[OPINIÓN] Kléber Ramírez, el 4F y el Estado Comunal

“El 4F dotó a la nación de un objeto estratégico

en lo político: la nueva democracia”[1].

Kléber Ramírez

La insurrección del 4F de 1992 ha sido fuente de muchos debates y escritos. No obstante, solo un pequeño porcentaje se dedica al plan de acción a implementar a la hora de un eventual triunfo. Para profundizar en ello, en lo que pudo ser, es obligatorio tomar como referencia los aportes de Kléber Ramírez[2].

Parte importante de esos aportes se reúnen en su libro “Historia Documental del 4F”[3] de 1995. También toca sumar otro de sus trabajos, “Venezuela, la IV República, o la total transformación del Estado”. Sobre esta obra, Chávez comentó: “Este libro lo leíamos nosotros, lo discutíamos, un libro muy para la ocasión, claro, este libro fue editado en 1991, y era parte de Kléber y sus aportes al movimiento revolucionario que estaba a punto de reventar”[4].

La profundización de la democracia y la transformación profunda del Estado eran líneas fundamentales los aportes de Ramírez. Estas propuestas se pueden asumir como antecedentes directos de lo que luego impulsó la Revolución Bolivariana, y que ya tenía nombre en el pensamiento de Kléber: democracia nueva, el Estado Comunero, el Estado Comunal.

Chávez, varios años después, dijo: “Nosotros teníamos años hablando del Poder Comunal, desde antes del 4 de febrero y Kléber, podemos decirlo, es uno de los ideólogos, de los intelectuales que con nosotros discutía, escribía estas tesis del Poder Comunal, esto es parte del proyecto del 4F, el proyecto bolivariano”.

Este es un eje transversal de las propuestas más radicales para la construcción del socialismo que caracteriza a la Revolución Bolivariana.

Programa general para el nacimiento de una nueva Venezuela

La rebelión del 4F tenía en Kléber un revolucionario que hacía puente entre las dimensiones cívico y militar que caracterizaban el esfuerzo: “De más está decir que aparte de esta actividad y de los aspectos organizativos entre los sectores civiles, en el ámbito nacional, tuve la ocasión de reunirme con oficiales activos en Maracaibo, Trujillo, Maracay y Caracas; siempre en la onda de crear un nuevo Estado, mucho más democrático que el actual que está montado sobre el marco gomecista”[5].

Entre los escritos debatidos, elaborados por Kléber, se encuentra el “Programa General”, que debía ser el apéndice del libro “Venezuela, la IV República, o La Total transformación del Estado”, pero que no estuvo a tiempo[6]. Fue terminado en septiembre del 1991, un mes después de la edición del libro, asumiendo los aportes de los debates con los militares, para convertirse en el escrito base de una versión reducida que serviría de “apoyo político inmediato para el Gobierno de Emergencia Nacional”[7], a instalarse en el escenario de triunfo del alzamiento.

En el programa planteaba la profundización de la democracia, pensada desde la transferencia de poder a las comunidades organizadas para la constitución de un nuevo Estado:

“Venezuela necesita romper y hacer estallar esa camisa de fuerza que representa el agotado Estado gomecista, creando un nuevo Estado, el Estado Comunero… cuya característica fundamental será el desarrollo de un diseño social mucho más democrático… Este Estado romperá con el estilo ejecutivista y mesiánico encarnado en el Presidente de la República, cuando las comunidades organizadas a lo largo y ancho del país asuman directamente el ejercicio diario de la soberanía nacional”[8].

Conceptualizaba así a la democracia, con un Estado a su servicio, para la recuperación de la soberanía política por parte de las mayorías.

Coherencia estratégica: poder para el pueblo

El poder para el pueblo es la idea fuerza que cruza toda la propuesta de Chávez sobre lo comunal, para la concreción de la democracia socialista. Este concepto está presente también en el “Libro Azul”[9], otro de los documentos de debate entre los insurgentes del 4F. Allí podemos evidenciar una línea estratégica coherente en la conducción del Comandante de la Revolución Bolivariana, que se fue ajustando, madurando, hasta llegar el momento adecuado para su impulso.

El programa propuesto proponía la descentralización desde la transferencia de poder, elección directa y revocatoria por las comunidades de sus autoridades, además de la potestad de desarrollar sus planes bajo la modalidad de administración y ejecución directa. Años más tarde esto se convirtió en práctica cotidiana en muchos Consejos Comunales.

Por us parte, Kléber lo planteaba de la siguiente manera:

“El centralismo se desmoronaría de por sí cuando las comunidades organizadas elijan y revoquen sus propias autoridades, elaboren y jerarquicen sus propios planes para el desarrollo de su bienestar y sus presupuestos pasen directamente a ser administrados por ellos mismos… Este es un objetivo prioritario del nuevo Estado. La propia comunidad organizada, ejerciendo su soberanía”[10].

Chávez habló siempre de la democracia integral, democracia política, económica y social. Al radicalizar la revolución la llamó democracia socialista. En sintonía con lo planteado por Kléber, quien decía que el socialismo “implica el desarrollo de un mayor grado de democracia”[11].

Este paso exigía, para ambos revolucionarios, ampliar las capacidades organizativas, políticas y técnicas de las comunidades. Para hacer viable la democracia nueva, entonces: “Se hace imprescindible que las comunidades, por lo menos a nivel de parroquias, tengan la capacidad de conocer sus propias necesidades, ser competentes para jerarquizarlas y que manejen directa y eficientemente el presupuesto correspondiente para ejecutar las obras propuestas”[12].

Sin transferencia de poder al pueblo organizado, no existe democracia efectiva.

Distribución de la riqueza

La profundización de la democracia exigía, para Kléber, una condición en el campo económico del nuevo gobierno, la distribución justa de la riqueza: “Cuando la distribución de la riqueza esté correctamente realizada se habrá dado un paso trascendental en la ampliación de la democracia”[13]

Es decir, sin ese requisito, que permita ir ampliando los derechos y posibilidades, es una farsa la democracia. El intelectual le sumaba una dura conclusión: “Un pueblo que padece hambre no estará capacitado para asumir el rol protagónico en la lucha por su propia transformación, ni estaría en condiciones materiales ni psicológicas para dar las batallas que el mundo actual exige a los pueblos”[14].

Y conectando esa afirmación con los reclamos populares que motivaron el alzamiento en febrero de 1992, planteaba:

“Nuestros compatriotas se sentirán estimulados por la mejor distribución de la riqueza, la eliminación de la corrupción y porque el nuevo Estado con su práctica y su ejemplo será garante de los fines propuestos. Estaríamos en el camino de la profundización de la democracia. El dilema de producir riquezas para beneficio social o racionar la pobreza con criterio solidario quedará resuelto a favor del beneficio social”[15].

Claramente, dentro de las diversas visiones políticas que cruzaban la iniciativa cívica-militar que impulsó la rebelión del 4F, Kléber se inscribía en el pensamiento revolucionario, de una izquierda crítica con las tradiciones ortodoxas, pero que no abandonó (en el marco de la difícil situación después de la caída del muro) sus principios socialistas.

Y así fueron expresados en sus aportes, comprendiendo la realidad del país al inicio de los 90, planteó propuestas que pudieran, en el marco de un posible Gobierno de Emergencia Nacional, incentivar experiencias socialistas.

Formas de producción socialista

En este sentido, entre las ideas revolucionarias debatidas estaba: “Las formas de producción comunitarias, cooperativistas y hasta socialistas serán especialmente tomadas en cuenta, pues por esa vía podremos resolver en parte el problema de las fuentes de trabajo y aumentar las fuerzas soberanas de nuestra nación”[16].

Esa priorización de experiencias asociativas de nuevo tipo permitiría su fortalecimiento, así como su impulso en circunstancias especiales: “Se podría ensayar, en algunas áreas geográficas, formas de producción socialistas que conllevarían dos elementos esenciales para su ensayo y evaluación” [17].

Las mismas debían, tomando en cuenta la propuesta de Kléber, reunir dos elementos esenciales, o condiciones para su puesta en práctica:

“Primero, la manifestación de la voluntad por parte de la comunidad o grupo social específico de querer participar en este tipo de desarrollo, cuya ejecución quedaría impregnada de un espíritu profundamente democrático; en segundo término, que la comunidad cuente con todos los recursos de servicios apropiados para estimular la permanencia de los individuos en dicha actividad”[18].

Cumplir esas dos condiciones significa el esfuerzo compartido, tanto de una comunidad consciente del reto que se asume, de forma democrática, y además el esfuerzo por construir un Estado distinto, el Estado Comunal, que pueda priorizar realmente las iniciativas que busquen superar al capitalismo.

“No es propósito nuestro fortalecer un capitalismo de Estado corrupto, dilapidador y orientado hacia la complementación de las economías foráneas, pero tampoco el Estado será el cobijador de intereses particulares que conduzcan al monopolio y al estrangulamiento del desarrollo social. Será promotor en el desarrollo de la creatividad e iniciativas privadas y sociales propuestas con gran transparencia, teniendo a las comunidades respectivas como fiscales permanentes en la marcha de dichos proyectos”[19].

Así se concebía la posibilidad de iniciativas mixtas, en manos privadas y sociales, pero con una clara potestad de las comunidades, de su gobierno, para ejercer control social.

Alma y llama del nuevo Estado y gobierno

Kléber sintetiza sus planteamientos de la siguiente manera: “Al proponer este plan como línea estratégica para el país, su formulación la podemos resumir en la expresión: producir alimentos, ciencia y dignidad”[20].

Estas líneas estratégicas se mantienen con vigencia plena, tal y como su aspiración expresada en diciembre de 1994:

“Espero que Venezuela tenga una nueva oportunidad que le permita orientarse definitivamente hacia un régimen verdaderamente democrático, donde el desarrollo se mida cada vez más por el nivel de vida que vaya alcanzando toda la población y no por los engañosos índices económicos, que solo reflejan las ganancias o pérdidas de los dueños de las altas finanzas o grandes industrias, mientras el pueblo se arrastra cargado de necesidades”[21].

Asumir esas tareas implica reimpulsar, algo que parece cada vez más distante, teniendo en cuenta la compleja realidad del país, la construcción de un nuevo Estado. Tarea que, según Chávez: “depende y dependerá de cuán capaces seamos de materializar el protagonismo del poder comunal: del poder popular en todas sus expresiones[22].

Asumir ese desafío solo es posible si realmente se asume la centralidad del pueblo organizado en autogobierno para hacer la revolución:

“El poder popular es el alma y la llama de otra manera de ser Estado y Gobierno. Debemos hacer realidad lo que lúcidamente visualizara Kléber Ramírez hace muchos años: “llegó la hora para que las comunidades asuman poderes de Estado, lo que conllevará administrativamente la transformación global del Estado venezolano y socialmente el ejercicio real de la soberanía por parte de la sociedad a través de los poderes comunales”[23].

Si en el inicio de los años 90 parte de los insurgentes bolivarianos tuvieron la audacia para plantear estas tesis, que luego fueron políticas asumidas por el pueblo, tenemos hoy los revolucionarios y revolucionarias, la obligación de contribuir con la consolidación de las experiencias comunales existentes. Sobre todo, es nuestra tarea repensar, proponer y avanzar en las acciones que permitan recuperar las banderas de la democracia socialista.


[1] Kléber Ramírez. Historia Documental del 4F. Colección Febreros Y Abriles. Fundación Editorial El perro y la rana. 2022. Página 32. Ver: elperroylarana.gob.ve/wp-content/uploads/2022/02/DIGITAL-HISTORIA-DOCUMENTAL-DEL-4F.pdf

[2] Kléber Ramírez Rojas: A 22 años de tu Siembra, los camaradas de la CSB te decimos Presente. 10/11/2020. Aporrea. Ver: https://www.aporrea.org/cultura/a297129.html

[3] Kléber Ramírez Rojas. «Historia documental del 4 de febrero». Op. Cit.

[4] Chávez, en la inauguración de la Unidad Oncológica “Kléber Ramírez Rojas”. Instituto de Altos Estudios del Pensamiento Hugo Chávez. 05/10/2006. Ver: http://www.todochavez.gob.ve/todochavez/3438-intervencion-del-comandante-presidente-hugo-chavez-en-la-inauguracion-de-la-unidad-oncologica-kleber-ramirez-rojas-del-hospital-luis-razetti

[5] Kléber Ramírez Rojas. «Historia documental del 4 de febrero». Op. Cit. Página 51

[6] Ibid. Página 54.

[7] Ibid.

[8] Ibid. Página 67.

[9] «Uno de nuestros instrumentos de trabajo y de lógica (…) que forma parte de una historia muy del proceso venezolano, de la idea bolivariana de un modelo ideológico que hemos estado readecuando y que hemos llamado El Libro Azul». Hugo Chávez. 15/09/1999. Ver: https://n9.cl/kj84r

[10] Kléber Ramírez Rojas. «Historia documental del 4 de febrero». Op. Cit. Páginas 68 y 69.

[11] Ibid. Página 371.

[12] Ibid. Página 73.

[13] Ibid.

[14] Ibid. Página 102.

[15] Ibid. Página 100.

[16] Ibid. Página 77 y 78.

[17] Ibid. Página 101.

[18] Ibid.

[19] Ibid. Página 108.

[20] Ibid. Página 100.

[21] Ibid. Página 52.

[22] ¡Haití, Haití! Líneas de Chávez. Instituto de Altos Estudios del Pensamiento Hugo Chávez. 17/01/2010. Ver: http://todochavez.gob.ve/todochavez/6171-haiti-haiti

[23] Ibid.

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *