por la insistencia de éstos en convocar a la Coalición Sindical, una organización sindical vinculada con Antonio Ledezma de Alianza Bravo Pueblo. Ésta y otras cuestiones han sido duramente criticadas por la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) en diversos artículos[19].

Por su parte, la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) sostiene la necesidad de que la izquierda chavista realice un balance del chavismo, sin reconocer que el balance se ha venido haciendo a lo interno de estas organizaciones, y que es precisamente el catalizador de los cambios y reconfiguraciones que se han dado en los últimos dos años. Este «balance» además debería arrojar unos resultados específicos según la LTS, como reconocer que el proyecto chavista era un proyecto nacionalista burgués. Es una exigencia que termina interponiendo barreras en un posible reagrupamiento con sectores de la izquierda chavista, que se reivindican socialistas y con los que se tienen muchas coincidencias programáticas. 

No obstante, también hay que admitir la negativa de organizaciones y personalidades que se reconocen como chavistas a articular luchas con organizaciones que no se reivindiquen chavistas o que hayan adversado a su gobierno. Posiciones sectarias que tampoco contribuyen a la unidad.

PARTE III: APORTES PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA ESTRATEGIA COMÚN DE LA IZQUIERDA

Para finalizar este trabajo, planteamos algunas interrogantes que consideramos importantes para el debate estratégico de la izquierda en Venezuela.

¿Es posible un reagrupamiento de la izquierda anticapitalista?

Hasta ahora, distintos sectores de izquierda han venido encontrándose en luchas concretas. La lucha por la libertad de lxs trabajadorxs presxs, por citar un ejemplo, ha logrado reunir en distintas manifestaciones tanto al Comité por la Libertad de lxs Trabajadorxs Presxs (de orientación mayoritariamente chavista), con el grupo de trabajo por la libertad de lxs trabajadorxs presxs (de orientación independiente). Si bien todavía estamos lejos de poder establecer una plataforma unitaria, sí han creado mecanismos de enlace para organizar actividades conjuntas.

De igual forma, se vienen abriendo espacios para el debate entre distintas corrientes. Uno de ellos es el salón para la realización de ForoChats «Debates desde la Izquierda» que promovemos entre las organizaciones enComún y la LTS. Así como el impulso de iniciativas más amplias para luchar contra las ZEE o la Ley Antibloqueo. Incluso, la creación de la APR es en sí misma un intento de reagrupamiento, que si bien no ha logrado abarcar a toda la izquierda (siquiera a la chavista), ha brindado por lo menos una opción electoral.

Aunque todavía es temprano para hablar de un reagrupamiento que involucre a organizaciones chavistas y no chavistas en una misma plataforma, consideramos que las condiciones abren la puerta de la posibilidad (no de la certeza) de poder avanzar en este sentido.

¿Unidad en base a qué?

En principio, consideramos que la unidad debe darse en torno a un programa mínimo y común de luchas. En el momento actual, serán luchas por lo general con un carácter defensivo, que se dan como respuestas a la ejecución del programa económico del gobierno. Como luchas defensivas, tendrán un carácter más amplio que aquellas luchas en la que se plantea una propuesta de acción concreta en sentido positivo. Por ejemplo, la lucha contra las privatizaciones o por la defensa de lo público, será más amplia que una pelea por la nacionalización.

Enfrentar las consecuencias del programa económico del gobierno debe encontrarnos a toda la izquierda dispuesta a luchar, por un salario que cubra la canasta básica, por el rescate de las prestaciones sociales, el cese de los despidos y reenganche de los trabajadores, contra la criminalización de las protestas y desalojos campesinos, contra las privatizaciones y el establecimiento de ZEE, por el derecho a decidir de las mujeres, su acceso a salud reproductiva y contra la violencia, entre otros temas.

Estas luchas deberán permitirnos acumular fuerzas y aumentar la capacidad de movilización de la población, sin la cual no habrá posibilidades de éxito en ninguna empresa que nos planteemos [20].

¿Frente o partido?

El debate sobre la forma de organización para este reagrupamiento está abierto. La LTS plantea la necesidad de construir un polo de independencia de clase, sin llamar a la construcción de un partido; mientras que desde enComún, hemos planteado la necesidad de reagrupar a la izquierda en una organización de tipo partido-movimiento, pero que a su vez permita la existencia de tendencias.

Cada forma de organización tiene sus propias ventajas y desventajas. El frente es un espacio para avanzar sobre acuerdos mínimos y donde sus integrantes tienen objetivos estratégicos y emplean tácticas que pueden coincidir o no, mientras que en un partido, se busca el máximo de acuerdo en estas cuestiones para avanzar de forma más coherente.

La buena noticia en este caso es que las formas de organización planteadas no se excluyen mutuamente. Un partido puede nacer del reagrupamiento de los sectores más a la izquierda de la APR, así como un partido puede impulsar una política de frente sobre cuestiones puntuales.

Perspectivas de nuevas luchas

Las luchas por venir serán un catalizador de los debates aquí propuestos y una oportunidad de someter al juicio de la realidad determinadas hipótesis estratégicas.

La realidad del país no es la misma de hace unos años. Hoy hay nuevas formas de trabajo y contradicciones que se suman a las anteriores. Por un lado, tenemos el desarrollo del teletrabajo y formas de sobreexplotación asociadas a éste. Asimismo, tenemos la entrada de compañías multinacionales de entrega a domicilio, trabajos donde los «riders» o repartidores ganan salarios en dólares, pero no cuentan con sindicalización, seguros, vacaciones y además ponen a disposición sus propios vehículos. Todo esto puede ser un terreno pantanoso para la izquierda clásica acostumbrada a la actividad sindical (hoy mermada), pero podemos ver cómo ya en otros países estos sectores se organizan para conquistar sus derechos.

Por otro lado, están las propias contradicciones creadas por las políticas del gobierno. Maduro, en cadena nacional ha anunciado el retorno a clases presenciales a partir de octubre, y ya en las redes los maestros han planteado que no volverán a las aulas sin un aumento significativo del salario. Lo mismo ocurre con el levantamiento del esquema 7×7 para los empleados públicos, quienes aprovechaban la semana de radicalización de la cuarentena para tener otro trabajo. En la mayoría de los casos, este segundo trabajo representa la mayoría de sus ingresos, por lo que un levantamiento del esquema 7×7 podría traer renuncias masivas o luchas por aumentos salariales.

También tenemos la intención del gobierno de convertir determinadas regiones del país en maquilas a partir de la aprobación de la Ley de ZEE. Sin embargo, esto choca con un aumento en el trabajo informal, que el gobierno deberá combatir si desea contar con mano de obra para ofrecer. Otros fenómenos, como la dolarización, son nuevas fuentes de una desigualdad entre una pequeña minoría que acapara los beneficios de la situación económica y una mayoría buscando cómo sobrevivir.

A todo lo anterior, debemos sumar además la pelea cotidiana por los servicios públicos en las comunidades, que de conjunto, plantean un cuadro de acumulación de contradicciones. La izquierda debe prepararse, e incluso promover las movilizaciones para que en caso del estallido de revueltas como las que se han dado en la región, ésta pueda convertirse en revolución [21].

Notas:

[1] Sobre este tema, recomendamos el artículo Elementos legales del cierre y ocupación de fábricas. Disponible en: https://luchadeclases.org.ve/?p=6567 

[2] La cuestión de la pedida de derechos laborales la abordamos en detalle en el artículo ¿Qué ha pasado con los beneficios laborales en Venezuela? Disponible en: https://tatuytv.org/opinion-que-ha-pasado-con-los-beneficios-laborales-en-venezuela/ 

[3] Sobre la criminalización de las luchas campesinas, recomendamos el artículo 20 años de lucha campesina: de la Ley de Tierras al reencuentro con Fedecámaras. Disponible en: https://tatuytv.org/opinion-20-anos-de-lucha-campesina-en-venezuela-de-la-ley-de-tierras-al-reencuentro-con-fedenaga/ 

[4] Del 60% de tierras ociosas rescatadas entre 2001 y 2019, el 53% fueron rescatadas entre el 2001 y 2013, mientras que entre 2014 y 2019 solo se rescataron el 7%.

[5] Sobre los el programa de Fedecámaras propuesto al gobierno, recomendamos el artículo ¿Qué es lo que le propone Fedecámaras al gobierno? Disponible en: https://www.laizquierdadiario.com.ve/Que-es-lo-que-le-propone-Fedecamaras-al-Gobierno 

[6] Esto lo destacamos en nuestro artículo ¿Nuevo Pacto de Puntofijo o Pacto de la Pomarrosa? en el que evidenciamos los acuerdos con sectores socialdemócratas y progresistas de la derecha. Disponible en: https://tatuytv.org/nuevo-pacto-de-puntofijo-o-pacto-de-la-pomarrosa/ 

[7] Esta cuestión la tratamos en el artículo ¿Cuál es la estrategia de Maduro? Disponible en: https://tatuytv.org/opinion-cual-es-la-estrategia-de-maduro/ 

[8] El informe completo de Surgentes se encuentra disponible en https://surgentes.org.ve/wp-content/uploads/2021/05/GIRO-A-LA-DERECHA-4.pdf 

[9] Entrevista completa a Rafael Uzcátegui disponible en: http://ciudadccs.info/2020/05/14/el-drama-de-la-izquierda-es-el-drama-del-pais-su-dependencia/ 

[10] Clausewitz, Carl von, De la guerra, Tomo I, Buenos Aires, Círculo Militar, 1968., p. 147. Citado en: Albamonte, E. and Maiello, M. (2017) Estrategia socialista y arte militar. 1era ed. Ediciones IPS. Buenos Aires.

[11] Los Gayones impulsan además el Partido Comunista Marxista Leninista de Venezuela (PCMLV), una organización semiclandestina de orientación hoxhista que hace vida interna en el PSUV. Recientemente sus principales dirigentes intentaron registrar el Partido Marxista Leninista de Venezuela (PMLV), algo que les fue negado por el CNE.

[12] En el artículo Cronología de una traición: Cómo se gestó el golpe judicial al PPT, se detallan los pasos a seguir para dar el golpe judicial, mientras que en el artículo Golpe judicial contra el PPT (otra respuesta a Ilenia Medina), respondimos a los argumentos planteados en el amparo constitucional introducido en el TSJ por Ilenia Medina.

[13] https://twitter.com/Jcvgvaliente/status/1431443901789970512 

[14] Maneiro, A. (2016). Escritos de filosofía y política. (Ministerio del Poder Popular para la Agricultura Productiva y Tierras, Ed.) (2da ed.). Barquisimeto. p. 107.

[15] Una explicación más detallada del nacimiento de la APR está disponible en nuestro artículo Sobre la Alternativa Popular Revolucionaria. Disponible en: https://tatuytv.org/opinion-sobre-la-alternativa-popular-revolucionaria/ 

[16] Comunicado de la Alternativa Popular Revolucionaria (2020). Disponible en: https://luchadeclases.org.ve/?p=8618 

[17] Ya en 2018, el partido Patria Para Todos había concurrido a las elecciones de concejales con listas independientes del PSUV en todo el país, obteniendo 280.000 votos que representaban el 5%, y que lo convertirían en el principal partido de la izquierda.

[18] El acto en cuestión, ha sido una de las manifestaciones más combativas promovidas por la izquierda en el último año. Una nota sobre la actividad se encuentra disponible en: https://www.laizquierdadiario.com.ve/Se-llevo-a-cabo-acto-y-marcha-por-la-libertad-de-los-trabajadores-presos-y-por-RodneyEsInocente 

[19] Las polémicas de la LTS con el PSL están disponibles en https://www.laizquierdadiario.com.ve/Partido-Socialismo-y-Libertad-PSL 

[20] En el artículo La espontaneidad de las masas: una vacuna contra el poder de la burocracia, abordamos la necesidad de la movilización popular para poder sobrepasar las barreras de las burocracias instaladas en el movimiento popular.

[21] Matías Maiello ha abordado esta cuestión en su artículo Revuelta y revolución en el siglo XXI. Disponible en: https://www.laizquierdadiario.com/Revuelta-y-revolucion-en-el-siglo-XXI 

Publicado originalmente en la revista Apuntes Críticos. Versión editada por Tatuy Tv.

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