[ANIVERSARIO] Pretexto para celebrar once años

El lugar común dice que once años no son nada. Y eso quizá podría ser verdad en cualquier parte menos en la Venezuela actual, la que sobrevive a Chávez, pues aquí, once años pueden llegar a ser muchos años, muchos.

Hace once años o algo así, Venezuela ya era un huracán. Había ocurrido el proceso constituyente y la constitución de la ahora República Bolivariana de Venezuela, aparecieron las primeras leyes habilitantes, entre las que incluían por lo menos tres terribles para la burguesía: la ley de tierras, la de pesca y la de hidrocarburos, tres leyes que sin dudas cambiaron el panorama político del país y precipitan el golpe de estado y el paro empresarial y petrolero. Chávez ya había desarrollado notoriedad internacional con por lo menos dos acciones que marcaron el momento: La derrota del ALCA y la reactivación de la OPEP. Ocurren procesos electorales, uno detrás del otro, siendo ganados todos, salvo la reforma constitucional. Se gana con gran apoyo popular el primer referendo revocatorio ocurrido en Venezuela contra un presidente de la república. Ocurren a diario grandes movilizaciones populares y comienzan procesos muy activos de organización popular: los círculos bolivarianos, los medios comunitarios, los fundos zamoranos, movimientos cooperativos, experimentos unos fallidos y otros exitosos. Las misiones sociales se hacen cotidianas y refuerzan los procesos organizativos. La campaña de alfabetización (Misión Robinson) es realmente una hermosa epopeya, Barrio Adentro introduce por primera vez en el país la posibilidad de un sistema que enfrente el proceso creciente de privatización de cualquier forma de servicios de salud, lo cual sumado a la creación de los CDI y los SRI en casi todas las ciudades y pueblos y el establecimiento de la carrera en medicina integral comunitaria producen un cambio verdaderamente revolucionario en el campo de la salud para el pueblo. Lo mismo ocurre con el proceso de municipalización de la educación universitaria, que incluye la Misión Sucre, la Universidad Bolivariana de Venezuela e induce un cambio radical en la posibilidad de acceso a la educación universitaria por los sectores populares. Y junto a todo esto cientos de acontecimientos importantes, trascendentes, la enfermedad del Comandante Chávez y su partida física, pero además una cantidad de elementos contradictorios, a veces, dolorosos otros aún como lo es la lucha contra las posturas conformistas, contra el reformismo, contra la acomodación y la corrupción.

En medio de todo ese torbellino de eventos que han ocurrido desde aquel “por ahora…” un grupo de muchachos y muchachas, ubicados en Mérida, pequeña y conservadora ciudad de los andes venezolanos comienza a encontrarse. Provienen, en su origen, casi todos, de barrios de la ciudad, con muy poca experiencia política y sin casi formación en estas lides, pero atrapados por aquel torbellino comienzan a buscar un camino que desde el principio pretendió ser propio, “ni calco ni copia”. Desde el principio prendió la necesidad de participar, de ser parte, de no dejar pasar la oportunidad que la historia entregaba y sin dudar se encaramaron en ella. Se comenzó por la organización estudiantil pero no para hacer política universitaria, más bien para empezar a buscar caminos entre la gente de donde se provenía, del pueblo, del barrio. Empezar a aprender desde el descubrir, desde el ser realmente otra cosa. Se escogió, un poco empíricamente la comunicación como excusa, pero no para ser voz de otros, más bien para tratar de ser parte de la voz de todos, la voz que ahora empezaba a oírse por fin. Era aprender comunicando y comunicar aprendiendo. Al principio fueron cine-foro en los barrios, talleres de fotografía, y poco a poco surgió, como tenía que ser, en medio de varios experimentos, unos frustrados otros superados y algunos otros inconclusos, la idea de consolidar un colectivo de comunicadores populares. Pero desde el principio estuvo claro que no era la vía de la comunicación alternativa; no, era la búsqueda de otra, completamente otra, forma de comunicación.  Una, no para crear medios, sino para resolver extremos. Una capaz de tomar caminos definitivos en la construcción, concreta, de la utopía. Quizá por ello desde muy temprano se tomaron consignas como: “Retratar la realidad para transformarla” o “Afinar el tino, es decir la puntería”.

Siempre por el camino de la formación, propia y colectiva, se experimentaron varias opciones, los mintoyes, los consejos populares de comunicación, así distintas formas de talleres que perseguían crear colectivos de comunicadores populares en las comunidades. Fue una tarea ardua, a veces parecía improductiva, sin embargo encontrarse por ahí gente que le dice a uno “a mí esos talleres me marcaron, me construyeron…” demuestran que no se perdió el tiempo. En medio de ese montón de actividades, tomó forma la idea de caminar hacia una televisora comunitaria, de nuevo no-alternativa, pues estaba claro que no era simplemente ofrecer una anti-RCTV, sino hacer comunicación para la revolución social. Pero pasaron varios años hasta que finalmente se le entrega al grupo la habilitación y el equipamiento básico para iniciar el camino como una televisora revolucionaria, una que se proponía construir comunicación desde un campo definitivamente revolucionario

Y así continúa la historia, o más bien la construcción de historia de la que aquel grupo se había empeñado ser parte. Historia llena de altibajos, dificultades, contradicciones, pero también de aciertos y aprendizajes.

Y se dio énfasis en dos áreas fundamentales, aprender a hacer comunicación o más bien aprender a ser comunicadores capaces de entender la realidad por ser parte de ella, y para ello se asumió la necesidad de estudiar, no solo la técnica, el manejo de cámaras y otros equipos, el diseño de guiones y escaletas, las técnicas de edición y posproducción, sino básicamente la adquisición de las herramientas, teóricas y prácticas, empíricas y científicas que permitiera poder entender el lío en que se estaban metiendo para poder tener posibilidad se ser acción concreta. Surgieron así talleres de formación internos, círculos de lectura, seminarios de filosofía, cursos avanzados en diferentes técnicas, diplomados, estudios abiertos, y otros torbellinos de estudios y confrontaciones.

En el camino se fueron algunos compañeros, se cambiaron conceptos, por ejemplo frente a la imposibilidad técnica por razones externas al colectivo, de mantener la televisora  al aire, televisora que se entendió siempre como un arma de alto calibre en la lucha comunicacional, un cañón pesado, se asumió que el camino podía ser, entonces, la de constituirse en una “fábrica de municiones” para esa guerra en la se estaba inevitablemente inmerso y se asume entonces el camino de ser una productora de contenidos para la lucha cada día más vigente. En el camino se fueron agregando otros y otras compañeros y compañeras, se amplió de manera hermosa el colectivo original, ampliando no solos los conceptos sino esencialmente los horizontes. Lo que que ha permitido ser, de alguna manera embrión o cantera para la formación o el apoyo de algunos otros colectivos. Y en ese camino se sigue andando.

Aquel grupo de muchachos es hoy, sin dudas, un sólido colectivo de revolucionarios. Un colectivo que camina, que entiende que “se hace camino al andar”. Sin dudas ahora se entienden muchas cosas y no importa si algunas otras no están totalmente claras. Ahora se cuenta con herramientas para resolver dudas que hace once años ni siquiera se tenían. Es evidente, en esta la Venezuela del comandante eterno, Hugo Chávez, once años son muchos años, son toda una vida y Tatuy Televisora Comunistaria los ha vivido intensamente y tiene razones para sentirse orgullosos y orgullosas de ello. En este año, por ejemplo, se recibe el Premio Nacional de Periodismo en la mención  Comunicación Comunitaria, como un reconocimiento merecido.

Sin dudas se ha caminado y sin dudas, o quizá con algunas dudas e interrogantes once años después ese camino sigue andando…

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