[MEMORIA LIBRE] ¿Qué hacer mientras llega esa vacuna?

Aprender a decir que no al contacto físico con gente que no convive en nuestra burbuja.

Aprender a guardar distancia segura, 2 metros sugeridos, con cualquier otra persona, aún si ambas tienen tapabocas. Si alguno no lo tiene, lo mejor es no acercarse a menos de 3 metros de esa persona, con viento a favor y en espacios abiertos. Mucho más espacio si estornuda.

Guardar silencio, no porque el virus se vea afectado por el sonido, sino para ayudar a las personas y a sus diversas conductas. El sonido de la música puede atraer a las personas, que se relajan y exponen o transmiten el virus. Pero también puede aturdir a los vecinos que huyen de sus refugios seguros en casa para escapar al ruido, exponiéndose a contactos no planificados. Por supuesto, no hay nada de malo en oir música en la burbuja de nuestro apartamento, siempre que no olvidemos esos efectos sobre el resto del vecindario.

[MEMORIA LIBRE] ¿Qué hacer mientras llega esa vacuna?
(Imagen tomada del sitio web del Departamento de Salud y Servicios Sociales de Alaska)

Adecuarnos a las dificultades de movilidad. La única manera, además del aislamiento disciplinado, de interrumpir la propagación es alterar los patrones de contacto masivo entre las personas. No podemos andar todos por los mismos caminos o en los mismos vehículos.

Hemos aprendido mucho en esta pandemia. Hemos aprendido que el virus se puede controlar con aislamiento. Hemos aprendido que podemos estar a una distancia segura de una persona con la virosis. Hemos aprendido que la limpieza regular de los espacios comunes los hace mucho más seguros. Hemos aprendido que podemos eliminar el virus de nuestros alrededores con solo limpiar bien con agua y jabón o alcohol.

Hemos aprendido, aunque con muchas fallas, cómo mantener una burbuja sana cuando alguno de sus ocupantes debe salir por alguna buena razón (como comprar alimentos o medicinas). Todas las residencias tienen algún protocolo para salir (usar la máscara, ropa adecuada, algún jabón para las manos, guantes cuando es necesario tocar) y para entrar (zona para quitarse zapatos y la ropa, lavarse las manos, quitarse la máscara y lavarla, si es necesario, desinfectar todo lo que ingresa desde el exterior).

Podríamos aprender todavía más.

Aprender a mezclar y separar las burbujas. Una burbuja es un espacio seguro que aloja a una persona o un grupo familiar que se aisla físicamente del resto del mundo para cuidarse del virus. Si ya han pasado varios días, se estiman 15 a 21 días (para dar cuenta de los asintomáticos), sin que ningún miembro de esa burbuja muestre síntomas del virus, se puede asumir con relativa seguridad que la burbuja está sana: ninguno de sus miembros tiene el virus.

En esos casos, esa burbuja se podría mezclar, reunir con otra que también esté en condiciones similares, para conformar una burbuja mayor. El éxito de la maniobra depende, por supuesto, de que ambas burbujas se mantengan a salvo durante el desplazamiento de una hacia la otra.

La nueva burbuja deberá esperar, por supuesto, por esos 15 a 21 días estimados, para saber si realmente están todas sus personas sanas todavía. Es, desde luego, el mismo procedimiento cuando algún miembro de la burbuja sale del espacio compartido temporalmente.

Una burbuja sana se puede dividir en burbujas mas pequeñas que van a ubicaciones diferentes, siempre con las mismas condiciones de seguridad al desplazarse y las mismas previsiones de atención vigilante a síntomas del virus entre sus miembros.

Esa dinámica de dos burbujas es viable si sus miembros asumen los riesgos y puede ser segura para el resto de la sociedad. Lo que no puede ocurrir es que volvamos a la dinámica de contactos con muchas personas y muchas burbujas que resultan irrastreables e incontrolables cuando el virus se cuela.

Todos estos aprendizajes pendientes tienen, ahora, además de la presión por la presencia del virus en las calles y caminos cercanos, una presión adicional. En la medida en la que parezca que la llegada de la vacuna es inminente, algunas personas se van relajar y a descuidar, creyendo, quizás sin pensarlo, que el peligro ya pasó. Los más jóvenes, impacientes por el aislamiento y confiados en que son invulnerables, seguramente serán la fuerza mayor en esa presión. Así que nos toca consolidar lo que podría ser la lección más importante y duradera de esta pandemia para la humanidad.

Aprender a actuar para proteger a las y los demás del virus. Asumir un compromiso que no significa un beneficio personal, sino que causa molestias a cada persona, pero que es necesario para proteger la vida de las y los más vulnerables. La vacuna no va a llegar en unos días. Serán meses. La vacuna muy probablemente no ayude mucho a quienes ya estén enfermos. Pero los tratamientos alternativos difícilmente van a mejorar en pocos meses. Así que nos corresponde compensar por ese desfase temporal con todavía más paciencia e inteligencia.

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2 comentarios

  1. «Si ya han pasado varios días, se estiman 5, sin que ningún miembro de esa burbuja muestre síntomas del virus, se puede asumir con relativa seguridad que la burbuja está sana: ninguno de sus miembros tiene el virus.» Esto no de cuenta de los asintomáticos, claro está. En ese caso, deberían pasar unos 15 a 21 días para estar seguros que no han contagiado a nadie más.

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