[ARTICULITO 0-III] ¿Un cuento sobre la economía? Parte III

Los bancos, el Estado, las crisis.

Comencemos esta parte, diciendo que la figura del actual empresario nace con la aparición de la sociedad de mercado, simultáneamente a esa otra figura mágica y siniestra, el banquero, quien no es otro que el originario usurero con nuevo ropaje.

El banquero ya no es aquel personaje que se dedicaba, simplemente, a cuidar los dineros y el oro que los comerciantes y empresarios nacientes le daban a guardar, y que como él había descubierto que de esos bienes que tenía guardados, entre el 80 y 90% permanecía en sus arcas suficiente tiempo, empezó a dar préstamos a terceros, por pequeñas cantidades cobrando algo por ello, obteniendo así ganancias suficientes que hasta le permitían pagarle algo a sus depositantes. Aunque, para la sociedad actual conserva algo de esa apariencia casi idílica, lo que hoy hace es traficar, realmente, con dineros que no tiene, dineros que extrae de deudas de otros, dinero dado prestado a alguno que lo utilizará para producir mercancías que venderá para obtener dineros para pagar el dinero prestado más una cierta cantidad adicional de ganancias. Notemos en este momento dos cosas la primera es que el dinero ha dejado de ser tal y se ha transformado en algo muy distinto que es el capital. Y en segundo lugar que todas estas operaciones son “a futuro”. Es decir el banquero actual opera con capital que extrae del mañana, basado en deudas que quien las tomó, espera poder pagar si logra acumular suficientes riquezas posteriormente. Un banco se atreve a poner en la cuenta de alguien una cantidad de dinero que no tiene, dinero que no existe, pero que a pesar de eso, ese alguien puede comenzar a comprar materiales, contratar empleados, es decir poner en marcha alguna actividad económica. Pero, insistimos, todo esto ocurre en operaciones a futuro.

Pero puede ocurrir, y ocurre con mucho más frecuencia de lo que suponemos, que el empresario que recibió en préstamo ese capital, formado por dinero inexistente y sin ningún respaldo diferente a la solidez, aparente, del banco en cuestión, no consiga crear la riqueza prevista con la que debe pagar en un cierto plazo. Y no lo hizo ya sea porque no le funcionó el negocio, o porque malgastó parte del dinero, o porque se dedicó a especular con él. Un ejemplo muy frecuente es que compró casas, inmuebles, para revenderlos a precios muy superiores al de compra, esperando ganar mucho dinero que le permita enriquecerse rápidamente y además pagar la deuda para poder adquirir otra más grande aun y así continuar la historia. Pero también puede ocurrir que el mercado de casas (inmobiliario) se sature y los precios de las casas ya no puedan subir más, y esto sumado a los precios en constante ascenso (tanto del dinero como de las casas) hace que la demanda se detenga y los precios más bien comiencen a bajar. Ocurre entonces lo que llamamos un “crack”. El mismo proceso que crea el beneficio y la riqueza crea también la crisis, pues además la inestabilidad de una parte del sistema genera estabilidad y ganancias desmesuradas en otra parte y los grandes propietarios nunca pierden, simplemente se cobran y se dan el vuelto, como decimos. Y esa es la irracionalidad del sistema económico actual, el capitalismo neo-liberal.

Rememoremos ahora, o veamosla si no lo hemos hecho, la famosa película de Chaplin “La quimera del oro”. Nos puede ayudar a entender el asunto de la extracción de dinero a futuro y sus maldades, diabólicas, ocultas. Podremos, así, empezar a hablar de “la quimera de la banca”.

Decimos que el mismo proceso que crea el beneficio y la riqueza crea también la crisis. Y cuando ésta estalla, se producen una serie de acontecimientos indetenibles, en parte representados por el hecho de que los empresarios no pueden pagar porque no pudieron crear el dinero que se suponía que crearían y entran en quiebra, los bancos tampoco pueden hacer nada, pues ya no pueden extraer más dinero a futuro y como consecuencia la circulación del dinero se detiene y el mercado se paraliza. ¡Terror!

Estalla esos que hemos llamado “crack” y todo empeora. La gente, la común, que es aquella que deposita, realmente, sus dineritos en los bancos pero que como son muchos, millones en algunos casos, representan capitales muy grandes, se dan cuenta de que los bancos están mal y acuden a retirar su dinero. Pero los banco están sin dinero, es decir están absolutamente quebrados, aunque solo dicen que “carecen de liquidez” (es importante notar que en este caso si son los bancos los que se quedaron sin dinero, a los banqueros no les ha pasado nada, de hecho veremos que a los banqueros grandes nunca les pasa nada, como decíamos, ellos se cobran y se dan el vuelto), y por ello no solo no pueden devolverlo, sino que ya no pueden hacer nuevos préstamos de dinero imaginario porque ya no se pueden fiar de la solvencia de los prestamistas y nadie cree en la solvencia de ellos.

Se genera así, un círculo vicioso. Pero, ¿cómo salir de él? Una de las soluciones posibles es que alguien le preste dinero a los bancos, pero en cantidades suficientemente grandes como para que ellos puedan seguir prestando a los empresarios y la economía se mueva nuevamente. Simultáneamente, se supone que así, también, estarán en condiciones de garantizar los depósitos de las gentes, pero en la realidad solo les interesa “recobrar” la confianza de ellos, para que se tranquilicen y dejen de exigir su dinero en efectivo, y así pueden seguir produciendo dinero a futuro. Pero resulta que ese alguien capaz de prestarle dinero a los bancos para sacarles la pata del barro, solo puede ser el Estado, que lo puede hacer dando dinero que obtiene de la nada, imprimiendo papeles sin ningún valor y de ahí la premisa, supuesta, según la cual solo el Estado puede imprimir dinero.

Seguramente ya han notado dos pequeñas sutilezas que estamos usando, la primera es que el único que todo el tiempo se queda sin su dinero es el único propietario de dinero “presente”, es decir la gente común. Y que cuando hablamos de “la banca” estamos disfrazando la situación para no hablar de los banqueros, esos macabros señores hijos malnacidos de la más pura usura y a los cuales muy correctamente califica el dicho popular con el que iniciamos esta parte del cuento.

Notemos, además, que estamos prescindiendo en este momento, de varias cosas. Una es que, realmente, el dinero que el Estado le presta a la banca y que eufemísticamente se denomina “auxilio financiero” nunca o casi nunca es devuelto por la banca, el Estado simplemente “crea” dinero y se lo entrega a la banca para que esta mantenga activo el ciclo de circulación del beneficio, pero de nuevo sobre operaciones a futuro y sabiendo que nunca lo recuperará. Pero esto lleva en si una segunda consecuencia, el valor del dinero disminuye cada vez más, es decir el dinero se devalúa. Pero además el dinero que al Estado le falta, pues se lo dio a la banca, lo sacará, lo tomará esta vez no del futuro sino del presente, restringiendo sus funciones como ente administrador, reduciendo sueldos de empleados públicos, el “gasto” en salud y educación, en obras públicas y otros “gastos” sociales, etc. Y la creación de impuestos no podrá resolver nada pues los propietarios se negarán, por cualquier medio, a pagarlo, y los trabajadores ya no podrían pagar más. El Estado recurre, automáticamente, a la fórmula de reducir al mínimo el “gasto social” generando una espiral de explotación de los más pobres, evento que explica nuestra afirmación inicial de calificar la economía como un arma de destrucción masiva altamente eficiente.

Pero el Estado debe sostener a los bancos (es decir, no lo olvidemos nunca, a los banqueros) no solo porque necesita reactivar la economía, sino esencialmente porque el Estado no es sino el aparato a través del cual el mercado, o más bien el poder de los dueños del mercado, mantiene los ciclos de circulación del beneficio, es decir mantiene vivo el capital, no importa si para ello mata todo los demás.

Pero ¿de dónde saca dinero el Estado para mantener todo este proceso? Bueno, en la mayoría de los casos lo reciben, en préstamos muy costosos, de los particulares, especialmente de los particulares que se negaron antes a pagar impuestos, o de los socios de los banqueros que requieren ser auxiliados. Todo esto nos muestra de dónde sale el poder que los bancos (los banqueros) tienen sobre los gobiernos en esa cosa que llamamos democracia liberal.

La cuestión queda así:

  • Los muy ricos no quieren pagar impuestos para ayudar económicamente al Estado, que hace todo lo necesario para que ellos, los muy ricos, no pierdan su poder, garantizado por el control del mercado.
  • Esto obliga al Estado a aumentar su déficit, a incrementar sistemáticamente sus deudas y a reducir su tamaño, a costa siempre de los más débiles de la cadena, los trabajadores y desposeídos.
  • Los muy ricos, en especial los grandes banqueros, encuentran la oportunidad de fortalecerse aún más, prestando al Estado (con muy altos intereses, además de la obtención deotras prebendas políticas y de todo tipo) el dinero que se niegan a pagar como impuestos.
  • Pero cuando ocurre el crack de la economía, el Estado acude, de inmediato, a salvar a la banca (¡mentiras! solo salva es a los banqueros, que como ya antes decíamos, en el capitalismo siempre se cobran y se dan el vuelto) y lo hacen con dinero público, que proviene, en parte, de dinero creado por los bancos centrales, instituciones que están casi completamente, por lo menos hasta donde lo permiten las apariencia, en manos de los banqueros que le prestan dinero al Estado, pero también aumentando de manera desmesurada la explotación de las gentes que no tienen nada y que se ven obligados por el sistema a guardar sus salarios y sus otros minúsculos ingresos en la banca para sostenerla, dineros que la banca se ingenia para no devolver sino en cuenta gotas y argumentando que estamos hablando de cantidades pequeñas, a nivel individual, nunca paga nada por su uso, es decir como de costumbre, la banca se cobra y se da el vuelto…
  • Cómo ya hemos dicho en varias oportunidades, la economía se inicia realmente cuando aparecen los excedentes, en las sociedades de mercado dicho excedente se convierte en beneficios privatizados que se maximizan, incrementando de manera brutal las desigualdades. El llamado “milagro” de las sociedades de mercado depende de la magia del sistema bancario, magia que en realidad tiende hacia la magia negra de la misma forma que las moscas tiende inevitablemente hacia la mortecina.

Resumiendo todo este lío, podemos decir que la deuda privada es la materia prima indispensable para la generación maximizada del beneficio (la ganancia) en el capitalismo. Pero la maximización del beneficio conduce inevitablemente a las crisis, porque los bancos producen préstamos de dinero extraído de la nada, y ganan más cuanto más valor de cambio trasladan del futuro al presente. En las sociedades de mercado el superávit se produce de manera social, pero se lo apropian de manera privada y exclusivamente, los que detentan el poder que siempre está asociado específicamente a la posesión de la propiedad y que cuentan con todo el apoyo del Estado. Esos señores, dueños verdaderos el poder al ser los dueños del mercado, exigirán la creación de nueva y constante deuda pública y monopolio estatal sobre la creación oficial de dinero, pues así garantiza que el Estado esté constantemente pidiéndoles dinero prestado y que el ciclo se mantenga activo, no importa que todo, o todos, lo demás reviente…

La deuda, la maximización del beneficio, la riqueza, las crisis, son protagonistas principalísimos de todo este drama absurdo. Después de cada crisis, creada por los dueños y controladores del poder económico, especialmente los banqueros, los únicos que realmente sobreviven son esos mismos poderosos, ahora fortalecidos por la crisis, por aquello de que se cobran y se dan el vuelto. Es sumamente interesante que esos poderosos, que por cierto se oponen por cualquier medio a la idea de un Estado mediador que ayude a las gentes, exigen que el Estado les inyecte dinero, los auxilie, cuando son ellos los que sufren las consecuencias de las crisis que ellos mismos han creado para mantener activos los ciclos del circulación de todos esos detritos.

Y todo este ciclo perverso, tan beneficioso a la acumulación del capital, tiene su fundamento en la más horrorosa explotación al trabajo humano y genera desequilibrios que abren puertas ciertas para que todo este sistema pueda llegar a ser desmontado. Nos tocará, en la siguiente parte de este particular cuento, hablar de situaciones muy actuales, la maquinización del trabajo, la realidad de una sociedad que ahora es sociedad-mercado, los inversiones de los valores o formas de fetichismo sobre el trabajo, el asunto del dinero como estiércol del diablo y cosas así para aproximar finalmente algunas conclusiones relativas a la pregunta desde la cual partimos ¿por qué hay tanta desigualdad?

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *