[LUCHAS] "Desenmascarar el reformismo es una necesidad del pueblo trabajador"

Ricardo Adrián es un joven periodista y revolucionario carabobeño, que asume la vocería de la plataforma «Trabajadores Uníos» del estado Carabobo. Esta Plataforma suma a diversos Consejos Productivos de Trabajadores del Estado en la búsqueda por fundar una sola fuerza de la clase trabajadora en esta región, en pro de la revolución socialista y contra las perversidades patronales. Estas provienen muchas veces del empresariado privado, pero otras tantas de lo que él denomina el proceso de «restauración liberal» del proceso bolivariano.

Conversamos con Ricardo, para entender el panorama de las luchas dentro de la clase trabajadora venezolana, las contradicciones que se ciernen sobre este importante sector de la economía y la política nacional, pero también de las aspiraciones de los y las trabajadoras de Venezuela.

En Venezuela, tras el impulso de la Revolución Bolivariana liderada por el Comandante Hugo Chávez, se desarrollaron una serie de reformas y propuestas para la priorización, protección y organización de la clase trabajadora. ¿Cuáles consideras tú que han sido los mayores logros en esta materia?

Nosotrxs partimos de la idea de que la Revolución Bolivariana y sus reformas progresivas son un producto de las luchas del pueblo trabajador, quienes pueden a través de su movilización y conciencia traer a Chávez al gobierno. No solo en las elecciones de 1998, sino especialmente en las calles tras el golpe de estado de 2002. Ya en diciembre de ese mismo año, enfrentaríamos un nuevo desafío histórico: resistir y desmontar el paro patronal de toda la producción. En aquel momento se escuchaba aquella frase «Con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo», a la par que se ejecutaba la titánica tarea de rescatar la industria petrolera, parada y saboteada por la tecnocracia al servicio del imperialismo.

Ambas batallas fueron ganadas con mucho sacrificio y a su vez se combinaron con las políticas sociales y la audacia internacional con la que Chávez promovió la reorganización de la OPEP. Todos fueron hechos claves para derrotar a la derecha (2004) y conquistar las condiciones económicas y políticas para las reformas progresivas.

Y aún estas reformas se iban logrando por olas de luchas. Aquí destacamos la lucha de los trabajadores para recuperar las empresas quebradas fraudulentamente por los capitalistas (desde 2004, INVEVAL e INVEPAL por ejemplo, y luego más de 500 empresas recuperadas). Cada una de ellas representó un gran sacrificio de la clase trabajadora, que también fue parte de la hazaña de recuperar (luchando incluso contra el propio Chávez en sus inicios) las industrias básicas, las telecomunicaciones y la electricidad, que también fueron nacionalizadas.

Lxs trabajadorxs lograron presionar constantemente para que se reconociera la inamovilidad laboral, las constantes mejoras salariales, el reconocimiento de la salud laboral con la ley y el instituto INPSASEL, la creación de la Universidad Bolivariana de Trabajadores Jesús Rivero. Estos logros que culminaron en la Ley Orgánica del Trabajo, los trabajadores y trabajadoras en 2012. Un instrumento legal y conquista por la que el propio Chávez derramó lagrimas de emoción.

Estos a mi juicio son los mayores logros de un proceso de luchas, en las que el pueblo trabajador era fuerza central, empujando importantes reformas que constituyeron el cuadro de bienestar logrado durante el gobierno de Chávez.

A pesar de la esencia revolucionaria de muchas de estas reformas, durante el período de gobierno de Hugo Chávez también hubo contradicciones, flaquezas y hasta desvíos. ¿Puedes hacer un balance de lo que no se hizo, lo que se hizo mal o lo que faltó por hacer en este período?

La clase trabajadora mientras aún no ha conseguido la fuerza y el pensamiento para convertirse en clase dominante, siempre ha estado y estará llena de contradicciones, de avances y retrocesos, de aciertos, errores y hasta de horrores. En el proceso bolivariano destacamos como elemento central el predominio de una conciencia economicista y reformista en la mayoría de las organizaciones sindicales, fundamentalmente en la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores. Este fue un límite que siempre estuvo presente en las luchas obreras, que reducidas a las reivindicaciones laborales y salariales, impidió alzar la mirada por sobre el bosque de la economía y el poder, para presionar y profundizar la Revolución de liberación nacional y el Socialismo.

Chávez además, siempre insistió en la formación política. Organizó el PSUV como un partido para el pueblo trabajador, pero estas iniciativas derivaron en socialdemocracia y la dirigencia no fue capaz de orientar el salto de la conciencia de lxs trabajadorxs. Por ende, no se pudo pasar de los límites de las meras reformas.

Ahora bien, ¿Qué está pasando en Venezuela en estos últimos años con los derechos de la clase trabajadora? ¿Cuál es el panorama actual? Nos gustaría que ilustres esta situación con algunos ejemplos, desde las empresas en manos del Estado hasta las empresas privadas.

Vivimos una situación atravesada por la caída de los precios de las materias primas y por ende de los ingresos nacionales de todos los países de Latinoamérica, en especial de la Venezuela dependiente del petróleo (97% de sus exportaciones) combinada con las sanciones económicas impuestas por las oligarquías financieras, el Departamento del Tesoro estadounidense y la Unión Europea.

Esto desató la guerra económica (2014-2018) que estuvo caracterizada por el escamoteo de los monopolios capitalistas internos contra todos los controles estatales (de precios y de cambio). La burguesía respondió organizada. A cada incremento de salario se opuso con incrementos de precios cada vez mayores, presionó por la constante devaluación de la moneda nacional, desaceleró la producción hasta quitarse los impuestos aduanales.

Ya para 2018 la burguesía había derrotado al Estado en todos los ámbitos de la cuestión económica. El gobierno tuvo que adoptar en consecuencia el Plan de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica. A partir de este año, el gobierno termina de ceder ante una política de apertura a inversiones extranjeras y de libre concurrencia de los sectores privados. Esto ha significado una política de bajos salarios, entre 2 a 15 dólares mensuales. Al mismo tiempo se permitió la dolarización de todas las mercancías con excepción de la fuente principal: el trabajo. Todo esto significó que a cada devaluación de la moneda venía una caída del salario. Paralelamente se perimite a la burguesía las suspensiones masivas a trabajadorxs. Tan solo en el Estado Carabobo, durante 2019, hubo más de 5 mil trabajadores suspendidos, sacados de las empresas, o manteniéndolos a fuerza del salario mínimo.

Buena parte de las empresas estatales pasaron a ser mixtas, sobre todos las de alimentos, productos de higiene y de limpieza, automotrices. En la industria petrolera, el gas y varias de sus filiales, pasaron al régimen mixto. Esto quiere decir que se le entrega a sectores privados la propiedad sobre acciones de estas unidades productivas. Todo este cuadro ha precipitado una grave situación para el pueblo trabajador que se ha visto forzado a migrar a mercados laborales de otros países, o a otras prácticas económicas en el comercio informal.

Es importante destacar que toda estas concesiones laborales, de liberación de controles y aranceles, de privatización, no se han repercutido en el incremento de la producción. Por el contrario la producción nacional ha caído más de 70 por ciento su peso desde hace 5 años. Se trata de una situación de constante reducción, paralización de empresas y líneas por parte de la burguesía interna. Su incentivo principal, las ventajas obtenidas por subordinarse a las grandes corporaciones imperialistas, se ha visto truncado por: 1) No poder obtener divisas subsidiadas por el Estado y 2) Ver restringido el acceso a materias primas, repuestos, piezas y partes, licencias y patentes ante las sanciones imperialistas.

Si antes la burguesía impuso el desabastecimiento para presionar, hoy los constantes recortes a la producción y a lxs trabajadorxs amenazan con un paro técnico de la producción nacional. Una verdadera y gran amenaza que se cierne en el horizonte.

Desde el inicio del período de gobierno del Presidente Nicolás Maduro se promocionó mucho la idea de fortalecer a la clase trabajadora. Fundamentalmente por la idea de que Nicolás Maduro era un hombre que provenía de la clase obrera, que fue sindicalista por un largo período. Sin embargo, tras varios años de camino de su gobierno, diferentes organizaciones de trabajadorxs alertan que la realidad es diferente respecto al bienestar y derechos laborales. ¿Puedes darnos tú opinión sobre esta situación contradictoria?

El presidente Nicolás Maduro en efecto fue trabajador del metro de Caracas y sindicalista. Pero debemos recordar siempre que una cosa es la condición de clase (el ser obrero) y otra muy distinta la conciencia de clase (si actúo o no en función de los intereses de la clase a la que pertenezco). No puede decirse que hoy en día el Presidente Maduro viva de su salario. Su condición de clase por tanto se ha modificado. Pero además como Presidente, especialmente a partir de 2018, ha adoptado y permitido una política económica basada en la protección de las ganancias de los monopolios (para que no se vayan) en detrimento de la caída de los salarios y condiciones de vida de la clase trabajadora, y este es el núcleo de la contradicción.

Siempre que se coloque el argumento del presidente obrero, debemos responder: ¿Presidente de cuál modelo de Estado? Y por tanto: ¿A qué clase beneficia la política de la cual es portador y exponente?

¿Crees que toda esta situación es de algún modo una mala praxis dentro del proceso revolucionario, errores que pueden corregirse? ¿O consideras que es una situación planificada e intencionada desde algunos sectores dentro del gobierno y quizá permitidas por el Presidente Maduro? ¿O son la burguesía y la derecha empresarial los responsables?

El Gobierno Bolivariano ha proclamado como principio político y como condición, permanecer en la dirección del Estado. Sabemos que el Estado es una organización ubicada en apariencia por encima de la sociedad, y busca como fin someterla al orden capitalista de la propiedad privada y el mercado, acolchonando los choques entre las clases, mediando, dando con una mano grandes beneficios a la burguesía y con la otra, reformas y beneficios al pueblo trabajador. Pero cuando a un Estado se le han diezmado sus ingresos económicos, se ha endeudado con otros capitales y Estados nación, se ha bloqueado y sancionado, y además percibe que en la lucha contra la burguesía le han derrotado sus controles, éste ha optado por aliarse con la burguesía y ha adoptado en consecuencia una política liberal, como una aparente única salida para conservarse.

Aún hoy, existe un debate en el seno del pueblo y sus organizaciones sociales, si esta política liberal constituye un repliegue económico, por el efecto de las sanciones y las condiciones que antes mencioné, o constituye definitivamente una restauración liquidadora del periodo de auge revolucionario.

Consideramos que esto solo puede determinarse revisando a profundidad en cómo las medidas adoptadas han afectado al pueblo trabajador, en cómo las políticas asumidas han logrado mayor o menor soberanía sobre los recursos, en cómo están en la actualidad las brechas de desigualdad, en cómo hoy las organizaciones populares, obreras y campesinas participan y deciden (si es más o menos que antes), si se mantienen o no sus derechos y conquistas obtenidas.

Ricardo, hablando de derechos y conquistas, ¿Consideras que actualmente hay persecución contra trabajadores y trabajadoras en Venezuela? ¿Contra líderes y lideresas sindicales, campesinxs o comunales? ¿Por qué está sucediendo este grave fenómeno? ¿Qué está pasando detrás de escena?

En términos generales, la restauración capitalista liberal demanda de una clase trabajadora que acepte, sin protestar, la regresión de sus conquistas y derechos, de un sector campesino que no estorbe a lxs latifundistas, terratenientes y nuevxs tenedores de tierras (como la burguesía revolucionaria). De igual modo las comunas son aceptadas, en tanto no se coloquen en la línea de fuego de la restauración -de las alianzas-, y declinen sus banderas históricas por la democracia protagónica y la propiedad social.

En los últimos 2 años, hemos presenciado como a unxs comunerxs se les apresó en el Estado Portuguesa, durante un proceso de recuperación popular de una unidad productiva que se estaba negociando para privatizar. Los privatizadores lo lograron. Su primer mensaje: destruyeron la estatua de Hugo Chávez que estaba en el lugar.

También hemos visto que luego del repliegue de la Marcha Campesina Admirable del año 2018, varixs de sus integrantes fueron asesinadxs vilmente a manos de terratenientes. Puede afirmarse que se evidencia una tendencia por despojar de sus tierras a varios fundos, comunas y asentamientos agrícolas, gestionados por el campesinado. También hemos sido testigxs de la criminalización de las luchas laborales de lxs trabajadorxs, sobre todo cuando se han dado en empresas estratégicas nacionales como PDVSA, CORPOELEC o la CVG. a lxs trabajadorxs que han denunciado irregularidades se les han abierto procedimientos judiciales, incluso sin su debido proceso. Varixs están presxs en este momento.

Gramsci usó la frase «revolución pasiva» para referirse a la tendencia regresiva de un proceso revolucionario con el fin de restaurar el orden anterior. Cuando esto ocurre, quienes se opongan siempre serán apartadxs.

Claro, incluso con métodos retrógrados. Anteriormente nos hablabas de la grave situación de depauperación de los salarios, la suspensión o reducción forzada de las contrataciones colectivas, incluso la quiebra de empresas públicas para su posterior privatización. ¿La clase obrera venezolana ha permitido esto sin luchar, sin oponerse o protestar?

En enero de 2018, más de 300 voceros obreros y obreras de todo el país le entregaron a la Universidad Militar Bolivariana un Plan de Planificación para la Economía. Este plan proponía el encadenamiento de 18 cadenas productivas consideradas claves, cuyos procesos y eslabones podrían ponerse a funcionar óptimamente a través de un proceso de intervención técnica obrera (batallas productivas), resolver los nudos críticos de las mismas, y a partir de la dirección de la clase trabajadora en la gestión del proceso social del trabajo, contenidos inicialmente en esas 18 cadenas productivas, poder producir de nuevo, o en mejores condiciones, desde las materias primas hasta los llamados productos finales. En ese entonces fueron diagnosticadas la cadena hierro/acero, aluminio, hidrocarburos, hidrológicas, medicamentos, alimentos para animales, azúcar, bovinos, detergentes y desinfectantes, electricidad, grasas y aceites, lácteos y jugos, pescado, polímeros, petroquímica, refractarios y vidrios.

Este Plan de 18 recuperaciones y encadenamientos productivos esenciales, promovidos y ejecutados por la propia clase obrera, fue desestimado por el gobierno nacional. A pesar de ello, los trabajadores discutieron y pudieron demostrar que un plan de organización de las fuerzas productivas y de control (obrerx, campesinx y comunerx) de la producción/distribución, puede acelerar un desarrollo independiente y soberano de la economía. Sin lugar a dudas sería la mejor medida contra los efectos de las sanciones y la guerra económica que han recaído contra del país.

También en los últimos años y producto de las acciones de esta guerra económica, fueron organizadas dos instancias populares importantes para lograr el control comunal de la economía: los Consejos Productivos de Trabajadores (CPT), facultados para ejercer control de las actividades productivas a lo interno de las entidades de trabajo, y los Comités Locales de Abastecimiento y Producción CLAP, para organizar la distribución y el consumo planificado.

Ahora bien, la implementación de estas 4 medidas: 1. la planificación y encadenamiento de las fuerzas productivas, 2. Las batallas productivas para superar los nudos críticos de la producción, 3. El control comunal de la producción a través de la aplicación de medidas de control de los CPT sobre las cadenas y las empresas, y de los CLAP sobre la distribución y consumo, sólo es posible a través de la lucha política del pueblo, de la revolución del poder popular que convierta a los trabajadores en clase dominante, en estado socialista. Aunque muchas sectores están en franca batalla, aún hay mucho por hacer.

En medio de las difíciles circunstancias que han generado el acecho y las sanciones contra Venezuela, más esta situación interna que has estado planteando, ¿hay salida para la clase trabajadora? ¿Cómo lograr ese papel activo y protagónico de los y las trabajadoras, campesinos y campesinas, comuneros y comuneras en torno a la protección de empresas, tierras, corporaciones nacionales y estatales, la producción, y la organización?

Presentar a la burguesía como capitán de la liberación nacional y social constituye un viejo engaño con que se busca embaucar a la clase trabajadora. Ésta, como expresara el Che Guevara, forma el furgón de cola del imperialismo. Es su socio minoritario para el trabajo de absorción de plusvalor de nuestras naciones periféricas. Se ha acudido a ella en búsqueda de recursos monetarios y capacidad de importación para sus industrias dependientes. Pero son justamente estas relaciones las que queremos y podemos transformar en un corto plazo como clase trabajadora.

Romper la tendencia al paro técnico de la producción propiciado por la burguesía, a través de la irrupción revolucionaria del pueblo, es clave para enfrentar el bloqueo imperialista y la restauración. Esto pasa por que los CPT avancen en unión comunera y los CLAP, en tomar control sobre las prioridades operativas y organizativas de nuestras empresas, y nuevas empresas que podamos recuperar. Luego junto a las y los campesinos, podemos pasar a organizar un plan para obtención de materias primas, insumos, control de silos y almacenes, empresas transformadoras, piezas y partes, hasta el último tornillo necesario para elevar la producción nacional. No tiene sentido que los CLAP distribuyan alimentos importados por barcos objetos de sanciones, pudiendo ejercer un control sobre la producción nacional de alimentos y medicinas.

De igual forma, en la agricultura se debe pasar una planificación pública y transparente de los recursos, semillas, maquinización, insumos y acceso a urea, venenos, incluso al uso del agua para los ciclos de siembra. Poner orden a las tierras baldías, y organizar de una forma comunal las grandes hectáreas que son para la producción comunal o pública, protegiendo e integrando a las y los campesinos al plan nacional de siembra. Todo esto es prioridad en una economía planificada, que es el deber ser para la recuperación revolucionaria.

Desenmascarar al reformismo constituye también una de las primeras necesidades del pueblo trabajador, frente a una nueva recesión mundial que recaerá sobre nosotrxs, con sus incalculables secuelas de desempleo crónico, crisis de los ingresos nacionales, endeudamiento externo, y privación de los principales derechos.

El pueblo tendrá en esta crisis una oportunidad de adquirir una nueva conciencia y organización. En este sentido, sólo la comuna, vista como la unión obrera, campesina y comunal, podrá sumar la voluntad nacional/popular que complete la tarea de la independencia y el proyecto revolucionario. Tales medidas seguirán demandando del sacrificio del pueblo. No será fácil, pero esta es la única esperanza: la más participativa, meticulosa y activa respuesta del pueblo frente a la bancarrota con la que el imperialismo y la restauración liberal, buscan someter a nuestra nación y a nuestra revolución.

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