[OPINIÓN] Salarios: ¿De qué nos quejamos?

Con el reciente aumento salarial se evidencian por los menos dos posiciones en el debate adentro del chavismo: 1) que el aumento es insuficiente frente al alza permanente de los precios y dolarización de las mercancías y 2) que todo aumento salarial contribuye necesariamente a la hiperinflación (aunque siga siendo insuficiente).

La segunda posición es una creencia, inducida por la burguesía para atribuir a la clase trabajadora la responsabilidad de la hiperinflación, ya que con o sin aumento, los precios de las mercancías igual siguen subiendo. Esto se debe a la fijación fraudulenta y arbitraria de la tasa de cambio y al poder de fijación de precios de los grandes monopolios.

Pero la primera es una certeza, aliada a la esperanza que el salario se «petrolice» o se «dolarice». Sin embargo, frente a la ausencia de otras medidas económicas, más temprano que tarde el salario termina hecho cenizas, independientemente de los aumentos.

Pareciera que no hay salida. Pero lo cierto es que el salario no alcanza ni siquiera para sobrevivir, ya que cubre menos del 5% del costo de la canasta alimentaria. Mientras tanto, las tasas de ganancia de los empresarios tradicionales y emergentes, de bodegones y monopolios, siguen en ascenso.

Sin embargo, el gobierno no deja de declarar que sigue trabajando en la “protección” del pueblo trabajador, argumentando que a pesar de las sanciones no ha dejado de aumentar los salarios, librándose así de la acusación de que está «congelando» o «reduciendo» el salario.

Paradójicamente, mientras el gobierno declara aumentos de salario, valga añadir el adjetivo «nominal»; el salario real, que finalmente es el que sirve a la hora de ir a comprar, viene deteriorándose dramáticamente, sumergiendo al pueblo a una reducción drástica del consumo. Los sectores más pobres siguen empobreciendo, a pesar del alivio ocasional de los bonos y las bolsas de alimentos.

La paradoja se extiende a la postura del gobierno, ya que los aumentos surgen de forma cada vez más desapercibida. Este último fue anunciado un viernes 10 de enero en horas de la noche, en la cuenta Twitter de un diputado, para luego aparecer confirmado en Gaceta Oficial. Lejos quedaron los días donde la defensa del salario se anunciaba con orgullo en cadena nacional.

Pero volvamos al tema central. Esta drástica reducción del salario real, debido al incremento permanente de precios, viene acompañada de un creciente proceso de dolarización de todos los costos, excepto el precio de la fuerza de trabajo. El gobierno abandonó y cedió a los monopolios privados la política de fijación, control y fiscalización de precios, sino que además privilegió a la burguesía con la liberación del control de cambio. En este momento hasta se promueve la circulación del dólar como medio de cambio, reserva de valor y unidad de cuenta.

Lo cierto es que el paupérrimo nivel del salario real, aunque sirve cada vez menos al pueblo trabajador, tiene sus ventajas para otros actores:

  • Abultar las tasas de ganancia de los empresarios, quienes se erigen como los grandes ganadores de esta crisis.
  • Atraer inversiones privadas nacionales y transnacionales, gracias a la ventaja comparativa que ofrecen los bajos salarios.
  • Reducir el tamaño del Estado por vía de la reducción de la nómina, gracias a la deserción de trabajadores y trabajadoras buscan otras opciones para sobrevivir.
  • Promover el deterioro del sector público. El ausentismo de los trabajadores y trabajadoras que necesitan otras fuentes de ingreso termina paralizando la administración pública y las empresas del Estado. Esto a su vez abre cada vez más las puertas a la privatización.
  • Estimular la corrupción institucional. Quienes optan por seguir en un cargo público terminan «rebuscándose» con el cobro de coimas, vacunas, comisiones, para trámites administrativos, licencias, permisos, alcabalas, etc.
  • Hacer crecer el sector informal y dolarizado de la economía, obligando a trabajadores y trabajadoras a optar por el teletrabajo, la reventa, el contrabando, el negocio cambiario, etc.
  • Fomentar la migración a otros países, con la idea de ganar un salario (aunque miserable en el país destino) para enviar remesas al grupo familiar que se queda en nuestro país.

Al final lo que se impone es un «sálvese quien pueda», que fractura los núcleos familiares, corroe los pilares espirituales construidos gracias a la revolución y deteriora el tejido social organizativo, a partir del abandono de los espacios de participación política y social. Todo esto contribuye a un peligroso proceso de despolitización que intoxica de escepticismo e individualismo al pueblo que pierde su fe en la revolución.

Pero no perdamos las esperanzas, que el 2020 será “el año de la recuperación económica”, los bodegones son “una señal inequívoca de reactivación económica”, y el reciente aumento salarial no es tan malo, podemos pagar el agua, la electricidad, el teléfono y hasta nos alcanza pa’ unas cervezas. Qué estará pensando esa gente que está acostumbrada a comer tres veces al día… ¿De qué nos quejamos?

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