[OPINIÓN]La Gran Política y el Golpe de Timón

“…se trata de darle la mayor fuerza al proyecto social, a la propiedad social, para que la resultante sea socialista”

Hugo Chávez.

La Gran Política

Antonio Gramsci afirmaba que existían dos tipos de política, la Gran Política y la pequeña política, la primera con mayúscula y la segunda con minúscula. Para Nino, la primera comprendía las acciones vinculadas con la fundación de nuevos Estados (entendiendo esto como el acto revolucionario de tomar el poder y cambiar la sociedad política) y, de forma seguida, con la lucha por la destrucción, o transformación de las estructuras orgánicas y económico-sociales del Estado anterior.

Por otra parte, la segunda, “política del día por día, de corredor y de intriga”, se planteaba atender las luchas parciales y cotidianas al interior de una estructura ya establecida y se concentraba exclusivamente en las luchas por obtener la preeminencia entre las diversas facciones de una misma clase política. Por lo tanto, es propio de la pequeña política tratar de excluir a la Gran Política del ámbito interno de la vida estatal y reducir el universo discursivo y simbólico de la política a sus aspiraciones mínimas.

Siguiendo esta polémica, concluye Gramsci, es estratégico que el revolucionario entienda la necesidad de revertir esta tendencia y plantear la cuestión de otro modo, de tal forma que todo elemento de la pequeña política (las disputas internas de la clase política) deba necesariamente convertirse en una asunto relevante de la Gran Política, es decir, superar y romper las acciones de dicha clase política por medio de la radical trasformación del Estado y las condiciones económico-sociales en su totalidad.

Podemos concluir con esto que la Gran Política traduce las aspiraciones radicalmente revolucionarias y la pequeña política asume las prácticas especialmente reformistas, oportunistas y hasta reaccionarias de una clase política concreta frente al desafío propio de su tiempo histórico.[1]   

El Golpe de Timón           

 La ya conocida alocución del Golpe de Timón pronunciada hace más de una década por el entonces presidente Chávez, podríamos decir que se inscribe en las aspiraciones de la Gran Política. En principio afirmamos esto por dos razones; la primera obedece a considerarla una reflexión crítica del proceder lógico de la clase política que detenta la estructura del Estado y, seguido de lo anterior, porque es una llamada radical para trasformar el proceder político dirigido por la lógica señalada.

Si atendemos con detenimiento lo expuesto por Chávez, hace ya once años, podemos reconocer algunas condiciones elaboradas desde la Gran Política para la trasformación del Estado heredado y de la estructura orgánica-económica que lo había sostenido, y que lo sigue sosteniendo. Cuando el presidente se refería al Estado heredado se refería obviamente al Estado liberal burgués junto con su estructura orgánico-económica capitalista.

Pero esta propuesta dirigida desde la Gran Política tiene un sentido histórico, pues Chávez, también siguiendo a Gramsci, admitía años antes el problema que atravesaba la sociedad venezolana en su conjunto y la sociedad política en particular, cuando señaló que

«…desde el punto de vista gramsciano nosotros estamos en lo que Gramsci llamó una crisis orgánica, cuando se rompen esos vínculos, estructura, superestructura, sociedad política, sociedad civil, entramos en una verdadera crisis histórica orgánica, … Se trata para nosotros ahora, de que de esta crisis orgánica, de esta ruptura del bloque histórico anterior, nosotros seamos capaces de manera consciente, planificada… de construir un nuevo bloque histórico, el bloque histórico de la Venezuela del siglo XXI, un bloque histórico nuevo, unas nuevas estructuras económicas, unas nuevas estructuras sociales..»

Por esta razón hay que entender que el giro hacia la Gran Política, dirigido a transformar el Estado junto a su lógica de hacer política y la estructura económica-social que le daba solides, se generó con el salto socialista de la revolución y sobre todo con la aspiración del Estado comunal, o como el propio Chávez lo definió: “el sistema socialista de Estado comunal”. Antes de aquella etapa, por la dificultad de las circunstancias o por la relación de fuerzas frente al uso del poder político, esa aspiración se veía reducida por la pequeña política, por la intención de trasformar el Estado burgués liberal, pero desde sus propias ataduras.

Estas circunstancias fueron reconocidas por el comandante al advertir las etapas de trasformación que habían sucedido durante la revolución y las que ameritaban hacerse. Para el arañero, el proceso inicial estuvo definido por “un Estado capitalista dependiente de la élite burguesa nacional” que posteriormente, gracias a las reformas legales y a la nueva constitución de 1999, fue convirtiéndose en “un Estado liberado, en transformación, pero aún en el marco de un sistema capitalista, dominado por el libre mercado». Desde allí formuló el llamado al gran salto en 2007, el salto de la Gran Política para llegar por medio de la transformación radical a un “sistema de Estado socialista con mercado regulado” y, posteriormente, a un “sistema socialista de Estado comunal, donde predomine la propiedad social tanto indirecta como directa”.

En tal sentido, es en el marco de la intención del Estado comunal que hay que entender la Gran Política dispuesta en el Golpe de Timón, así como su mapa de condiciones para el buscado salto, a saber: 

1°.- La modificación de la base productiva del país buscando una mayor democratización del poder económico.

2º.- El cambio en el rol del Estado para lograr que el proceso acumulativo se oriente a la satisfacción de las necesidades básicas de la mayoría de la población y a la defensa de la soberanía.

3º.- La incorporación de mecanismos de autogestión productiva a nivel colectivo.

 4º.- La utilización de una planificación democrática como mecanismo regulador de las relaciones productivas.

  5º.- La ubicación autónoma del país frente a la internacionalización del sistema capitalista.

A estas cinco condiciones se suma el llamado patrón de medición señalado por Chávez y tomado de István Mészáros :  “El patrón de medición de los logros socialistas es hasta qué grado las medidas y políticas adoptadas contribuyen activamente a la constitución y consolidación bien arraigada de un modo sustancialmente democrático, de control social y autogestión general”.

Entender las mencionadas condiciones dentro del proyecto comunal es crucial. En esa clave, la primera y la tercera consisten en disputar a la vieja sociedad económica espacios en el entramado productivo por medio de la creación de empresas de propiedad social y grupos de intercambio solidarios, democratizando el acceso a créditos y al sistema financiero. En resumidas cuentas, fomentar una plataforma económica para la lucha del poder popular por el dominio de la base material económico-social, históricamente manejada por la clase empresarial.

Las condiciones segunda y cuarta deben leerse dirigidas a la trasformación de la participación política, mediante los nuevos sistemas de agregación y la gestación del nuevo sujeto dentro de la práctica política comunal. La intención en este sentido es pugnar dentro de la sociedad política (Estado) los espacios conquistados por la sociedad civil tradicional. El proyecto del Estado comunal y la política de los injertos socialistas deben entenderse en este marco.

Por su parte la quinta condición debe observarse más como una indicación al papel protagonista frente a la injerencia imperial del espacio comunal , bajo esta premisa  la comuna debe ampliar su acción  y convertirse en la fuerza que robustezca el hálito revolucionario,  que reconstruya los espacios de lucha y politice nuevamente la cotidianidad de la vida, debe transformarse en el escudo del país frente a la apertura al mercado mundial, legislando sobre su territorio y desarrollando circuitos productivos sustentables, haciéndose altavoz en la lucha de los humildes y los desamparados, trazando desde abajo el gobierno que brinde el  mayor grado de felicidad posible para todas y todos, donde el desarrollo libre de cada individuo sea la condición para el desarrollo de la comunidad.

Todo lo anterior, como bien dice Mészáros, debe consolidarse desde una práctica que promueva modos de decisión sustancialmente democráticos, bajo el control social de las grandes mayoritarios populares y siempre con la premisa de lograr el mayor grado de autogestión general.

El freno al Golpe de Timón

En esta línea de ideas es obvio, como bien lo señaló el comandante, que “se trata de darle la mayor fuerza al proyecto social, a la propiedad social, para que la resultante sea socialista”. Justamente, la tarea de la dirigencia revolucionaria, inspirada en la Gran Política del Golpe de Timón, debería ser esta. Ahora, la pregunta fundamental es ¿la es?

Veamos algunos datos. 

Según datos oficiales, hasta octubre de 2023 existían en el país 3.641 comunas y tan solo 4.048 empresas de propiedad social, de las cuales 3.891 son directas comunales y 177 indirectas. Lo cual significa que existe poco más de una empresa de propiedad social por comuna. A toda vista resulta un número muy pequeño para disputar la base material económico-social históricamente manejada por la clase empresarial, y también para pensar realmente en una autogestión general. Debemos admitir autocríticamente que esto coloca claramente en peligro la aspiración de generar una base material del socialismo en lo que respecta al campo de lucha comunal.

Por otro lado, la misma fuente señala que del total de las 3.641 comunas del país solo el 16% cuentan con Consejo de Planificación Comunal, menos de 15% tienen Consejo Ejecutivo, poco más de 18% poseen Banco de la Comuna, y de forma preocupante solo 19,2% tienen Parlamento Comunal, 16,2% Consejo de Economía Comunal y 15,8% Consejo de Contraloría Comunal. Además de lo anterior, casi el 40% de los consejos comunales del país no están vinculados a ninguna comuna y más del 30% de las vocerías se encontrarían vencidas a la fecha. Esto claramente marcha en contra corriente del principio de toma de decisiones sustancialmente democráticas y regidas bajo el control social mayoritario y popular.

Claramente en estos números ha influenciado mucho las consecuencias de las sanciones y el bloqueo, también la desmovilización propia de la convulsión política que atraviesa el país, para nada negamos esto, tampoco negamos los esfuerzos que viene haciendo El Ministerio del Poder Popular para las Comunas y los Movimientos Sociales para apalancar económicamente la comuna, a través de los distintos circuitos económicos, así como el empuje que viene realizando para actualizar vocerías y fomentar la organización. Sin embargo, debemos decir que estos esfuerzos no han sido suficientes.

También en esta línea, desde hace casi un año, el poder legislativo se dio a la tarea de generar una reforma profunda al grupo de leyes del poder popular; sin embargo, hasta la fecha la tarea a quedado estancada y empantanada, incluso organizaciones como la Unión Comunera ha mostrado su preocupación por los procedimientos de orden legislativo y consultivo que se han generado hasta la fecha.

Al margen de lo anterior, ya en otro lugar he señalado algunos aspectos en los que considero que el proyecto comunal ha mostrado retrocesos en lo programático y estructural, en ese sentido, remito a los lectores a ese trabajo, por ahora cabe advertir el peligro de retornar a la pequeña política en detrimento de la Gran política en esta área tan sensible del proyecto bolivariano.


[1] Para profundizar en esta discusión el lector debe remitirse al texto Cuaderno de la Cárcel, número 13, “Notas breves sobre la política de Maquiavelo”, específicamente al Parágrafo 5.

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